La revolución de nuestros hogares

La crisis sanitaria que ha azotado al mundo en este 2020 ha traído consigo numerosas consecuencias que, lejos de pasar de largo, han llegado para instaurarse en nuestras vidas. O, mejor dicho, en nuestras casas. Hablamos de la revolución de nuestros hogares, un cambio en el planteamiento de nuestros espacios vitales derivado del estricto confinamiento domiciliario que, en mayor o menor medida, a todos nos ha tocado vivir.

A continuación, se tratará analizar cómo esta reclusión ha generado una mayor actividad en el sector inmobiliario y de la construcción, así como un mayor interés por conseguir hogares inteligentes y energéticamente eficientes.

Si en algo coinciden los portales inmobiliarios es en que se ha registrado un significativo aumento en su actividad, con un mayor número de usuarios interesados en operaciones de compraventa.

De hecho, los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) suscriben esta realidad, ya que en septiembre las hipotecas sobre viviendas se incrementaron un 18,4% interanual, lo que supone el primer repunte desde que estalló la crisis sanitaria y un aumento de la tasa mensual, es decir, de septiembre sobre agosto, aún mayor, alcanzando el 35%.

El radio de búsqueda en localidades con bajo número de habitantes se ha disparado, lo que invita a pensar en una gran disposición a la adquisición de segundas residencias. Junto a ello, se ha intensificado el interés por los anuncios que indican disponer de espacios al aire libre, tales como piscinas o amplias terrazas y jardines. Y es que si algo ha quedado claro en el periodo de confinamiento es que el sentimiento de reclusión no es el mismo en un piso interior sin balcón o en una vivienda unifamiliar con terreno.

El haber tenido que pasar mucho tiempo en casa nos ha obligado a realizar en ella tareas antes relegadas a otros espacios como el gimnasio o la oficina. Ello ha empujado a caer en la necesidad de rediseñar nuestros hogares, dotándolos de estancias polivalentes que las conviertan en un espacio productivo. Así, a pesar de que el teletrabajo ha llegado casi por sorpresa, no parece una locura afirmar que será para quedarse. En ese sentido, muchas de las reformas realizadas durante este año se han dirigido a diseñar zonas de oficina y estudio.

El sector de la construcción es uno de los pocos que, lejos de verse mermado por esta crisis sanitaria, ha visto aumentar exponencialmente la demanda de su actividad. Las reformas, tanto parciales como integrales, se han disparado a raíz del confinamiento, con unos gremios que destacan que las principales peticiones han sido, además de la ya comentada, acondicionar los espacios al aire libre y la construcción de piscinas, así como reforzar el aislamiento térmico y acústico.

A nivel nacional, cabe señalar que durante este verano, las empresas de reformas han visto cómo su volumen de trabajo ha crecido un 48% respecto al periodo estiva de 2019.

Pasar mucho tiempo en casa ha derivado en un mayor cuidado del consumo energético y de agua, pero es de esperar que dicha actitud no sea pasajera y se quede en nuestra rutina.

Porque, ¿qué hubiera pasado si el confinamiento domiciliario en vez de ocurrir en primavera se hubiese dado durante los meses de invierno? Sin duda, una de las principales preocupaciones de los habitantes hubiese sido el montante de las facturas relacionadas con el consumo de energías, temiendo el posible incremento de los gastos y cuidando al máximo el consumo de luz y de gas en estos largos meses de oscuridad y frío. La popularización de los balcones no habría tenido lugar y sí se hubiese hablado de la pobreza energética.

No ha sido el caso, pero conviene saber que están en nuestra mano un sinfín de soluciones para hacer de nuestro hogar un espacio más sostenible, como el optar por electrodomésticos con la mayor calificación de eficiencia energética, la iluminación LED u otras destinadas a reducir los litros de agua que se consumen como la grifería ecológica, los aireadores de grifos o las cisternas de doble pulsación.

Pero si hay puntos realmente importantes para mejorar la eficiencia energética, esos son aprovechar las energías renovables y el contar con un correcto aislamiento, tanto térmico (para ahorrar en calefacción y aire acondicionado) como acústico.

La domótica también ha encontrado su espacio en las edificaciones a raíz de la pandemia, pues un lugar domotizado es un espacio inteligente, preparado para realizar una gestión inteligente de los electrodomésticos, la climatización y la iluminación.

Pero más allá del ahorro, necesario tema en el que ya se ha incidido, la domótica se presenta como una solución más que válida para evitar contactos en los lugares públicos, minimizando el contacto y aportando garantía en servicios de accesibilidad, higiene, bienestar, comunicación y seguridad.

Es este último punto donde es realmente útil para ayudar a aquellas personas mayores que tengan que afrontar el confinamiento en soledad. Además de ofrecer compañía y conexión con el mundo exterior, un hogar domotizado permitirá a la familia tener controlada a esa persona en todo momento.

La percepción que tenemos de los seguros de hogar también ha cambiado para muchos, ya que el confinamiento disparó la demanda de averías urgentes, ésas en las que tener un seguro de este tipo no sólo ayuda a tener una respuesta más rápida, sino también más barata. Cortocircuitos, sobretensiones y reparaciones de electrodomésticos fueron las incidencias en las que mayor incremento de demanda de respuesta se registró.

También en relación al confinamiento y, más concretamente con el teletrabajo, éste ha disparado la demanda de asistencia informática. Y en ésta no sólo se pide una respuesta a problemas con los distintos dispositivos, sino que la ciberseguridad también se ha convertido en una preocupación para muchos. Las redes domésticas están mucho menos protegidas que las de los entornos laborales y los ciberataques se han incrementado. Por ello, ya no sólo buscamos estar seguros en nuestros hogares, sino también en su red.

La disposición de un hogar repercute en el estado anímico de sus habitantes y es por ello que no parece descabellado afirmar que una buena decoración beneficia la salud. El bienestar que genera un espacio estará supeditado a aspectos como la decoración, el orden y la iluminación, entre otros.

Mientras que un lugar lúgubre, antiguo y desordenado nos pueden inducir al caos, contar con un refugio cuidado y remodelado a nuestro gusto nos aportará grandes dosis de comodidad y felicidad.

Por ello, se antoja muy importante contar con mobiliario de calidad, tal como los sofás, las camas o las sillas de comedor; y también con una disposición luminosa, para lo que será vital una buena pintura y correcta iluminación, y funcional, es decir, adecuada al bienestar de quien la habita.