De mal a buen estudiante, ¿cómo hacerlo?
Más allá de las notas, el estudio abarca un enriquecimiento que hemos de saber cómo llevar a cabo. Porque a estudiar también se aprende
Jueves, 15 de septiembre 2022, 09:23
No son pocos los que emplean «buen estudiante» y «mal estudiante» para calificar a una persona en época escolar o académica. Sin embargo, esta distinción no es del todo justa, pues generalmente se refiere a los resultados, es decir, las notas y calificaciones obtenidas.
Sin embargo, el del aprendizaje es un ámbito mucho mayor y más complejo que lo que recoge un expediente académico; y gran parte de su éxito viene condicionado por los buenos hábitos de estudio que, si bien se recomienda trabajar desde edades tempranas, nunca es tarde para adquirirlos.
Por ello, y porque a estudiar también se aprende, se va a explicar cómo podemos interiorizar y adquirir esas técnicas de estudio que, además de acompañarnos toda la vida, nos beneficiarán y enriquecerán como personas.
Pautas a seguir y a evitar
Que el trabajo diario es la principal clave del éxito es una idea tan repetida como cierta. La constancia es, al fin y al cabo, una cualidad muy útil en cualquier ámbito vital y que significa el esfuerzo o dedicación continua a una tarea, anteponiéndola a los sentimientos de pereza, pocas ganas… o a otros planes alternativos que nos puedan surgir y llamar la atención.
Destinar un ratito al día, por corto que sea, al aprendizaje es fundamental para conseguir adquirir ese hábito de estudio a introducir en nuestra rutina
En el estudio ocurre lo mismo aunque, claro está, la dedicación dependerá de la exigencia y el nivel de estudios que cursemos. Independientemente de eso, destinar un ratito al día, por corto que sea, al aprendizaje es fundamental y puede extrapolarse a cualquier estudio: académico o universitario, de idiomas, de música u otros artes… El objetivo final no es otro que evitar la sensación de abandono y la acumulación de tareas o quehaceres. Al mismo tiempo, conseguimos introducir en nuestra rutina ese ámbito de aprendizaje.
Y si hablamos de rutina, hemos de mencionar lo fundamental que resultan la organización y la planificación. Cuestiones que aunque puedan parecer superfluas podemos trabajar con unas metas concretas a las expectativas que tengamos. En término material, no habrá mejor aliado para ser organizado que una agenda y un calendario.
Al mismo nivel de importancia que los hábitos de estudio está la técnica, aunque de metodología no hay ciencia exacta y cada persona puede adquirir aquella que mejor se adapte a sus capacidades y gustos. ¿Subrayar y resumir? ¿Esquemas para la memoria visual? Encuentra aquello que mejor se adapte a ti y todo será mucho más fácil.
La clave del éxito está, más que en la cantidad, en la calidad del tiempo de estudio, por lo que despídete del móvil y otras distracciones
En la lista de 'prohibidos' están actuaciones que chocan con lo anteriormente comentado como son los 'atracones' de última hora. Adiós a las noches sin dormir, a los días de encierro… y también al móvil y otros dispositivos de distracción. La clave está en la calidad del tiempo de estudio, no tanto en la cantidad, por lo que hay que evitar distracciones y tentaciones. En ese sentido, y por último, hay que destacar la importancia de afrontar el estudio en buenas condiciones físicas y mentales, es decir, hacerlo cuando estemos frescos y en horas productivas, evitando los momentos de cansancio y posturas poco correctas.