Un vecino de Zarautz llega hasta Japón haciendo autostop: «En el País Vasco casi nadie sabe eso»
El zarauztarra de 26 años Eneko Azkue ha recorrido 21 países y más de 20.000 kilómetros a dedo, durmiendo al raso entre desiertos y montañas
Ander Artetxe
Martes, 7 de octubre 2025, 02:00
Hace 130 días, Eneko Azkue partió de Zarautz con un objetivo ambicioso: llegar a Japón haciendo autostop, sin vuelos y con una mochila reducida a lo esencial. Desde entonces ha cruzado 21 países y recorrido más de 20.000 kilómetros, con un presupuesto ajustado y gracias a la hospitalidad de cientos de desconocidos.
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El viaje le ha llevado a vivir todo tipo de situaciones. Ha subido montañas de más de 5.000 metros, soportado temperaturas de hasta cuatro grados bajo cero y recorrido hasta 700 kilómetros en un solo día. Con solo tres pantalones, cuatro camisetas y un saco de dormir, se ha adaptado a cada circunstancia. «Es una montaña rusa: un día duermes al raso con frío extremo y al siguiente te invitan a cenar en una casa turca con alfombras al estilo Aladdín», explica.
Uno de los aspectos que más le ha sorprendido es la hospitalidad en lugares como Tayikistán, Uzbekistán o Turquía. «El mundo es mucho más seguro y solidario de lo que nos cuentan. El miedo es cultural: nos lo meten desde pequeños», afirma. En Tayikistán, por ejemplo, «nos daban tanta comida que incluso nos llegamos a enfermar... y aun así insistían en invitarnos a más».
La comunicación tampoco ha sido sencilla. Eneko intentaba entenderse con personas que solo hablaban ruso, turco o mongol. Recurría al traductor de Google pero este a menudo confundía los dialectos y provocaba confusiones en carretera.
En Georgia vivió uno de los momentos más emotivos al descubrir que muchos conocían la teoría que vincula el euskera con las lenguas del Cáucaso. «Decían que éramos hermanos de sangre. En el País Vasco casi nadie sabe eso», confiesa.
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Durante el viaje se ha preguntado alguna vez si podría hacerlo igual siendo mujer. Cree que habría tenido más facilidad para que los coches parasen, aunque la sensación de seguridad sería diferente. «Hay lugares donde ya como hombre recibes miradas incómodas. Si fuese mujer, tendría que haberlo planificado de otra manera», admite.
En lo económico, calcula que gastaba entre 10 y 15 euros al día en comida, visados y pequeños gastos. Al no pagar alojamiento y dormir muchas veces al aire libre, asegura que ha sido muy barato para la distancia recorrida. Pese al cansancio, nunca ha pensado en abandonar. «Incluso en los momentos más duros sabía que era la mejor experiencia de mi vida», asegura. Con miles de kilómetros aún por delante y Japón como destino final, sigue convencido de que «la vida es más fácil de lo que creemos, y el límite está en la cabeza».
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