Xabier Irigoien, biólogo marino: «Los mejillones podrían volver a salvar a la humanidad»
El investigador guipuzcoano experto en ecología marina apunta a los moluscos como gran solución para la necesidad alimentaria del futuro
J.M.
Viernes, 31 de octubre 2025, 06:44
¿Podrían los mejillones salvar a la humanidad, otra vez? Esa es la hipótesis que plantea y responde el biólogo marino hondarribiarra, Xabier Irigoien, en una de sus últimas investigaciones publicada recientemente en la revista científica Mapping Ignorance y que aborda cómo estos moluscos podrían ser la solución a la demanda alimentaria del futuro.
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«Hace entre 200.000 y 150.000 años, una humanidad incipiente luchaba por sobrevivir frente a duras condiciones climáticas en África. Una larga glaciación, conocida como M2, dificultaba enormemente encontrar alimentos. Aunque todavía se debate si la población llegó a reducirse a unos pocos centenares de individuos, hay pruebas sólidas de que los humanos modernos sobrevivieron refugiándose en zonas costeras, donde se alimentaban de moluscos como abalones, mejillones y similares», arranca su artículo.
De aquel menú marino, rico en nutrientes esenciales, pudo nacer también el impulso evolutivo que agrandó nuestros cerebros y dio forma al Homo sapiens.
Los mejillones, solución a la crisis alimentaria del futuro
Hoy, la historia podría repetirse. Con una población mundial que rozará los 11.000 millones de personas en 2050 y un clima cada vez más inestable, la humanidad se enfrenta a una nueva crisis alimentaria. «Tenemos que alimentar a más gente en un planeta donde los recursos, especialmente el agua dulce y la tierra cultivable, son cada vez más escasos», plantea el investigador en oceanografía de Ikerbasque.
En su texto, el científico recuerda que la seguridad alimentaria se sostiene sobre cuatro pilares: disponibilidad, acceso, nutrición y estabilidad. Aunque actualmente producimos más comida de la necesaria, millones de personas no pueden pagarla ni acceder a ella. Además, las dietas modernas, incluso en los países ricos, son pobres en micronutrientes y ácidos grasos esenciales. «Las calorías y las proteínas no bastan; necesitamos también los compuestos que mantienen sano nuestro cerebro», advierte.
Entre esos compuestos destacan los ácidos grasos Omega-3, especialmente el DHA y el AA, fundamentales para el desarrollo del sistema nervioso y que el cuerpo humano no puede sintetizar por sí mismo, encontrándose la principal fuente de estos nutrientes en el mar. «El 80% de los Omega-3 que consumimos proviene hoy de la pesca y la acuicultura», señala Irigoien, quien asegura que prescindir de los productos marinos «nos dejaría con deficiencias nutricionales graves, incluso si aumentáramos el consumo de vegetales y semillas oleaginosas».
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Las soluciones tecnológicas que a menudo se presentan como la panacea —carne cultivada, hamburguesas vegetales o insectos— tampoco resuelven el problema. Son, dice Irigoien, «productos sofisticados y caros, inaccesibles para los países donde más crecerá la población». Además, «aunque su huella de carbono sea menor que la de la carne de vacuno, siguen sin aportar los nutrientes esenciales que necesitamos para mantener el cerebro humano tal y como lo conocemos».
Un cúmulo de circunstancias donde aparece el mejillón como protagonista y posible solución a las diferentes carencias logísticas o nutricionales de otros alimentos. «Los mejillones no necesitan pienso, ni agua dulce, ni ocupan tierras agrícolas; se alimentan del fitoplancton y contribuyen a limpiar el agua», resume el investigador, que explica que su producción es simple, barata y sostenible, con emisiones entre 40 y 50 veces menores CO₂ que la carne de vacuno y también inferior a la avicultura o el salmón de piscifactoria.
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«Con unos pocos cientos de miles de euros se puede establecer una granja; no hacen falta los millones que exige la acuicultura de peces», apunta Irigoien, que añade que las regiones que más pueden necesitar este tipo de alimentos, desde Mauritania hasta Somalia, disponen precisamente de costa y aguas ricas en nutrientes, elementos esenciales para su cultivo.
«Cumplen con los cuatro puntos clave de la seguridad alimentaria: son accesibles, nutritivos, sostenibles y su producción puede crecer donde más falta hace», detalla el científico.
«La provisión de alimentos requerirá combinar distintas estrategias pero la acuicultura de moluscos es una de las pocas opciones todavía infrautilizadas que pueden producirse allí donde más se necesitan. Tal vez sea esa misma región la que ayude una vez más a la humanidad a sobrevivir y prosperar en el futuro«, concluye el artículo.
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