El teléfono fijo recupera protagonismo y su uso se dispara en Euskadi un 59%

Bill Gates tiene muy buena vista para detectar tendencias y sacarles rédito, pero no es infalible. En 2007, el entonces presidente de Microsoft fue categórico. «El teléfono fijo tiene los días contados», dijo. Pero, aunque su peso en el conjunto de los equipamientos domésticos y su importancia en los hábitos de comunicación ha ido decreciendo sin freno, cuando han transcurrido trece años desde que Gates lanzó su vaticinio ha demostrado que sigue ahí. De hecho, ha recuperado protagonismo alentado por la actual situación de excepcionalidad.

Según datos facilitados por Telefónica, desde el pasado 13 de marzo en Euskadi el uso del teléfono fijo –«hasta entonces de escasa utilización», puntualiza la nota–, se ha incrementado un 59%. Coincidiendo con el inicio del estado de alarma, y ante el previsible –y posteriormente confirmado– uso intensivo de internet, cuyo tráfico experimentó ya en los primeros días incrementos cercanos al 40%, fueron los operadores los que, «para oxigenar la red», recomendaron que para hacer simples llamadas de voz se rescatara el teléfono fijo, esa pieza aparentemente obsoleta que, sin embargo, está prestando un gran servicio.

En el conjunto del Estado, durante la primera semana de confinamiento la utilización de ese servicio se incrementó en un 45%. El 26 de marzo, ese porcentaje ascendió en Euskadi hasta el 59% mientras que la media estatal se situó, en esa misma fecha, en el 51%.

Desde el inicio de la crisis del Covid-19, en cualquier caso, el uso de las telecomunicaciones ha cambiado en muchos más aspectos y está siendo, en gran medida, reflejo casi inmediato de cambios de más calado.

Más allá de las transformaciones relacionadas con el teletrabajo y el ocio forzoso, se está demostrando que cuando no podemos vernos necesitamos, más que nunca, oírnos. De hecho, también ha aumentado en un 32% el uso de la voz móvil, siempre según datos de Telefónica.

En cualquier caso, la prueba más dura a la que están siendo sometidas las infraestructuras de comunicaciones y todos los servicios que giran en torno a las mismas está más relacionada con el ámbito empresarial y profesional que con el doméstico.

En Euskadi, por ejemplo, la evolución en lo que se refiere al tráfico de banda ancha fija ha sido de un 11,3% de incremento desde el inicio de la crisis, y del 27% si se toma en consideración la banda ancha móvil. Estos aumentos, argumenta Telefónica, «están sustentados por el aumento del teletrabajo y el uso de herramientas como Skype, Webex y el streaming». En concreto, en el conjunto del Estado, el tráfico generado por el teletrabajo se ha multiplicado por cuatro, por tres el de videojuegos y por ocho el de wasap.

También en este aspecto la realidad ha desbordado todas las previsiones, ya que el volumen de datos que ha registrado Telefónica –que previsiblemente también estarán experimentando otros operadores–, era el que la compañía esperaba encontrarse a finales de 2020.

No obstante, hay un momento del día en el que la tecnología descansa. Un momento que no está relacionado con los horarios de trabajo, sino con los sentimientos y las emociones que, cada tarde, a las 8, hacen que la gente cambie los interiores por los balcones, los aparatos por las palmas.

Telefónica ha constatado que todos los días, alrededor de las 8 de la tarde, el tráfico de datos cae de manera sustancial –más del 10%–, coincidiendo con el parón para aplaudir y homenajear a los profesionales sanitarios, a quienes miles de personas agradecen de ese modo su entrega y dedicación. Además de reducirse en todo el Estado el uso de la red, a esa hora se observa igualmente una estabilización de los consumos, tanto de voz como de datos.