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Personal del servicio de limpieza abandona con gestos de inquietud la facultad que había sido tiroteada. luis calabor/ignacio pérez

«Me he escondido y le he visto pasar encapuchado y de negro, ha sido horrible»

Trabajadoras del servicio de limpieza asistieron aterradas al macabro recorrido a tiros que hizo el joven por la facultad

JOSU GARCÍA y MARTA FDEZ. VALLEJO

Miércoles, 13 de octubre 2021

«He oído los disparos y me he escondido en un laboratorio. Le he visto pasar, iba vestido de negro y encapuchado, apuntando con la ... escopeta. Ha sido horrible, horrible». Idoia, una de las empleadas del servicio de limpieza de la UPV/EHU, no olvidará nunca lo sucedido ayer en el Campus de Leioa. Poco después de la detención del joven que la emprendió a tiros en la Universidad, la mujer relataba muy nerviosa su traumática experiencia. Acababa de salir de la Facultad de Ciencia y Tecnología y estaba siendo arropada por sus compañeras.

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Varias de ellas fueron testigo directo del macabro recorrido que hizo el arrestado por el edificio hasta ser reducido por las fuerzas de seguridad. «Cerramos la puerta y nos tumbamos en el suelo. Yo llevo 30 años trabajando aquí y nunca había vivido nada igual, ni de lejos. Menudo miedo», comentaba Ana. Otra de las empleadas, Engi, contaba cómo el estudiante «iba disparando a diestro y siniestro»: a los cristales, a los muebles, a las vitrinas de los pasillos que quedaron destrozadas, a una furgoneta con el logotipo de la UPV/EHU... «pero no a la gente». Algunos testigos coinciden en que el sujeto se topó con trabajadores y estudiantes y les pidió que se alejaran, que no quería hacer daño a ninguna persona y que su intención era «atacar a la Universidad».

Alumnos de la UPV. ignacio pérez

Los alumnos que se agolpaban tras el tiroteo frente a la puerta de la facultad, rodeada por un fuerte dispositivo de la Ertzaintza (helicóptero incluido), relataban los momentos de pánico que se habían vivido en el campus. Ander Galarza cursa segundo de Matemáticas. El tiroteo se produjo mientras estaban en clase de Álgebra. «Al principio me han parecido disparos pero he pensado que no podía ser. He creído que eran algún golpe extraño. No me he alarmado hasta que ha sonado la sirena contraincendios. Entonces sí me ha parecido que algo grave estaba pasando», recordaba. «Luego ya he visto con el móvil que había fotografías de las cristaleras y la puerta reventadas y me ha venido a la cabeza la serie 'El juego del calamar'. Ha sido de no creer», decía impresionado.

Garbiñe Gómez tampoco estaba muy lejos del lugar de los disparos. «Nos hemos refugiado en clase y hemos tratado de no ponernos nerviosos, pero hay quien ha pensado incluso en saltar por la ventana para escapar». A unos 200 metros de los cristales reventados de la facultad se hallaba Maider. Hablaba con su padre por teléfono, casi entre sollozos. «Estoy muy nerviosa, ven a buscarme, por favor», le pedía. «No tengo palabras. Yo creo que no he pasado tanto miedo en mi vida», decía después de colgar. «No puedo contarte más».

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Oculto bajo las mesas

«Estábamos en clase y hemos oído los disparos. Han comenzado a sonar las alarmas y se han bloqueado las puertas», comentaba un grupo de alumnos de máster del centro. En algunas clases de Medicina, los profesores pidieron a los estudiantes que se escondieran bajo las mesas al conocerse el ataque.

Alumnos de la facultad de Ciencias Sociales, situada frente a Ciencia y Tecnología, escucharon el tiroteo desde sus aulas. «Parecían petardos, al salir hemos visto que la gente corría asustada», relataban Borja Montero, Xabi Yoldi y Telmo Sanz, estudiantes de Periodismo, que esperaban a poder salir del campus ya que la Policía había cortado el tráfico para capturar al autor del ataque y no había autobuses.

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Leire y Nerea, también alumnas de la facultad de Ciencias Sociales relataban que sus amigas estaban en la parada del autobús, situada junto a la puerta de la facutad atacada, cuando el joven ha comenzado a disparar a los cristales de la entrada. «El conductor les ha gritado que entraran, que no pasaran la barik para poder alejarse cuanto antes del tiroteo», contaban.

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