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el diario vasco
Jueves, 11 de mayo 2017, 09:19
Las tragedias nunca tienen una explicación y menos cuando se trata de gente tan joven como Belén y José. Los dos adolescentes de 17 años llenos de sueños perdieron la vida el pasado miércoles por la tarde en un accidente surrealista cuando estaban celebrando el final de los exámenes de 2º de Bachillerato del Colegio al que asistían, Nuestra Señora del Recuerdo, en el distrito madrileño de Chamartín. Según informa ABC, cogieron el ascensor en el octavo piso del inmueble en el que residía la joven, donde está el ático, situado en el número 4 de la calle de los Hermanos Bécquer (Salamanca), para bajar a la calle a comprar tabaco para él. Lamentablemente, aquel fue su último viaje.
Se estrellaron contra el foso, al desprenderse el panel situado frente a la puerta en el que iban apoyados, sobre las 16.45 horas. Si bien en los primeros momentos los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid manifestaron a la Policía Nacional que había sido el suelo del aparato el que cedió al estar sueltas y rotas varias partes del elevador, ayer se comprobó que no fue así. Fue la pared trasera del habitáculo, sobre la que estaba apoyada la pareja, la que se vino abajo y les hizo caer al vacío desde el octavo piso, a una altura de más de 20 metros, muriendo en el acto. Esa es la tesis que manejan ahora los responsables de la investigación: la Policía Judicial de la comisaría del distrito de Salamanca y la Brigada Científica de Madrid. Creen que no llegaron a descender o si lo hicieron fue muy poco.
Al parecer, fallaron la fijación de los anclajes o el sellado de silicona que unía el panel con el resto del habitáculo, pudiendo desprenderse, presumiblemente, otras partes del aparato. Ahora la incógnita que hay que despejar es por qué ocurrió.
En otro lugar, quizá no habrían muerto
La caja del elevador era acristalada por tres lados, salvo la puerta y la plataforma el piso, y estaba rodeada de una de jaula, como los antiguos. Justo en la parte trasera, en la que estaban los novios, es donde había más espacio entre la jaula y la cabina, de cerca de un metro de anchura, ya que por ahí discurren los contrapesos. Y por ese hueco cayeron al vacío Belén y José. De confirmarse esta tesis, si los chicos hubieran estado colocados en otro lugar, quizá no habrían muerto, pues había poco sitio para que una persona pudiera deslizarse.
El caso tardará aún un tiempo en esclarecerse. Ayer en el Instituto Anatómico Forense les hicieron las autopsia a los adolescentes. La Policía Científica está elaborando un informe (las diligencias ya están cerradas), que remitirá al Juzgado de Instrucción número 23 de Madrid, encargado de la investigación. Este ha solicitado el resultado de las necropsias. Fuentes jurídicas precisaron que las pesquisas serán complejas, ya que se requieren muchas pruebas periciales para averiguar qué es lo que pudo suceder.
«Oímos un estruendo enorme, salimos corriendo a ver qué sucedía y el ascensor había desaparecido. Estaba en el foso con José y Belén», manifestaron varios amigos de los fallecidos, aún en estado de «shock» a este diario. «Los vecinos no nos dejaron mirar, ni nos asomamos. No vimos nada. Mejor, así los puedo recordar tal y como eran», explicaba, con voz entrecortada, una compañera de la chica. Esta indicaba que la víctima había organizado un comida en su domicilio, situado en el 6º piso. «El panel de cristal que se cayó tenía un espejo muy pesado, no sé si eso pudo influir», recalcaron algunos de los asistentes.
Otros indicaron que tras el almuerzo había una fiesta en el ático, situado en el 8º, una zona común para uso de los residentes de chill-out y que ahí estaban ya muchos chavales, esperando la llegada de otros compañeros del colegio cuando sucedió la tragedia. Precisaron que de ahí se marchó la pareja y ya no regresó. Ayer todo el mundo hacía cábalas sobre el extraño siniestro. Hay muchas preguntas sin respuestas en torno al suceso que ha segado de forma brusca las vidas de Belén, la menor de tres hermanos, y de José, de una familia de seis miembros.
«El elevador es antiguo»
El director general de Industria de la Comunidad de Madrid estuvo desde primera hora de la mañana reunido con responsables de la empresa Thyssenkrupp, encargada del mantenimiento del ascensor, revisando el expediente. Lo único que trascendió es que «es bastante antiguo».
Fue construido mucho antes de 2006 y el suelo era de mármol. La reforma de las zonas comunes de la finca (de 1947) es anterior a 2013, fecha en que se renovaron los pisos para su venta. Los padres de la fallecida, dueños del bloque, encargaron su transacción a un grupo inmobiliario, salvo la casa en la que viven. Hasta el fin de las obras, en 2015, el aparato estuvo fuera de servicio para evitar daños en su interior. Luego, los vecinos colocaron el espejo.
Fabricado por la marca Silves Hidrolex, el mantenimiento del ascensor pasó a cargo de Thyssenkrupp en 2006, fecha en que absorbió a la compañía original. Desde entonces, la nueva propietaria realizaba un mantenimiento mensual a cargo de sus técnicos. El último, en el mes de abril. Antes, la Comunidad de Madrid había efectuado la última Inspección Periódica Obligatoria (IPO) establecida cada cuatro años en agosto de 2015, a través de un Control Autorizado (OCA) independiente.
Desde Thyssenkrupp lamentaron profundamente lo ocurrido y dieron el pésame a la familia de las víctimas. Confirmaron su máxima colaboración con la Policía y con Industria para esclarecer lo sucedido, precisó un portavoz.
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