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«Me voy a dormir que estoy destrozada», comentaba hacia el mediodía de este domingo una vecina de Alsasua a sus compañeros de fatiga, después de haber pasado toda la noche atendiendo a aquellos que se habían quedado atrapados en la N-1 antes de llegar a Etzegarate por el temporal. La localidad navarra se volcó con los afectados, y les proporcionó camas, comida y ropa de abrigo para mitigar una noche que, si no, podía haber resultado infernal. El pueblo, de más de 7.000 habitantes, se coordinó para atender y dar cobijo a 1.400 personas.
El frontón, el albergue y el polideportivo fueron los tres lugares a los que se trasladó a las personas que quedaron atascadas, aunque muchos vecinos también abrieron las puertas de sus casas a varias familias, «la mayoría de ellas con niños», explicaba uno. «Ha sido una noche de locura», comentaban a primera hora de la mañana en un pequeño grupo, pero que dejó a los altsasuarras un buen sabor de boca.
Sobre las 22.00 horas, el responsable del albergue municipal, Jabier Agirrebengoa, recibía un aviso del Gobierno navarro alertando de que la situación se complicaba, había 500 vehículos atascados. Se dirigió al albergue, encendió la calefacción y dos horas después, se puso en contacto con sus compañeros. Iba a necesitar refuerzos. Los servicios de emergencias empezaron a trasladar a los viajeros en sus vehículos para que pudieran pasar la noche en Alsasua. «Fue un no parar de recibir gente hasta las cinco de la madrugada», explica este hombre que lleva cerca de 30 años al frente del albergue municipal.
A todo el que llegaba se le invitaba a pasar al comedor, «les ofrecíamos un café, algo de comer y les pasábamos a las habitaciones o a las salas que habilitamos para dar cobijo al mayor número de personas posible», explica Garbiñe Zornoza, trabajadora del centro, que terminó por acoger a unas 200 personas.
Los mensajes de emergencia circularon a toda velocidad por los grupos de whatsapp de Alsasua y vecinos de todas las edades no dudaron en acercarse a prestar su ayuda. «Gente joven que estaba poteando, gente más mayor que estaba en su casa, venían con palas, vasos, café, las familias se ofrecían a abrir sus casas... E incluso el Eroski abrió para que pudiéramos comprar lo que fuera necesario, y se ha quedado vacío», explican.
Toda ayuda fue bien recibida, aún más teniendo en cuenta que los damnificados llevaban cerca de cuatro horas atrapadas en sus vehículos, de noche, y con la incertidumbre de cómo y, sobre todo, cuándo podrían emprender el viaje, la mayoría al extranjero. La gasolina empezó a escasear en algunos casos. En otros, fue la batería del propio vehículo la que se agotó, obligando a los pasajeros a permanecer en el interior sin calefacción. «Venían mujeres embarazadas, niños pequeños que estaban muy destemplados, mucha gente mayor...», explicaba Garbiñe, quien insistía en que el objetivo primordial era darles cobijo, algo de comer y que pudieran entrar en calor.
La mayoría de los atendidos, «más de un 60%», matizaba Jabier, eran portugueses que regresaban a Francia tras pasar las fiestas junto a sus familias. Los 1.400 atendidos se completaban con «un autobús de magrebíes y muchos guipuzcoanos de Beasain, Tolosa, Zarautz...», apuntaba.
resposanble del albergue
vecino de alsasua
alcalde de alsasua
El alcalde de la localidad, Javier Ollo Martínez, que se personó en el albergue por la noche, felicitó este domingo a través de las redes sociales el intenso trabajo desempeñado en Alsasua durante diez horas: «Ayuntamiento y vecinos han mostrado una solidaridad que merece ser reconocida. El cansancio que uno siente se ve recompensado por un trabajo bien hecho junto al Gobierno de Navarra, Cruz Roja, DYA, bomberos y los diferentes cuerpos policiales», escribió.
Una sensación similar mostraba este domingo Julian Claver. Este vecino de la localidad navarra no lo dudó ni un instante. A las doce de la noche, se acercó al polideportivo donde atendieron a «cerca de mil personas» que se fueron distribuyendo entre la pista y las gradas. Subraya la rapidez y la buena coordinación que hubo entre los servicios de emergencias y los vecinos.
Este altsasuarra echaba cuentas y calculaba que solo en el polideportivo se concentraron una treintena de personas de la DYA, muchas de los cuales no estaban de servicio, y otros 150 vecinos. Las sociedades gastronómicas prepararon caldos, nosotros trajimos unos 1.200 vasos que teníamos en el club de ciclismo, otros vecinos trajeron las mantas que tenían en casa, además de todas las mantas de Cruz Roja, otros biberones ya preparados para los niños...», enumeraba.
«Para que se note que en Alsasua no solo pasan cosas malas», apuntaba otro vecino que se encontraba limpiando el parquet del polideportivo. «En estos momentos se deja todo de lado y uno se centra en lo que importa que es ayudar al que lo necesita», relataba Julian.
Para las diez de la mañana, las calles empezaron a recuperar la normalidad después de una noche frenética. Las 1.400 personas que se vieron obligadas a pernoctar en la localidad navarra partieron hacia su destino y en Alsasua solo quedaron cientos de camas plegables y mantas pendientes de recoger. Desde primera hora, los afectados fueron trasladados de nuevo hasta donde se encontraban sus vehículos, que la noche anterior se vieron obligados a abandonar en la N-I. Patrullas de la Guardia Civil de la unidad de seguridad ciudadana y del subsector Tráfico de Navarra gestionaron la salida de 18 autobuses y varios turismos.
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