«En lugar de ir de fiesta nosotros vamos a ayudar»
Voluntarios de DYA y Cruz Roja de Gipuzkoa colaboran en los servicios especiales de San Fermín
ana chueca
Martes, 9 de julio 2019, 06:55
Cuando ayudar a los demás se lleva en la sangre ni siquiera una de las mejores y más internacionales fiestas del mundo sirve de ... excusa para dejar de hacer lo que a uno más le gusta. Ni a ver el encierro desde un balcón y después desayunar churros de la Mañueta, ni a acompañar a los Gigantes en su salida, ni siquiera a ver los fuegos artificiales, mucho menos a salir de fiesta. Santi Saldaña y Juan Alikain, voluntarios de DYA y Cruz Roja Gipuzkoa respectivamente, van a Sanfermines a ayudar.
Ellos prefieren la emoción y la sensación de sentirse realizados después de atender una emergencia sanitaria. Intoxicaciones etílicas, peleas, golpes de calor, pero también, astados, heridos por contusión en el encierro, incluso, un parto, son algunas de las situaciones que han atendido en Pamplona los dos voluntarios guipuzcoanos desde sus respectivas ambulancias. «Que no pase nada, pero si pasa, que por lo menos estemos nosotros» es su lema.
Ambos forman parte de una gran red de voluntarios que aprovecha sus días de descanso y vacaciones para ampliar los servicios sanitarios de emergencia en los grandes eventos de otras ciudades. Pamplona en Sanfermines, y en concreto los encierros, es uno de los mejores sitios en los que se puede ayudar, coinciden ambos. DYA y Cruz Roja Navarra reciben durante los siete días que duran las fiestas de San Fermín a decenas de voluntarios de las bases de otras ciudades. Este año, como novedad, DYA Gipuzkoa también colabora enviando un hospital de campaña y personal logístico, además del personal sanitario. Entre estos, y acompañando a Santi Saldaña, también están por primera vez los voluntarios de DYA Gipuzkoa Patxi Egaña, sanitario; Nuria Orrio, también sanitaria; Cristina Pinto y Xuban Rosco, sanitario y conductor, respectivamente.
«No hay que tener miedo a decir qué has tomado. Saber la situación de verdad facilita la atención»
Santi Saldaña | Voluntario DYA Gipuzkoa
«Ver el morro del toro tan cerca de mi cara me impresionó muchísimo en mi primer encierro»
Juan Alikain | Voluntario Cruz Roja Gipuzkoa
Santi lleva ya 16 años yendo como voluntario de la DYA a San Fermín. «Durante muchos años fui a disfrutar de la fiesta, pero ahora prefiero ir a ayudar», admite. Colabora en el dispositivo especial para el chupinazo, en los encierros y hace el turno de tarde de la ambulancia. «Siempre voy los fines de semana porque entre semana tengo que trabajar en el taller», explica el guipuzcoano que lleva veinte años como técnico sanitario y conductor de ambulancia en la DYA.
Aunque no llegó por voluntad propia al mundo de las emergencias sanitarias, Santi Saldaña no puede vivir sin lo que para él es un modo de escape de la cotidianidad: «En vez de hacer la mili hice la prestación. Me tocaron nueve meses en Cruz Roja. Y no hay como que te obliguen a hacer algo para que no te guste. Pero luego seguí formándome y me enganché», confiesa.
Juan Alikain también es conductor de ambulancia en la base de Cruz Roja de Hondarribia. Allí forma parte del equipo de salvamento de mar. Él empezó hace 38 años como voluntario porque «la opción de poder ayudar» ya era suficiente aliciente para «que algo te guste». «A San Fermín he ido dos veces. Llegamos, hacemos el encierro, nos quedamos en el servicio de la mañana de la ambulancia y volvemos para Hondarribia para la tarde», relata.
Los dos comparten que lo mejor de ser voluntarios en una entidad como DYA o Cruz Roja y montarse en la ambulancia para ayudar a la gente es la satisfacción de que las cosas salgan bien, y eso «engancha».
Santi añade un aspecto más por el que sigue apuntándose a los servicios y no deja de ser voluntario: «Es una válvula de escape. Cuando estás en la ambulancia desconectas del todo. Te olvidas del trabajo, de los problemas, del día a día. Acabas aprendiendo a no llevarte a casa lo que ves en la ambulancia y la mayoría de las veces lo consigues».
Coinciden también en la necesidad de salir y conocer cómo trabajan en distintos sitios. «Aprender cómo funcionan y aplicar todas las mejoras que se puedan al servicio propio» opinan que es una «buena oportunidad».
Encierros desde el vallado
«Que no se rompa el madero, ¡que salgo corriendo hasta Hondarribia!», recuerda que pensó el voluntario de Cruz Roja la primera vez que asistió al encierro como socorrista. «Ver el morro del toro tan cerca de mi cara me impresionó muchísimo», reconoce.
Tanto Santi como Juan colaboran en el dispositivo sanitario del encierro, además del servicio regular de las ambulancias, el dispositivo especial del chupinazo y otros. Alikain ha vivido los encierros desde el puesto que Cruz Roja tiene en la curva de Telefónica, justo antes de la entrada a la Plaza de Toros. «Donde más estrés hay, pero también donde más aprendes», describe.
Saldaña, por su parte, en sus más de quince años de experiencia, ha pasado por todos los puestos de la DYA, aunque su «preferido» es el de la «bajada de Javier, en Estafeta». «No soy muy taurino, pero los encierros me encantan», comenta. Este formó parte del dispositivo que atendió a los heridos del tapón humano que se originó en la entrada de la Plaza de Toros el 13 de julio de 2013, pero, a pesar de la experiencia y las urgencias vividas, sigue llamándole la atención «todo lo que hay que organizar para el encierro. Tres horas de preparación para cuatro minutos escasos, si llega».
Precisamente la comunicación y organización entre los puestos es uno de los elementos que más impresionó la primera vez a los dos voluntarios. «Tener información de primera mano, para adelantar el diagnóstico y el modo de actuar en este tipo de situaciones es clave», explica el de Cruz Roja.
En este sentido, Juan hace una simple petición a las personas que se encuentran en alguna situación en la que necesiten la ayuda de los sanitarios de emergencia: «No tienen que tener miedo de decir qué ha pasado y qué han tomado. Tener la información desde el principio, saber cuál es la situación de verdad, facilita mucho la atención al herido».
Otra de las cosas que más les gusta, y que pueden practicar en todos los servicios en los que ofrecen ayuda, es conocer gente nueva y distintos modos de organización y de enfrentarse a la emergencia. «Es la mejor forma de aprender», asegura Alikain. Saldaña añade que «aunque no conozcas a la gente con la que estás ese día, acabas haciendo piña. Soy de DYA Gipuzkoa, pero después de tanto años, también me siento de DYA Navarra».
Juan agrega que para colaborar en Sanfermines los encierros no son la única opción, si es que hay alguien a quien no le gusten. «Cruz Roja presta sus servicios en cien actividades distintas. Merece la pena probar cualquiera de ellas, la experiencia es muy buena».
«Estás loco»
Sus amigos más cercanos y familiares ya no se sorprenden de que cada vez que tengan unos días libres decidan subirse a la ambulancia. Mientras la mayoría de la gente acude a Pamplona del 7 al 14 de julio para disfrutar de la fiesta, ya sea de día o de noche, ellos se ponen el uniforme y van a ayudar. Es su manera de disfrutar de la fiesta a través de atender las emergencias sanitarias.
«¡Estás loco, a San Fermín hay que ir de fiesta!». Es el comentario que Julián ha recibido cada vez que ha bajado a la capital navarra a echar un cable a sus compañeros de la Cruz Roja. «Me lo dicen con todo el amor del mundo. Aunque ya me conocen y saben que está todo perdido y no hay nada que hacer».
Con Santi, «ya se han rendido», explica el guipuzcoano. «Los de la cuadrilla ya están acostumbrados a mí. Saben que no pueden contar conmigo en San Fermín. Esos días, sí o sí, se va a ayudar a la ambulancia de la DYA», declara con rotundidad. «Hay un cambio de chip. Pasas de no querer dejar las calles de lo viejo hasta que llegue el autobús de vuelta, a no querer meterte ni loco con la ambulancia en las calles llenas de gente».
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