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Una palabra y un diagnóstico que lo cambian todo. Cáncer. Una noticia que transforma la vida por completo, en un segundo. Las consultas médicas, junto ... con las sesiones de quimioterapia y radioterapia, se convierten en la nueva normalidad para el paciente oncológico y todo su entorno. Y es que la salud es primordial, pero también es esencial que quienes atraviesan esta enfermedad lo hagan «de la mejor manera posible», coinciden varios profesionales que buscan mejorar la calidad de vida de estos pacientes. Y para ello, el apoyo psicológico y psiquiátrico, el cuidado de la imagen y la autoestima, la creación de una comunidad así como los cuidados de la movilidad y el bienestar físico son primordiales.
Estas necesidades son el eje central del proyecto 'Onkologikoa 360º', impulsado por la viceconsejería de Formación Profesional del Departamento de Educación del Gobierno Vasco, que reunió ayer a expertos de diferentes disciplinas en el centro de oncología de Donostia con el objetivo de «abordar el bienestar integral de las personas afectadas por el cáncer», explica Maite Iturralde, directora de innovación de CIFP Monte Albertia.
Se tiende a «hablar de la salud física, por un lado, y de la salud mental por otro, pero realmente están más unidas de lo que parece», señala la psiquiatra Maite Arrillaga. No solo eso, sino que «la salud física interfiere muchísimo en la salud mental y viceversa. Hay que ver al individuo, al paciente, como un todo; somos cuerpo y alma y eso no se puede dividir», destaca Arrillaga, que subraya, además, la importancia de «tener siempre la mirada puesta en el paciente pero también en la familia».
«Son momentos de mucha vulnerabilidad», añade la psicóloga Paula Reguera. «En nosotras está el identificar la enfermedad mental que puede tener un paciente: ansiedad, depresión, trastornos adaptativos...». Con todo esto, dejan claro que «nadie elige tener una enfermedad, un cáncer, hay que partir de ahí». Y es que cada persona «es un mundo» y las emociones a las que se enfrentan, «una montaña rusa». En el momento inicial de la enfermedad, con el diagnóstico, la fase es de impacto; «es como un jarro de agua fría», comienza Reguera. Aunque la psicóloga deja claro que «este proceso no se puede generalizar. Cada caso, cada nombre y apellido, tiene su propio proceso y lo atraviesa a su manera».
El ejercicio y la actividad física también desempeñan un papel fundamental en los procesos oncológicos, pues el ejercicio y la actividad física «deberían ir, para todo paciente, junto con el tratamiento», apoya Jon Madinabeitia, experto en actividad física. «Los beneficios están evidenciados».
Y es que «a todos nos gusta sentirnos independientes; para un paciente el salir de casa y hacer la compra puede ser un gran logro», explica Madinabeitia, que destaca la importancia de «adaptarse a cada paciente y valorar cada situación». El educador físico recuerda «a la perfección» su trabajo con un paciente «que era aitona, tenía nietos y no podía jugar con ellos. Fuimos entrenando distintos movimientos, como agacharse, levantarse y demás, y un día acudió a la consulta llorando porque había sido capaz de pasar el fin de semana entero jugando con sus nietos gracias al ejercicio». Por ello, Madinabeitia reitera que «no solo se consiguen beneficios físicos, sino que también emocionales», finaliza.
«Dentro del proceso oncológico, la mayoría de tratamientos son muy necesarios para la salud pero no son agradables», apunta Verónica Cazalis, esteticista. Es por ello por lo que el tipo de cuidados dirigidos al bienestar, con los que «te puedes relajar, te miman, te hacen sentir mejor... son tan importantes. Te sacan, al menos por unos minutos, de ese proceso de enferma», asegura Cazalis, que subraya que «no se trata solo de sobrevivir a la enfermedad, sino de vivir con calidad». «La piel es el órgano más grande que tenemos» y hay «muchísimos efectos secundarios de la quimioterapia, por ejemplo, que se manifiestan hacia fuera, hacia la piel», explica. Por ello, «el cuerpo puede actuar como un constante recordatorio de la enfermedad, y el simple hecho de cuidar tu piel te otorga una sensación de bienestar».
Por si fuera poco, los tratamientos faciales o corporales, hidratantes y nutritivos, además de «otorgar al paciente de unos minutos para sentirse bien, suavizan la piel y permiten que ésta se vuelva a restaurar ese manto que necesitamos de protección».
Más allá de los tratamientos, el apoyo es fundamental. «No hay que pasar por esto sola, recalca Miren Cuerda, de Iñurri Elkartea, una asociación creada en 2019 en el que «estar siempre acompañadas, hablar del cáncer sin tabúes y sin ser juzgadas por nuestras decisiones». Cuerda hace hincapié en la visibilización de «todos los tipos de cuerpos, porque todos son válidos. Las que han pasado por un cáncer de mama, por ejemplo, que sepan que hay muchas mujeres sin pechos, o con uno, hay quienes se ponen prótesis externas... Hay que aceptar todo», insiste. Pero, principalmente, generar un espacio de escucha en el que «las pacientes tienen el micrófono, pues ellas tienen la verdad».
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