Nagore Taboada posa en Errenteria, donde reside junto a su familia, su «gran apoyo». AURA ERRO

Nagore Taboada: «Temo el día en que mi oncóloga me diga: no hay más tratamientos»

La errenteriarra sufre un cáncer de mama metastásico y reclama agilizar los procesos para la financiación de nuevos fármacos que sigan manteniéndola con vida

Jueves, 26 de septiembre 2024, 02:00

La errenteriarra Nagore Taboada siente como si viviera en una cuerda floja constante. Padece un cáncer de mama metastásico y aunque «ahora mismo me ... está funcionando lo que estoy tomando, igual dentro de un mes la toxicidad se dispara, me come viva y me muero en un mes. Y si no hay tratamientos, si nos los rechazan y nos los quitan, no tenemos posibilidad de seguir viviendo», cuenta esta mujer de 49 años. Sufre esta enfermedad sin cura desde hace siete años y los fármacos actuales están consiguiendo paralizar el tumor y «alargar la vida que me queda», sin embargo teme el día en el que su oncóloga le diga: «'Nagore, no tengo nada más que ponerte'» porque el tratamiento ha dejado de funcionar. «Soy consciente de que va a llegar ese día, como está pasando a muchas compañeras. Hay gente que se está muriendo en el transcurso del periodo en el que un fármaco espera a ser aprobado o financiado».

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Nuevos medicamentos como Enhertu y Trodelvy, que cuentan con el beneplácito de la Agencia Europea del Medicamento, ofrecen buenas perspectivas y años de supervivencia, pero la Sanidad española de momento no los cubre y pagar más de 5.000 euros por un ciclo de 21 días resulta inaccesible para la mayoría de estos pacientes. El Senado apoyó este martes su financiación, tal y como venía reclamando el movimiento 'Sin tratamiento, nos morimos' y hoy la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos (CIPM) decide si estos dos fármacos se incorporan al botiquín.

«Que tu vida dependa de lo que cueste ese tratamiento y que tus posibilidades de morir estén más cerca si no tienes dinero es brutal. Porque, ¿quién dispone de 5.000 euros para cada sesión? Es inasumible», afirma. También critica la tardanza a la hora de financiar determinados medicamentos de los que depende mucha gente para seguir con vida. Porque tiempo es precisamente lo que no tienen. Según un informe publicado por la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia), desde que la Agencia Europea del Medicamento da luz verde a un fármaco hasta que éste recibe la financiación pública del Sistema Nacional de Salud pasan 22 meses .

Nagore se aferra a la esperanza de poder contar con tratamientos lo suficientemente eficaces para que la dolencia se convierta en crónica. Porque es consciente de que «esto no se puede curar, no se puede operar, no es un cáncer que vas a superar. Es un cáncer que en el momento que te dan el diagnóstico te están diciendo: 'Te vas a morir'. Y vivir con un diagnóstico que te sentencia, como es un cáncer de mamá con metástasis o un cáncer avanzado, te limita a la hora de disponer de una determinada cantidad de líneas de tratamiento, por eso necesitamos que la investigación avance». Su tumor es hormonal, uno de los más agresivos. Según explica, «dentro del cáncer de mamá metastásico hay varios tratamientos, y como te toque un triple negativo (TNBC) no superas los cinco años, o sea, te mueres sí o sí a no ser que haya fármacos como el caso de estos que están pendientes. Es duro lo que estoy diciendo pero es que es real. Y muchos medicamentos se acaban rechazando porque económicamente para el Gobierno no son viables», expresa con una mezcla de escepticismo y temor. «Que nos quiten tratamientos que algún día yo pueda necesitar es duro, hace daño. Porque aunque sé que de este cáncer no te curas, lo importante es que tengamos una buena calidad de vida, entre comillas, y sobre todo, poder seguir viviendo para llegar al día en el que encuentren algo que nos haga entrar en remisión, que sería lo ideal, sería la bomba».

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El día de mañana

«Desde el inicio», el diagnóstico de Nagore fue claro: «cáncer de mama metastásico». El hígado y el pulmón también estaban afectados. Todo se desvaneció en uno de los momentos más dulces de su vida. Su hija pequeña tenía entonces un año. «Me encontraba muy cansada», cuenta. Un día se encontró un bulto en el pecho. Tenía el ganglio afectado. «Estaba en una situación de que igual no me despertaba mañana, probablemente no llegaría a las navidades, pero mi oncóloga apostó por probar una línea de tratamiento, tuve la suerte de que funcionó y hasta hoy. En total llevo 7 años», cuenta.

Aunque dice que con el paso de los años ha ido superando ciertos miedos, «nada te prepara para el momento en el que me digan que ya no hay nada que hacer. Es muy duro. Es como recibir un puñetazo en el estómago. Y te agarras a la vida como si fueras una garrapata. Esa necesidad que tienes de vivir sí o sí hace que puedas tirar para adelante. Y por supuesto mi pareja y mis hijos, que sin su ayuda sería muy difícil. Hay que permitirse tener miedo y ratos malos pero también esperanza y fe».

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Hay días en los que está «hecha un trapo» por los efectos secundarios de los fármacos, por ello subraya la necesidad de seguir investigando para mejorarlos. «Aunque te salvan la vida, te van quemando el cuerpo poco a poco. Te duelen las plantas al andar, se te despellejan los dedos, te duele el cuero cabelludo, se te irrita la piel, te salen heridas en la boca, problemas oculares...», enumera. Por ello la urgencia de «agilizar los procesos» y «no poner tantas trabas». También le sorprende las desigualdades en el acceso a medicamentos y a pruebas en función de la comunidad autónoma en la que reside el paciente oncológico. «No es normal que en un mismo país, una comunidad autónoma tenga tantas diferencias con otra. No es normal que seamos los pacientes quienes tengamos que trasladarnos con permisos a otra comunidad porque igual en Barcelona disponen de un fármaco que aquí no» o viceversa.

La donostiarra María también padece un cáncer de mama metastásico desde hace dos años y ya ha recibido «cinco tratamientos diferentes, porque dejan de funcionar y no tenemos tiempo». Por ello reclama mayores recursos para seguir investigando. «Hay a quien solo le queda esa opción para seguir viviendo y debería funcionar todo mucho más rápido» en cuanto a la aprobación de nuevas alternativas. «Somos conscientes de que en un futuro será una enfermedad curable pero ¿cuándo será ese futuro?», se pregunta esta mujer, que destaca la importancia de la prevención para poner freno a la evolución de la enfermedad.

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