Un millar de vascos se beneficiarán del uso terapéutico del cannabis

El uso terapéutico del cannabis está a un paso de recibir luz verde en España. El asunto, ampliamente debatido en el marco de la subcomisión de Sanidad del Congreso el martes, recibió el visto bueno para su aprobación primero en la Comisión de Sanidad de hoy y posteriormente en el pleno del Congreso de los Diputados, el día 30. El texto final fue aprobado con el apoyo de PSOE, Unidas Podemos, Ciudadanos, PNV y PDeCAT, las abstenciones de ERC y Bildu –dado que reclamaban un texto más ambicioso,– y el voto en contra de PP y Vox. Por lo analizado en otros países donde el uso terapéutico de esta sustancia ya está implantado hace años, desde el Observatorio Español del Cannabis Medicinal estiman que unas 300.000 personas se podrán beneficiar de la legalización a nivel estatal, de los cuales un millar son vascos.

Con el paso dado esta semana, la utilización del cannabis en el ámbito sanitario está más cerca, ya que el Ministerio de Sanidad se comprometió a aceptar las conclusiones parlamentarias, manteniendo «el rol crucial de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS)» a la hora de regular el modo en que se puedan prescribir y dispensar estos productos en el Sistema Nacional de Salud (SNS). Por tanto, este paso adelante no se traducirá en que el facultativo de turno prescriba una receta para que alguien pueda comprar esta sustancia para fumarse un porro. Tampoco se podrá recurrir a ella para paliar cualquier tipo de dolor o patología. Su uso quedará restringido a un puñado de ocasiones y situaciones.

Pedro Grandes, doctor en Medicina por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y presidente de la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides (SEIC), cuenta a sus espaldas con años de estudio en la materia y es una de las voces más autorizadas del Estado. «Que nadie piense que el cannabis medicinal va a ser un porro terapéutico», avisa. Los análisis en la materi siguen siendo limitados por no ser una sustancia legal en España, aunque sí existen «evidencias científicas» que prueban sus beneficios. «Parece ser que para determinadas patologías y enfermedades puede ser útil, avalando esta utilidad en las nauseas y vómitos asociados a la quimioterapia o la radioterapia, o para aumentar el apetito en casos de enfermos de sida. También en el caso de la rigidez en pacientes de esclerosis múltiple», expone. En otras patologías, como las psiquiátricas, gastrointestinales o cutáneas, «es posible» que también tenga efectos benévolos, aunque reconoce que no hay estudios «sólidos» para refrendarlo.

En ese sentido, el documento aprobado restringe aún más su utilización al considerar «limitados» los indicios «más sólidos». Así las cosas, habla del cannabis terapéutico como remedio para hacer frente a «la espasticidad en pacientes con esclerosis múltiple, algunas formas de epilepsia, náuseas y vómitos derivados de la quimioterapia, endometriosis, dolor oncológico y el dolor crónico no oncológico (incluido el dolor neuropático)», aunque reconoce que podría ampliarse a otras indicaciones terapéuticas «cuando los estudios aporten indicios consistentes». En ese sentido, los socialistas han cedido a algunos puntos que reclamaba su socio de Gobierno al incluir la posibilidad de que los enfermos oncológicos también puedan recibir este tratamiento.

En todo caso, la nueva norma no permitirá acceder a este tipo de tratamiento como una opción prioritaria. «Siempre van a ser terapias complementarias y no como primera opción. Cuando el resto de tratamientos no demuestren su eficacia, entonces se podría plantear la posibilidad de utilizar estos derivados del cannabis», sostiene el doctor, haciendo referencia a los dos principios activos del cáñamo, el TCH (el tetrahidrocannabinol) y el CBD (cannabidiol), responsable de moderar el efecto eufórico del primero. La Sociedad Española del Dolor (SED), por su parte, lo contempla para una tercera opción, al mismo nivel que otros medicamentos como los opioides. En estos momentos existen dos medicamentos que utilizan diferentes principios del cannabis, que se dispensan en farmacia hospitalaria. Son el Sativex y el Epidiolex, que se prescriben principalmente a pacientes con esclerosis múltiple y epilepsia, respectivamente.

Su dispensación se limitará principalmente a los servicios farmacéuticos de los hospitales. No obstante, se abre la puerta a que si están preparadas para ello las farmacias «comunitarias» (las de la calle) también lo puedan vender, reclamación que había puesto sobre la mesa Podemos. Los partidos también han aprobado que la prescripción sea en formato de «extractos o preparados estandarizados de cannabis» y el uso de las sumidades floridas (flor del cannabis) para desarrollar proyectos experimentales medicinales, una reclamación de los pacientes, ya que este modo de utilizar el cannabis por inhalación («de rescate») proporciona efectos más rápidos en los usuarios que la vía oral. «El médico es el que considera que un paciente es susceptible de utilizar cannabis o derivados del cannabis como terapia complementaria al que ya tenga», agrega el presidente del Seic.

Una de las grandes polémicas sobre la legalización del uso medicinal del cannabis está en los posibles efectos secundarios que pudiera causar. En un debate tan «polarizado» como este entre partidarios y detractores, Paquita Mateos, responsable del servicio de prevención de la Asociación Guipuzcoana de Investigación y Prevención del Abuso de las Drogas (Agipad), prefiere hacer un llamamiento a la calma. «Legislar no es malo, pero nunca debemos pensar que por el hecho de que algo sea legal eso significa que todos podamos acceder a la sustancia que sea sin ningún tipo de control, que es lo que a veces se confunde», expone. Se refiere, sin ir más lejos, a drogas legales como el alcohol o el tabaco, sobre las cuales «existen un montón de leyes que dicen que no es conveniente que los adolescentes menores de 18 años entren en contacto con ellas, y sabemos que eso no se cumple».

Porque el cannabis, que puede mejorar el tratamiento de ciertos pacientes, también puede causar contraindicaciones. En ese sentido, Mateos aclara que el THC «es una sustancia psicoactiva, tiene efectos sobre el sistema nervioso central, sobre los procesos cognitivos, la memoria a corto y medio plazo, produce alteraciones también sensoriales, tiene cierta relación con problemas mentales, puede producir un síndrome amotivacional en adolescentes... Hay muchos efectos», apunta, si bien para realizar un diagnóstico en profundidad «hay que tener en cuenta tres cosas: la sustancia, quién la está consumiendo y en qué circunstancias».

Pero por encima de todo, sin embargo, reconoce que el mayor peligro es que «baje la percepción del riesgo», lo que asegura que ha pasado tanto con el alcohol como el tabaco. «Por el hecho de ser legales, y no por otra cosa, hace que en general toda la sociedad tengamos menos percepción de riesgo de esas sustancias. ¿Eso que hace? Aumenta el consumo. Y no es lo mismo que los jóvenes vayan a probar sabiendo que tiene unos riegos, que no teniendo conciencia de eso y pensando que es lo normal».