Los médicos de Xabier Arteaga e Iñigo Goicoechea explican sus motivos para secundar la huelga de la proxima semana. Lobo Altuna
Cuatro días de paros en hospitales y ambulatorios

«¿Te subirías a un avión sabiendo que el piloto no ha dormido en 22 horas?»

Los médicos Xabier Arteaga e Iñigo Goicoechea explican que los cuatro días de huelga «son ahora porque tenemos que poder negociar nuestras condiciones laborales»

Beatriz Campuzano

San Sebastián

Domingo, 7 de diciembre 2025, 00:06

«¿Te subirías a un avión sabiendo que el piloto no ha dormido en 22 horas?». La pregunta que plantea Iñigo Goicoechea, médico del servicio ... de Radiología de la sección Vascular Intervencionista, es clara. No hace falta respuesta. «Pues tampoco habría que normalizar que un médico atienda a pacientes después de tantas horas de trabajo o sin haber apenas descansado, y es lo que está ocurriendo», explica. «Los médicos estamos cansados, hay mucho hartazgo, hemos normalizado el trabajar más de 40 horas semanales como si nada y somos humanos. Somos personas que también tenemos una vida, no somos superhombres, y no podemos estar viendo a 30-40 pacientes al día. Por nosotros y por ellos. Porque una persona cansada se equivoca más a la hora de tomar una decisión», asegura Xabier Arteaga, cirujano de la sección de cirugía Hepato-Bilio-Pancreática.

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Ellos son dos de los facultativos que han decidido alzar la voz para explicar las condiciones en las que trabajan como consecuencia de un sistema de salud «saturado» y explicar por qué la huelga convocada en todo España desde el martes hasta el viernes es «necesaria». Los facultativos buscan poder negociar sus propias condiciones laborales y que queden recogidas en el Estatuto Marco que prepara el Ministerio de Sanidad y en cuyo borrador actual, denuncian, «se ignoran nuestras responsabilidades y competencias. Queremos sentarnos en esa mesa de negociación porque ahora mismo los médicos no estamos representados. No tiene sentido que otros colectivos decidan por nosotros. Protestamos porque queremos tener voz», puntualiza Arteaga.

A sus 52 años, este cirujano del Hospital Donostia lamenta tener que hacer huelga. «No es agradable para nadie, porque dejaremos de atender a nuestros pacientes, pero es ahora o nunca. Este Estatuto va a definir la profesión para los próximos 20 años. Nunca hemos protestado, somos un colectivo que no se ha movilizado casi porque somos un grupo muy heterogéneo y lo que ocurre en un servicio no ocurre en otro, pero ahora estamos todos de acuerdo en que es el momento de hacerlo porque solo hay una única voluntad: rechazar el borrador. Llevábamos tiempo reclamando una actualización normativa que reconozca nuestra labor y, sin embargo, nos hemos encontrado un documento que no nos representa e ignora nuestras responsabilidades», insiste. «No se entiende que otros colectivos marquen nuestras condiciones. ¿Alguien entendería que bedeles y personal administrativo del Parlamento Vasco establecieran las condiciones laborales de los parlamentarios? No tendría sentido», apunta.

Los cuatro días de huelga convocados por los sindicatos llegan después de que en junio y en octubre los médicos decidieran parar. En aquellas ocasiones tan solo fue un día, frente a los cuatro de ahora, en una semana además en la que el lunes es festivo, por lo que los paros afectarán a los cuatro días laborables. Son conscientes de que sus actos repercutirán en hospitales y ambulatorios y, por eso, piden disculpas a los pacientes que se vayan a ver perjudicados, pero «nadie se hace una idea de los abusos laborales que sufrimos los médicos. Yo creo que la imagen que hay de nosotros es de unos señores elitistas, privilegiados, caprichosos y que ahora están peleando para ganar más dinero, pero no tiene nada que ver con el dinero. Que habrá también reclamaciones económicas, por supuesto, pero no es lo que pedimos ahora mismo», insiste Goicoechea.

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Quiere que se sepa que el objetivo es ofrecer una mejor atención porque no se puede seguir atendiendo «con retrasos, con prisa y ver a los pacientes en cinco minutos en consulta porque haya problemas estructurales que llevamos tiempo tapando los médicos. Piensa que hay veces que hay que explicarle a alguien que tiene un cáncer o que hay que operarlo y hay que hacerlo bien, con tiempo, con un dibujo, asegurándose de que lo ha entendido», añade.

Entre las reclamaciones de los galenos está el cómputo de la jornada y las guardias. Según explica el colectivo, la propuesta deja abierta la puerta a trabajar una media de hasta 45 horas semanales, con picos mucho mayores. «Eso significa que si en una semana trabajamos 37 horas, podemos hacer otras 60, 90... Ahora ya hacemos muchas horas porque solapamos la jornada normal con las guardias. En teoría nadie te obliga a seguir haciendo cosas o viendo pacientes al día siguiente, pero a veces por necesidades, porque un compañero está de baja, porque hay vacaciones, hay que hacerlo porque lo que hago yo, lo que hace él, lo que hacemos nosotros, no se puede sustituir tirando de la lista de contratación. Entonces al final te quedas por echar un cable y eso no entra en ninguna jornada», precisa Arteaga.

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Para atajar esas jornadas interminables proponen que la suma de la jornada ordinaria y extraordinaria no exceda de las 17 horas ininterrumpidas, y que las guardias localizadas se reconozcan como tiempo trabajado a todos los efectos, incluidos descansos y compensaciones. «Hasta ahora las guardias localizadas estaban en una especie de limbo, una tierra de nadie. El nuevo Estatuto Marco dice que la hora de guardia localizada es hora de descanso, no es trabajo», señala Goicoechea antes de explicar su situación. Él trabaja en el servicio de radiología, que está compuesto por dos subsecciones. Por un lado está la parte de neurorradiología, que son los que tratan los ictus y demás, y está la parte que llaman radiología vascular periférica, que es donde él trabaja y donde siempre hay alguien de guardia. «Estamos uno de guardia cada día y somos tres personas haciendo guardias. Yo estoy de guardia cuatro meses al año. Cuatro meses al año, que implica que tengo que estar siempre localizado con el móvil y si me llaman, que no es nada raro que nos llamen aproximadamente uno de cada tres días, yo tengo que subir al hospital en veinte minutos. Entonces, con el nuevo Estatuto Marco, eso, estar localizado cuatro meses al año, legalmente será considerado como estar descansando. Yo no voy al cine estando de guardia localizado, por supuesto no puedo tomarme una caña, no puedo ir a la piscina a nadar, porque si me llaman justo en ese rato, sabemos que es para algo muy urgente». Explica que «a nosotros generalmente nos llaman sobre todo para tratar sangrados potencialmente mortales y tienes veinte minutos para subir a toda leche. Entonces, entregas tu vida, porque somos tres y en vacaciones el que se queda tiene que hacer tres semanas seguidas. Esto es, de lunes a viernes la jornada de 8 a 15h, más las guardias. Si tienes que operar a la una de la mañana a alguien es porque no llega a las ocho… Con lo cual imagínate el grado de complejidad de pensar o resuelvo esto o el paciente se muere».

El nuevo Estatuto, sin embargo, considera todas esas horas «descanso». A ello se suma el impacto que eso tiene en su salud. Ambos detallan más situaciones en las que han tenido que tomar decisiones, cirugías que no pueden esperar y de complejidad estando cansados. «No es una excepción, es el día a día y, al final, lo pagas con insomnio, no duermes bien. Hay guardias en las que se duerme tres horas pero no descansas porque estás activado, bien por cambios, bien por necesidades de servicio… Si tú haces dos guardias en una semana, son ya 48 horas, y si te coincide que una es entre semana y otra es sábado-domingo, son 7 por 3, 21 más 48, 61 horas semanales. Lo sacas adelante dando el 300%. Pero es que el 300% lo paga tu familia y lo acabas pagando tú con tu salud».

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La situación, advierten, también está expulsando médicos. Se muestran preocupados por la fuga de talento. «Se están yendo médicos, nadie quiere ir a Atención Primaria y las condiciones de los residentes son precarias».

También solicitan la eliminación progresiva, en los próximos tres años, de la jornada complementaria obligatoria, de modo que cualquier tiempo trabajado más allá de las 35 horas semanales sea voluntario, incentivado con una retribución adecuada y acompañado de descansos compensatorios justos. «Ahora el Ministerio de Trabajo negocia para establecer 37 horas semanales, 38 horas y media, y a nosotros nos quiere firmar en el 2025 una novedosa actualización en la que nos dice que 45 horas semanales de media. Es una vergüenza», exclama el cirujano. Para limitar las horas o que estas estuvieran mejor recogidas, proponen fichar tal y como obliga la ley a registrar la jornada laboral de todos los empleados. «Nosotros estaríamos por la labor, si eso condiciona que esas horas se pagaran como hay que pagar y cotizaran, porque ahora no computan. Piensa que un médico que hace guardias, en su vida profesional, acumula un extra de siete, diez años de vida laboral, que no le han contado».

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También piden que el acceso al grupo A+ de la clasificación profesional quede reservado al personal médico y a los titulados superiores, en función de la responsabilidad y la naturaleza de sus funciones. Las reivindicaciones incluyen también la posibilidad de acceder a la jubilación anticipada sin pérdida de poder adquisitivo, mediante el reconocimiento de las actividades de riesgo y la consideración del 100% de la jornada extraordinaria. Se reclama que las pagas extraordinarias incorporen no solo una mensualidad, sino también los trienios y todos los complementos retributivos

Los MIR también protestan

Los residentes tampoco escapan al problema. Una MIR de primer año del Hospital Donostia, que prefiere mantener el anonimato, lo expone con claridad: «Tenemos que mejorar nuestras condiciones. No podemos asumir que todas las semanas tengamos una o dos guardias porque seamos pocos en nuestro servicio. Hay semanas en las que he podido hacer 52 horas. ¿Se pagan? Sí, pero no me cotizan», explica. Se queja, como otros facultativos, de la sobrecarga de trabajo y lamenta que hay veces en las que algunos pacientes tienen que esperar cinco horas en Urgencias para ser atendidos. Además, ella que está en formación, a veces no se atreve a preguntar a los adjuntos por «apuro, porque los veo saturados. Pero es normal que estén así. Quién no lo estaría si lleva 18 horas seguidas trabajando, está cansado y tiene que tomar decisiones en esas circunstancias». El mensaje final es claro. «No hacemos esto por capricho, no es para ganar más. Es para tener una medicina mejor y de más calidad», afirma Arteaga. Aún mantienen la esperanza de que Sanidad rectifique: «El Ministerio todavía está a tiempo de incluirnos en el diálogo, conocer nuestras peticiones y respetar la dignidad del ejercicio profesional».

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