Descubre cómo cuidar tu piel con la edad: menos duchas, más hidratación
Descubre por qué reducir la frecuencia de los baños puede ser beneficioso para tu piel según los expertos
I. R.
Miércoles, 28 de agosto 2024
La importancia de la ducha es crucial para un cuerpo sano, pero ¿cuántas veces a la semana debemos ducharnos según vamos envejeciendo? Esta pregunta, aparentemente sencilla, esconde una respuesta más compleja de lo que imaginamos pues la piel experimenta cambios significativos con la edad, algo que requiere una adaptación de nuestros hábitos de higiene.
La piel envejecida: una barrera más frágil
Con el paso de los años, nuestra piel se vuelve más fina, seca y sensible. La producción de sebo disminuye, la epidermis se adelgaza y la renovación celular se ralentiza. Estos cambios hacen que la piel de los adultos mayores sea más vulnerable a la irritación y a la deshidratación.
La Dra. Sylvie Meaume, dermatóloga especializada en el cuidado de la piel del hospital Rothschild de París explica que «la piel de las personas mayores es como papel de seda, más delicada y susceptible a las agresiones externas». Un lavado demasiado frecuente o con productos agresivos puede dañar la barrera protectora natural de la piel, dejándola expuesta a bacterias y perdiendo su capacidad para retener la humedad.
Menos es más: la clave para una piel sana
Al contrario de lo que dice la creencia popular de que la higiene diaria es esencial para todos, los expertos recomiendan limitar la frecuencia de las duchas para las personas mayores. «A partir de los 65-70 años, lo ideal es enjuagarse el cuerpo diariamente, pero usar jabón solo cada tres días».
¿Por qué esta recomendación? La respuesta es simple: una piel más seca necesita menos lavados. El uso excesivo de jabón puede eliminar los aceites naturales de la piel, dejándola aún más seca y propensa a la irritación.
Consejos para una higiene adaptada
-
Limpieza suave: Opta por jabones suaves y sin perfume, y evita frotar la piel con fuerza
-
Hidratación diaria: Aplica una crema hidratante después de cada ducha para restaurar la barrera cutánea
-
Atención a las zonas sensibles: Limpia a diario las zonas más propensas a la sudoración y al mal olor, como las axilas, los pies y las zonas íntimas
-
Agua tibia: Evita el agua demasiado caliente, ya que puede resecar aún más la piel
La frecuencia y la forma en que nos duchamos, por lo tanto, deben adaptarse a las necesidades de nuestra piel a medida que envejecemos. Al reducir la frecuencia de los lavados y utilizando productos suaves, podemos ayudar a preservar la salud y la comodidad de nuestra piel según los especialistas.