
Javier Ruiz
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Javier Ruiz
Alrededor de 2.500 personas sufren de párkinson en Gipuzkoa, la segunda enfermedad neurodegenerativa más prevalente solo por detrás del alzhéimer. Javier Ruiz, neurólogo del ... Hospital Donostia e investigador de Biogipuzkoa, lleva más de dos décadas dedicado a su estudio. Ayer ofreció una charla sobre párkinson y parkinsonismo en una ponencia organizada por Aspargi, que con motivo hoy del Día Mundial de esta patología llevará a cabo una serie de actos en su sede de Donostia, en el paseo Zarategi del barrio de Intxaurrondo.
– Parkinson y parkinsonismos. ¿Cuál es la diferencia?
– Son enfermedades que, aunque comparten una serie de síntomas en común, son diferentes entre sí. Realmente son muchas enfermedades diferentes que juntan en común una serie de síntomas de inmovilidad que se llama parkinsonismo. Ocurre igual con las demencias, que es la pérdida de capacidades de las cuales la más frecuente es la de tipo alzhéi-mer.
– ¿Cuál es la prevalencia?
– Mucho menor. La enfermedad de párkinson tiene una prevalencia muy alta, de entre el 1% y el 2% de la gente de más de 65 años. La del parkinsonismo no llega al 0,4% o al 0,2% de la población mayor.
– ¿Cuál es el perfil de los que sufren esta enfermedad?
– No son muy diferentes. La edad de presentación es muy parecida. Sí es cierto que si te dedicas a este tipo de enfermedades hay una serie de detalles que son signos de alarma, situaciones en las que crees que un paciente tiene párkinson pero en la que te preocupa algún síntoma que te ha contado esa persona.
– ¿Por ejemplo?
– Un detalle muy habitual es que hay pacientes que sospechas que tienen enfermedad de Parkinson y que te llama la atención que muy pronto empiezan a caerse con una gran facilidad. Eso no es lo más habitual en las personas con el diagnóstico inicial de Parkinson. O que tengan una alteración de la movilidad de los ojos muy limitada y les ves con una mirada muy centrada que apenas mueven hacia los lados y hacia arriba y hacia abajo.
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– ¿El abordaje es muy distinto?
– Desde el punto de vista del tratamiento, en el comienzo no es distinto porque la medicación que se pone para la enfermedad de Parkinson también la ensayas en el parkinsonismo. Lo que pasa es que no responden de la misma manera. En la enfermedad de Parkinson la medicación realmente es llamativamente positiva, mejora el síntoma de una manera muy evidente. La gran faena es que no tenemos tratamientos específicos para cada una de ellas. Se emplean los fármacos de la enfermedad de Parkinson a sabiendas de que no van a funcionar igual. Realmente la pena es que no hay otra alternativa.
– ¿Por qué desconocemos mucho más de lo que sabemos ya del párkinson?
– Nos queda mucho por saber. En enfermedades asociadas al envejecimiento hay muchas incógnitas, es muy difícil precisar la cantidad de detalles que se nos escapan todavía. Pero también es verdad que hay aspectos ilusionantes en la investigación que te hacen ver que se van acercando épocas de tratamientos más personalizados, más dedicados a lo que está pasando realmente en el cerebro de las personas que tienen párkinson. Y prueba de ello es que actualmente los pacientes con enfermedad de Parkinson tienen una esperanza de vida prácticamente igual al resto.
– Cuando a una enfermedad se le pone el apellido de neurodegenerativa, ¿también se le pone el de incurable?
– El proceso de envejecimiento es obligado en la etapa de la vida humana. Y sí, es el factor más importante para la aparición del párkinson. Pero no por eso la palabra neurodegeneración tiene que llevarnos a pensar que no hay nada que hacer. Los conceptos de 'neurodegeneración', 'progresión' o 'no hay tratamiento o cura' no ayudan demasiado, y la verdad es que no nos gustan, porque estigmatizan mucho a la persona, la hacen tener una perspectiva mucho más negativa de su evolución.
– Si no la podemos curar, ¿cómo ralentizamos su aparición?
– No hay ningún tratamiento médico que pueda ralentizar la enfermedad o cambiar su curso evolutivo. Hay ensayos de fármacos que tienen buena pinta en ese sentido, porque están llegando a la raíz del problema, pero siguen siendo ensayos. Pero no por eso hay que dejar de hacer cosas. En una enfermedad como esta, donde el movimiento es la característica básica de la enfermedad, puedes combatir el movimiento precisamente con movimiento. Está demostrado que el ejercicio físico ayuda a intentar que la enfermedad vaya de una manera un poquito más lenta. Un ejercicio físico que no es un simple paseo, sino cuanto más intenso, mejor.
– ¿El párkinson puede afectar también a personas jóvenes?
– Sin duda. Aunque nos acordamos de la población diana, que es entre los 60 y los 70, hay pacientes con enfermedad de Parkinson que se llaman de debut precoz, por debajo de los 50, y luego está el párkinson juvenil, por debajo de los 30 años, e incluso el infantil.
– ¿La evolución de la enfermedad es muy diferente?
– Cuando tienes párkinson a una edad 'que no toca' te encuentras con una paradoja. Lo positivo es que tienes una enfermedad en un cerebro sano; es decir, en un cerebro que probablemente no haya estado sometido a otros problemas y, por lo tanto, es un buen cerebro. Pero también es cierto que te encuentras con que tienes por delante 30, 40 o 50 años de vida y que te obliga a ser más incisivo en el tratamiento porque tienes que conseguir mejorar la situación en esa edad.
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