«Hay una carestía importante de especialistas»

– ¿Qué secuelas ha dejado la pandemia a la población en el aspecto de la salud mental?

– Hemos encontrado tres tipos de problemas predominantes. En la primera fase de la crisis sanitaria la ansiedad, en las posteriores el estrés, en algunos casos con consecuencias psicosomáticas como dolores o problemas gastrointestinales, y al final la depresión y el cansancio, lo que hemos denominado fatiga pandémica, con hastío y falta de motivación.

– Se ha registrado un aumento significativo de muertes por suicidio entre los jóvenes.

– La población juvenil ha sido la más afectada por los efectos de la pandemia. Principalmente consecuencia del confinamiento, porque son un grupo donde es muy importante la socialización, y eso ha sido muy duro para ellos.

– ¿Y qué hay de los mayores, los más castigados por la crisis?

– En el caso de las residencias, lo más duro para ellos ha sido la falta de contacto con la familia. En los primeros brotes hubo también una mortandad muy alta, donde se desarrolló miedo al contagio y un duelo dentro de las propias residencias.

– ¿Cómo ha afectado a aquellas personas que ya tenían patologías mentales previas?

– Lo peor para ellos ha sido la eliminación de las consultas presenciales. Hay que recordar que en salud mental, salvo los casos severos, la mayoría de los trastornos se atienden en Atención Primaria, y el acceso presencial a la misma sigue muy limitado. Esta crisis no ha hecho sino destacar las carencias del trabajo conjunto entre la Primaria y la red de salud mental.

– ¿Cuáles son esas carencias?

– La coordinación entre ambos ámbitos sanitarios es un tema que sigue sin resolver. Ni siquiera se ha abordado, por lo que está todo por hacer. Y además, hay una carestía de profesionales muy importante, tanto en Atención Primaria, donde la situación es crítica, como en salud mental. En esta última la situación en Euskadi no es mala, pero se empieza a notar una falta de médicos. Y a nivel estatal, los ratios están por debajo de otros países vecinos. Todo ello, teniendo en cuenta que a medio plazo se va a producir la jubilación de muchísimos profesionales.

– Además de en esa coordinación, ¿dónde se debe poner el foco en el ámbito de la salud mental?

– Por un lado en desarrollar protocolos específicos de actuación, como se ha hecho con los suicidios, para trastornos como la depresión. No se trata de manera adecuada, se nos olvida que es un problema serio para el que no hay estrategias preventivas desde sectores como el laboral y otros. Hay un gran trabajo que hacer. Y luego están las nuevas adicciones.

– ¿Se refiere a la adicción a las redes sociales?

– Por ejemplo. Son las conocidas como comportamentales, como el abuso del juego online o de internet. Y esto está provocando a su vez una escalada de otros trastornos como los de las conductas alimentarias, en chicas jóvenes, vinculado a Instagram y el estereotipo de imagen perfecta.