«No hay día que me levante sin dolor». Son palabras de Mónica —un nombre ficticio, ya que esta persona prefiere guardar el anonimato—, una mujer de 40 años que desde los 25 sufre de endometriosis y desde hace 10, de fibromialgia. Es una de las mil vascas que se verán beneficiadas por la legalización del uso del cannabis, una sustancia que, asegura, le ha ayudado a «tener controladas» las dos enfermedades. «He podido volver a retomar, entre comillas, mi vida. Antes eso era impensable, no podía estar más de una hora de pie por los dolores, ni si quiera podía levantarme de la cama», relata.
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El hecho de que el uso terapéutico del cannabis no esté legalizado en España, sin embargo, le ha supuesto cubrir una auténtica carrera llena de obstáculos cuando tuvo conocimientos de los beneficios medicinales de esta sustancia. «Fue bastante complicado. Tuve que informarme a través de redes con personas que están trabajando en otros países. De ahí, con esa información, fui a un médico en Barcelona que trabajaba en una clínica donde atienden a pacientes que usan cannabis. Y después fue todo un campo de autoconocimiento, ir descartando mediante prueba y error hasta que dimos con una dosis y un tipo de cannabis que era el que me venía bien, uno para los dolores musculares y otro para el de la zona de los ovarios», explica.
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Mónica lo consume en forma de vaporización. «No llegamos a combustionar la sustancia. Usamos unos extractos concentrados para tener una dosis un poco más alta y sobre todo formatos ácidos, que son los que ayudan al sistema inmunológico a subir las defensas y a atacar a los quistes. Lo sometemos a una temperatura exacta de calor para más descombustión y para que no haya partículas cancerígenas, ni riesgos derivados del consumo». Los beneficios, apunta, son inminentes. «Después de la inhalación los dolores desaparecen en cuestión de segundos. Noto que la espalda vuelve a tener una flexibilidad, que puedo mover los brazos, el cuello...», relata. Así, con este nuevo tratamiento admite haber podido dejar de lado «muchísimos antiinflamatorios y analgésicos» que tomaba antes.
Lamenta, sin embargo, que sea un método «paliativo, dura unas horas, pero no me cura la enfermedad». Esta usuaria, no obstante, celebra «cualquier avance» que se dé en el campo de la legalización del cannabis terapéutico en España, si bien admite que la futura ley debería de ser «más ambiciosa» ante la «persecución y vacío» que sienten ahora.
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