Un arma para derrotar a un virus

Nunca en la historia de la ciencia se ha logrado producir una vacuna en tan poco tiempo. La de Pfizer- BionTech fue la primera y tras ella han llegado más. Hay muchas preguntas sobre su eficacia y su seguridad.

La vacuna está diseñada para enseñarle al sistema inmune a combatir el coronavirus. En lugar de inocular un virus, como hacen las vacunas tradicionales, introduce un código ARN mensajero con las instrucciones para crear la proteína de la corona del virus, la misma que usa para abrir e infiltrar la célula humana. La persona inoculada produce copias de esa proteína, aunque no del resto del virus. Cuando el cuerpo la detecta, aprende a producir anticuerpos neutralizantes que impiden que el virus llegue a infectar nuevas células en caso de infección real.

Se requieren dos dosis para conseguir la máxima protección, que se administran con una separación de entre 21 y 28 días. Aunque la primera proporciona ya cierta protección, la segunda actúa de refuerzo y provoca que el sistema inmunitario genere células de memoria de larga duración que circularán por el organismo para protegerlo.

El índice de eficacia es del 95% en general y del 94% entre los mayores de 65 años (lo que se considera población de riesgo). En un reciente informe, las autoridades sanitarias de Estados Unidos han revelado que la primera dosis es efectiva en un porcentaje superior al 50%. A los siete días de la segunda dosis, la eficacia se eleva al 95%, muy por encima del 50% considerado efectivo para una vacuna.

Todas las reacciones adversas descritas hasta el momento son leves y a corto plazo, y no todos los que han recibido la vacuna en los ensayos clínicos las han padecido. Las más habituales, que suelen aparecer entre uno y dos días después de la vacunación y duran menos de una semana, son dolor y enrojecimiento de la zona en la que se aplica el vial, sensación de malestar similar a la de un catarro leve, fatiga y dolor de cabeza. Estos efectos secundarios son más frecuentes en personas menores de 55 años y suelen darse mayoritariamente tras recibir la segunda dosis. Dos de las primeras 5.000 personas que se inocularon la vacuna en Reino Unido presentaron una reacción alérgica grave tras recibir el medicamento, pero se trataba de individuos que padecían alergias severas. Falta conocer qué sustancia les provocó la alergia.

En las redes sociales circulan mensajes que advierten de que la vacuna causa un daño genético irreversible e irreparable a las personas. Esta afirmación es absolutamente falsa. Es imposible que el ARN mensajero pueda alterar la información genética de un individuo.

Según la Organización Mundial de la Salud, se espera que la vacuna sea eficaz durante al menos seis meses. Mientras tanto, para lograr una inmunidad global hará falta vacunar al 70% de la población.

Ha demostrado en ensayos con decenas de miles de voluntarios de todo el planeta que es segura y efectiva.

Pertenece a un tipo de vacunas llamadas «ultrafrías» porque deben transportarse a temperaturas por debajo de los -70º C. La mayoría de las demás vacunas no requieren temperaturas de almacenamiento tan bajas. Eso representa un reto, pues muchos países y áreas rurales no cuentan con los equipos adecuados para alcanzar esas temperaturas.

Aunque una persona se vacune, no podrá bajar la guardia respecto a las medidas de seguridad anti-Covid y deberá seguir usando mascarilla, realizar lavado frecuente de manos y mantener distancia de seguridad interpersonal. Antes de que se levanten en un país las restricciones tiene que haber unas cifras elevadas de población vacunada para lograr inmunidad de rebaño.