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L. G.
Viernes, 4 de abril 2025, 12:23
El pediatra Carlos González, autor de libros como 'Mi niño no me come' y 'Bésame mucho', ha lanzado una advertencia sobre un error frecuente en la crianza: pedir a las monitoras escolares del comedor que «consigan» que el niño coma. «No cometas ese error. Si tu hijo no quiere comer en casa, no digas en la escuela 'os lo voy a dejar a comedor a ver si vosotras podéis conseguir que coma'», ha afirmado González en su podcast 'Criando sin miedo'.
El experto denuncia que en pleno siglo XXI, en España, aún se observan prácticas punitivas en algunos comedores escolares que no solo no ayudan, sino que pueden dañar seriamente la autoestima y la relación del niño con la comida. «He visto con más frecuencia niños ridiculizados por no comer. Hoy en día, como no sabe comer como los niños de cuatro años, pues le mandan a la clase de los bebés, que 'ellos no saben comer'», explicó el pediatra. «He visto niños castigados: todos los demás han acabado de comer y están en el patio jugando, esperando que empiece la clase de la tarde, y tú te tienes que quedar aquí sentado en el comedor porque no has acabado. Entonces, está perdido».
Carlos González insiste en que el verdadero motivo por el que la mayoría de los niños sí comen en la escuela es porque, simplemente, les dejan en paz. Sin presiones, sin castigos, sin amenazas. «Si la monitora del comedor, en vez de dejarla en paz, se centra en ese niño mientras deja tranquilos a los otros 14 porque su madre le ha insistido, 'a ver si consigues que coma', entonces va a ser peor que en casa», afirmó tajante.
El pediatra recuerda que el apetito infantil no es regular ni predecible, y que forzar o manipular a los niños para que coman puede producir efectos contraproducentes a largo plazo. «El niño no necesita que le enseñes a comer. Necesita que confíes en él, en su instinto, y que le ofrezcas comida de forma natural, sin premios ni castigos», ha dicho en múltiples ocasiones.
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Carlos González anima a las familias a desterrar el miedo al «no comer» y a apostar por una relación sana y respetuosa con la alimentación. Y lanza una recomendación clara: nunca pongas al colegio en el papel de forzador. «No es su función, y no va a funcionar. Solo servirá para que el niño asocie la comida con tensión, vergüenza o tristeza».
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