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Ernesto Alterio y Juana Acosta han puesto fin a quince años de relación pero siguen siendo buenos amigos.
Partiendo uvas

Partiendo uvas

El año que se va deja un reguero de separaciones entre las parejas famosas. La ruptura más sorprendente ha sido la de Miguel Bosé. La más llorada, la de Amaia y Alfred

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Domingo, 30 de diciembre 2018, 10:12

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Se va 2018 y sus efectos colaterales. En China el año del perro todavía no ha terminado, pero algunas parejas famosas ya llevan la marca de sus dentelladas. Han partido peras y no comerán juntos las uvas. Ni esta Nochevieja ni probablemente ninguna otra. Que se lo digan a Miguel Bosé, a Amaia Romero, a Ernesto Alterio, a Blanca Suárez... Son algunos de los rostros conocidos que en los últimos 365 días han experimentado lo que es tener el 'corazón partío' o partirle el corazón a otro. Supervivientes del desamor, terminan el año de una forma muy distinta (o junto a alguien muy diferente) de cómo lo comenzaron.

Puestos a hablar de campanadas, la más sonora la dio Miguel Bosé. O mejor dicho, Nacho Palau, al sacar del armario no ya una ruptura, sino toda una relación de pareja de 26 años. Resulta que el escultor valenciano y el famosísimo cantante habían celebrado hace poco las 'bodas de plata' de una convivencia clandestina de la que, salvo amigos como Víctor Manuel (que se tomó la separación sin el menor asombro), nadie se había enterado. Todo lo que tuvo de discreto y misterioso el idilio lo ha tenido de escandalosa y escabrosa la ruptura. La expareja se ha repartido a sus cuatro hijos -Diego, Tadeo, Ivo y Telmo- a la manera salomónica: un par de mellizos para cada uno. Lo cual no ha evitado que Palau interponga una demanda contra Bosé «en defensa de los derechos e intereses» de sus hijos y para la regulación de visitas y alimentos.

La reacción del cantante ante semejante dardo fue colgar en Instagram la foto de una cigüeña herida, inmovilizada por culpa de un contaminante film transparente, junto a la frase: «Se acabó. Ya no podré acariciar a mis hijos. Ya no podré ser igual a mis iguales. Ya nunca más podre volar...». Y una etiqueta que decía: 'No al plástico'. Pero que, dada la profesión de Palau, bien pudiera haber dicho: 'No al artista plástico'.

Bastante menos dramática ha sido la separación de los actores Ernesto Alterio y Juana Acosta, tras una convivencia de quince años de la que nació hace doce su hija Lola. «La relación entre nosotros es extraordinaria», asegura Acosta. Ayuda probablemente que, a los pocos meses de romper, ambos ya estaban felices en brazos de otras parejas. La de Juana, un atractivo arquitecto once años menor que ella. Y la de Ernesto, una escultural actriz, Ella Jazz, también bastante más joven que él. Algo parecido le ha ocurrido a Blanca Suárez. Su ruptura con Joel Bosqued, que saltó el pasado enero cuando él dejó de seguirla en las redes, quedó pronto eclipsada por la frecuencia con que la actriz se dejaba ver con Mario Casas, romance bomba que la propia Suárez acabó confirmando en el mes de abril...

A por abrazos

Que «la mancha de mora con otra verde se quita» es un refrán que se han aplicado este año algunos de los 'triunfitos' de la pasada edición. Amaia Romero y Alfred, los 'Sergio y Estíbaliz' versión 'millennial', rompían su relación mucho después de participar en Eurovisión (algunos hubieran deseado que lo hicieran antes y se ahorraran ese penúltimo puesto). A él se le vio llorar... A ella, consolarse con Diego Ibáñez, vocalista del grupo de rock Carolina Durante. También el correoso Cepeda acabó compuesto y sin Aitana. Ella, que ya había roto con su novio anterior por Cepeda, parece haberse refugiado en otros brazos... Concretamente, en los de Miguel Bernardeau, actor e hijo de la actriz Ana Duato. A nadie se le escapa que el rostro pícaro de Aitana podría ilustrar la portada del libro de Vargas Llosa 'Travesuras de la niña mala'.

Mónica Naranjo también ha cambiado este año de estado sentimental y civil. En julio anunció su separación del 'mosso d'Esquadra' que un buen día acudió a su domicilio por un intento de robo y que tiempo después acabó convertido en su mánager. Mónica, que consideraba a Aitor, el hijo de su pareja, como propio, emitió un comunicado en el que explicaba que la decisión la habían tomado «de mutuo acuerdo» y «desde el cariño y el respeto». Ahora la incombustible Naranjo pregona que busca el amor de un hombre joven... Como le confesó a esta periodista hace unos años: «No quiero acabar como algunas de mis compañeras, que llegan a una edad madura sin nadie que las abrace». De momento, esta Nochevieja, la cantante se tomará las uvas soltera.

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