Día Mundial del Agua 2019: no dejar atrás a nadie
El lema adoptado por Naciones Unidas para el Día Mundial del Agua de este año nos hace reformularnos la pregunta de por qué celebrar un ... día mundial y preguntarnos para quién lo celebramos. La respuesta la encontramos en el propio lema: Agua para todos, no dejar a nadie atrás.
Existe un número elevado de personas en el mundo que en su día a día tiene dificultades reales para acceder a lo que es un derecho humano esencial y hacerlo, además, de forma segura, higiénica, fiable y económica. Para muestra un botón que tiene el tamaño de dos tercios de la población mundial actual: 4.000 millones de seres humanos sufren una grave escasez de agua durante al menos un mes al año.
Es cierto que ha habido avances importantes en los últimos años respecto al acceso básico al agua potable, entendiéndose ésta como agua de una fuente mejorada, siempre que el tiempo de recolección no supere los 30 minutos de ida y vuelta, incluyendo el tiempo haciendo cola. Según informes oficiales, en 2015, 181 países habían alcanzado una cobertura superior al 75% con al menos servicios básicos de agua potable. Pero también es verdad que 844 millones de personas todavía carecían ese mismo año de un servicio de estas características.
Gran parte de esta población privada de un acceso digno y seguro al agua potable se concentra en sectores discriminados por razones de distinta índole. La cobertura de servicios hídricos administrados de forma segura varía considerablemente según las regiones, siendo el África Subsahariana, con tan sólo un 24%, la más castigada de todas. Asimismo, existe un desequilibrio tangible entre subregiones más urbanizadas y las rurales por no hablar de cómo afectan de manera significativa los quintiles de riqueza a la hora de conseguir agua potable.
Las cifras oficiales no mienten, la vulnerabilidad de ciertos sectores de la población es una realidad. Así, las desigualdades de género en el acceso al agua son importantes y persistentes en muchos países. De hecho, la responsabilidad de recolectar agua recae principalmente en mujeres y niñas en un 75% de los hogares sin acceso al agua potable en sus instalaciones. Las personas con diversidad funcional deben enfrentarse frecuentemente a dificultades para llegar a los puntos de acceso al agua que, en muchos casos, no suelen estar diseñados teniendo en cuenta sus necesidades especiales. Desde el punto de vista de los indicadores de bienestar, incluido los de acceso al suministro de agua y los servicios de saneamiento, los pueblos indígenas permanecen rezagados respecto a la población en general, incluso en los países más desarrollados.
Uno de los grupos más vulnerables y desfavorecidos lo componen los migrantes, al tener que hacer frente a dificultades y retos excepcionales para acceder a un suministro de agua potable y sistemas de saneamiento dignos en las áreas de tránsito y destino. A finales de 2017, 68,5 millones de personas, un número sin precedentes, se vieron obligadas a dejar sus hogares para escapar de conflictos armados o desastres naturales, forzándoles a tener que salvar barreras casi infranqueables para lograr un acceso digno a agua potable.
Independientemente del género, sueldo, capacidades físicas y psíquicas y la raza del que uno proceda, que todos los habitantes de este globo podamos con un solo gesto abrir un grifo en nuestras casas y que lo que resulte sea simplemente agua potable puede convertirse en uno de los cimientos más fluidos, pero a la vez más sólidos para la construcción de una sociedad incluyente, igualitaria, sostenible y pacífica. La investigación científica, el desarrollo y la innovación son herramientas esenciales en la búsqueda de soluciones técnicas para mejorar la accesibilidad al agua potable y saneamiento, muy especialmente de aquellas que se adapten a los sectores más vulnerables. Pero para poder lograrlo, es crucial que el sistema político y económico proporcione oportunidades para que las personas en situaciones desfavorecidas puedan participar activamente en la toma de decisiones e implementaciones de sus propias soluciones de gestión del agua. La conciencia pública y el empoderamiento de las comunidades son críticas para el cumplimiento de los derechos humanos al agua potable y al saneamiento. Cada uno de nosotros puede ser un actor clave para que el agua sea para todos, pero serán las personas más discriminadas las que con su voz y desde su experiencia vital puedan enseñarnos el camino para que el panorama actual de un giro de 180 grados.
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