El mensaje de una nutricionista sobre los comedores escolares: «Comer no es solo alimentarse»
La experta pide una reforma urgente en la formación de los monitores escolares y denuncia prácticas que califica de «dañinas» en la hora del comedor
L. G.
Martes, 28 de octubre 2025, 09:46
«¿Podemos hablar de los monitores de comedor escolar? Porque de verdad este es un melón que alguien tiene que abrir». Con esta contundencia, la nutricionista Naila Martínez ha alertado de una realidad poco visible pero cotidiana: lo que sucede en los comedores escolares cuando los adultos encargados carecen de formación emocional y educativa.
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Martínez denuncia que, en muchos centros, los monitores «presionan para comer o ignoran las señales de hambre y saciedad de los niños», algo que considera especialmente grave. «El acto de comer no es sólo nutrición, es relaciones, autonomía, respeto y aprendizaje. Es un momento en el que el niño tiene que poder decidir cuánto come, sin presiones, sin premios, escuchando su propio cuerpo», sostiene.
La especialista recalca que el problema no está en la intención de los profesionales, sino en la falta de formación específica. «Tener un carnet de manipulador de alimentos no es suficiente, eso es lo mínimo. Estamos dejando que monitores y monitoras con responsabilidades enormes estén con nuestros niños sin herramientas reales para acompañarles en un momento tan clave como la comida», advierte.
Martínez pide que se establezca una formación obligatoria en desarrollo infantil, alimentación respetuosa y acompañamiento emocional. «Se improvisa, se controla, se castiga, se ignora. ¿Dónde está la formación? ¿Dónde está la mirada a la infancia?», cuestiona.
Entre las prácticas más preocupantes, la nutricionista menciona la obligación de acabar todo lo del plato o las amenazas de no salir al patio si no se come suficiente. «Frases como 'si no te lo acabas, no juegas' o 'come más rápido que se acaba el tiempo' son habituales. ¿De verdad eso es educar? ¿Eso es cuidar? No. Eso es perpetuar prácticas dañinas», denuncia.
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Martínez subraya que muchas de estas conductas no parten de la mala fe, sino de la falta de recursos. «Nadie les ha enseñado otra manera de hacerlo», explica, recordando que la hora del comedor debería integrarse en el proyecto educativo del centro.
«Sin gritos, sin presiones, sin chantajes, sin castigos»
La nutricionista también advierte sobre la escasa sensibilidad hacia los niños con alergias, intolerancias o dificultades sensoriales. «En muchos casos se sienten apartados o invisibles porque no hay suficiente formación para atenderlos con respeto y conocimiento», señala.
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Por eso, reclama protocolos claros para situaciones como el rechazo alimentario o los conflictos en la mesa, y supervisión real para garantizar un trato digno: «Sin gritos, sin presiones, sin chantajes, sin castigos».
Martínez propone un cambio de enfoque: que los comedores escolares dejen de ser «una pausa entre clases» y se conviertan en un *espacio educativo y emocionalmente seguro. «El comedor escolar no es un parche, es parte del desarrollo de la infancia. Y por supuesto participación de las familias, porque esto no se puede trabajar en compartimientos separados», concluye.
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