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Jokin Zabala muestra la lubina que pescó en aguas de Hondarribia.
Una lubina de seis kilos en Hondarribia

Una lubina de seis kilos en Hondarribia

El pescador alegiatarra Jokin Zabala capturó un descomunal ejemplar en el espigón junto a la playa

JAVIER PEÑALBA

SAN SEBASTIÁN.

Martes, 9 de octubre 2018, 08:21

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Es octubre: mes con 'erre' y por tradición, bueno para la pesca. Si no, que se lo pregunten al alegiatarra Jokin Zabala que la madrugada del pasado sábado capturó un pedazo de lubina. El ejemplar dio en la báscula nada menos que 6 kilos y 350 gramos. Ahí es nada. La pieza fue vendida a un restaurante a un precio que no ha sido desvelado. «Me pagaron bonitamente», reconoce Jokin.

La madrugada estaba agotando sus horas. En el interminable espigón de la desembocadura del Bidasoa, junto a la playa de Hondarribia, Jokin y su novia Jone disfrutaban de una noche otoñal. Son dos practicantes de la pesca desde tierra. Su afición, además de hacer acopio de excelentes capturas como puede verse, les permite hacer turismo por todo Euskadi y más allá de la comunidad autonómica. Getaria, Mundaka, Francia, Hondarribia... son solo algunas de las plazas en las que han visto amanecer en mas de una ocasión.

Pero vayamos a la noche de autos. Sucedió entre las cinco y las seis de la madrugada. Hasta ese momento, la pesca no es que tampoco hubiese ido mal. «Habíamos tenido varias 'picadas' y había cogido una lubina pequeña, una lubineta», explica el pescador.

Todo cambió en un santiamén, en una décima de segundo. De pronto, el carrete comenzó a girar. Aquello no había manera de que se detuviera. «Cogí la caña y enseguida me di cuenta de que había picado una gran pieza».

Tira y afloja extenuante

Jokin comenzó a recoger, pero no tardo en darse cuenta de que la lucha iba ser larga. Ni pez ni hombre iban a ceder. A las maniobras de recogida de la línea respondía el animal con sucesivos tirones para recuperar su espacio perdido en el mar. «Mi objetivo era que la lubina se cansara, se agotara», recuerda Jokin.

Fue un tira y afloja que se prolongó cerca de veinte minutos hasta que el 'bicho' fue entregándose poco a poco. Al final cedió. «Lo acerqué hasta las rocas y con el salabardo logramos sacarlo fuera del agua».

La satisfacción era en esos momentos plena. Atrás quedaban los temores a que la pita pudiera romperse, a que algún nudo también pudiera deshacerse o incluso se soltara del anzuelo. «Nada de eso ocurrió. Fue en gran medida porque el material que llevaba era de calidad. No se puede ir a pescar este tipo de ejemplares con cañas malas o aparejos de dudosa calidad. Si lo haces, es posible que venza el pez y te quedes sin nada», afirma Jokin.

La pieza del sábado se ha convertido en la mejor captura de este pescador. «El año pasado cogí otra lubina hermosa. Fue en Mundaka y pesó cinco kilos. Creía que jamás iba a coger otra igual. Y mira, ahora he capturado una de 6,3 kilos».

Jokin utilizó como cebo dos cangrejos verdes que los ensartó en sendos anzuelos del número 1. De puntera uso hilo de fluorocarbono de 0,40 milímetros. La caña era una Vercelli.

El hermoso ejemplar fue vendido a un restaurante que Jokin prefiere no desvelar cuál es y «por el que me pagaron bien, bonitamente».

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