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Deb Haaland jura su cargo con el traje tradicional de la tribu Pueblo Laguna (kawaika), en Nuevo México. A la izquierda, Sharice Davids, congresista por el estado de Kansas y primer miembro de la comunidad LGTB que representa a ese estado en el hemiciclo. J. ROBERTS/ W. CURTIS
Indias en el Capitolio de Trump

Indias en el Capitolio de Trump

Deb Haaland y Sharice Davids rompen el techo de cristal del Congreso estadounidense. Son las primeras mujeres indígenas en lograr escaño

ICÍAR OCHOA DE OLANO

Domingo, 6 de enero 2019, 08:26

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A pesar de Donald Trump y del Séptimo de Caballería, el hemiciclo de los Estados Unidos se parece cada vez más a la sociedad estadounidense. Si la legislatura arrancaba con la entrada en la Cámara de Representantes de Rashida Tlaib, una palestina-estadounidense de 42 años, musulmana, esta semana ha seguido con la toma de posesión del escaño de Ocasio-Cortez, una vecina del Bronx de origen puertorriqueño de 29 años, la mujer más joven en llegar al hemiciclo; de Ilhan Omar, la primera estadounidense de origen somalí, también musulmana; y, para terminar de rematar, de dos indias. Nunca antes dos mujeres nativas americanas habían conseguido jurar como congresistas de su país. Ambas, también por el Partido Demócrata.

Deb Haaland, una licenciada en Artes de 58 años, llegó a Washington para la histórica ceremonia vestida con la estética tradicional de la tribu Pueblo Laguna (kawaika) de Nuevo México: una blusa celeste y un vestido negro ceñido con un cinturón rojo con motivos geométricos en cadena. Bajo el colorismo 'folk', una férrea determinación de defender, como indígena, las tierras sagradas; como mujer, el aborto; como madre soltera, un preescolar gratuito y universal; como trabajadora, un salario mínimo de 15 dólares la hora; como empresaria, un macroproyecto de energía solar y como minoría, la igualdad ante los derechos civiles. En esa lucha sin cuartel le acompaña, con la consigna de «fuerte, resiliente, indígena», Sharice Davids, a quien se abrazó con lágrimas en los ojos tras culminar su juramento. La promesa demócrata de Kansas es una abogada de 38 años, experta en artes marciales, que muestra abiertamente su condición de lesbiana y agita la bandera de la causa LGTB. El recalcitrante estado del que emerge jamás había tenido como embajadora en el Legislativo del país a una defensora de esa comunidad.

Los «estadounidenses olvidados», como el presidente Johnson llamó allá por la década de los cincuenta a los integrantes de las 565 tribus reconocidas por el Gobierno federal y que conforman cerca del 1,7% de la población, no pueden ocultar su orgullo por el hito alcanzado. Pero la conquista no eclipsa la hiriente desproporción de su representatividad en el Capitolio. Junto a Tom Cole, perteneciente a la nación chickasaw y al cherokee Markwayne Mullin, ambos congresistas por Oklahoma, Haaland y Davids suman cuatro los ciudadanos indígenas con escaño en un hemiciclo con 435 asientos. «Es el equivalente a dos tercios del uno por ciento», resume Mark Trahant, miembro de la etnia Shoshone-Bannock y editor de Indian Country Today, un digital con sede en Washington fundado en 1981.

«¿Dónde están sus mujeres?»

El hemiciclo estadounidense «dista aún mucho de ser un cuerpo representativo», afirma el periodista. No se refiere únicamente a la escasa presencia nativa. «Mi amiga, la difunta Wilma Mankiller -fue la primera y carismática jefa electa de la nación cherokee- siempre contaba que cuando los Estados Unidos enviaron por primera vez a un equipo a negociar la paz con los cherokees, una de la primeras preguntas que hizo el jefe indio fue '¿Dónde están sus mujeres?'. A menudo, las mujeres cherokee acompañaban a sus líderes en ceremonias y negociaciones importantes. La lógica es impecable: ¿cómo puede una sociedad negociar o gobernar con solo la mitad de su gente, la mitad de su lógica, la mitad de su humanidad? Pues bien, el hemiciclo estadounidense más femenino acaba de alcanzar su récord con 102 mujeres en los escaños. Es decir, el 23%». Trahant no se olvida de la escasa diversidad retratada en ese mismo órgano. «Frente a 317 blancos, encontramos 55 negros, 44 hispanos, 15 asiáticos y 4 nativos».

A pesar del «largo camino que queda a este país por recorrer», Trahant se relame con el triunfo «histórico» de Haaland y Davids. «La próxima generación de niñas nativas americanas crecerá sabiendo que ser miembro del Congreso es una posibilidad, incluso una trayectoria profesional. Esta es la nueva normalidad», se felicita.

LAS COMUNIDADES MÁS POBRES Y OLVIDADAS



La mayor tasa de paro



Las mayores tasas de desempleo en los Estados Unidos se registran en las reservas indias. El 22% de los indios americanos y nativos de Alaska viven en esos territorio que autogestionan. El 60% está asentado en áreas metropolitanas, el ratio más bajo de cualquier grupo racial. Tres de cada diez nativos tienen menos de 18 años.

5.2

son los millones de ciudadanos estadounidenses que, según el último censo, de 2010, están clasificados como indios americanos y nativos de Alaska, ya sea puros o en combinación con una o más razas. Pertenecen a algunas de las 565 tribus reconocidas por el Gobierno federal. En total, esta gran comunidad comprende el 1,7% de la población total de los Estados Unidos.

La mitad, en diez estados

Aunque se reparten por todo el territorio, en torno al 50% de estos ciudadanos residen en una decena de estados. California, Oklahoma, Arizona, Texas y Nuevo México ocupan los primeros puestos por número de personas.

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