Iceta exige al falso obispo y al 'cura barman' que abandonen el convento de las monjas rebeldes
El arzobispo de Burgos, nombrado por el Vaticano comisario para tratar el cisma, advierte de que, si las religiosas no rectifican, los inmuebles pasarían a quedar en manos de la orden de las clarisas
Iñigo Fernández de Lucio
Miércoles, 29 de mayo 2024, 18:11
El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, ha exigido a Pablo de Rojas, el falso obispo excomulgado y fundador de la secta Pía Unión de San ... Pablo, y a su acompañante José Ceacero, antiguo 'barman' en Bilbao y que hace las veces de portavoz y cura, que abandonen el monasterio de Belorado (Burgos). Hace ya varias semanas que estos dos individuos se encerraron junto a la quincena de monjas clarisas que decidieron romper con Roma y mostraron su adhesión a la secta liderada por Rojas.
En una rueda de prensa este miércoles, Iceta ha explicado que, al estar Rojas y Ceacero fuera de la iglesia Católica, no pueden permanecer en el recinto del convento. «Tienen prohibido el acceso y la permanencia en el monasterio», ha señalado, al igual que «cualquier persona vinculada a la secta». El requerimiento ya les ha sido notificado a través de un burofax.
El problema es que no parece que ninguno de ellos tenga intención de abandonar el monasterio. Preguntado acerca de cómo pretende llevar a cabo su expulsión, Iceta ha indicado que se tomarán las medidas «judiciales» que se consideren oportunas. El arzobispado ha contratado un despacho especializado para ello y no se descartan adoptar «medidas de fuerza judicial» si son necesarias.
Iceta ha sido nombrado por el Vaticano comisario pontificio, lo que, en la práctica, le otorga plenos poderes en la gestión de este asunto y también el control sobre los tres monasterios implicados en la trama cismática: Belorado, Orduña y Derio. Los conventos son 'sub iuris' (relativo al «derecho propio»), por lo que dependen en última instancia de la Santa Sede. Con este nombramiento «unipersonal» como comisario, Iceta «tiene más autoridad que la abadesa y el consejo», tanto en lo que se refiere a las labores religiosas como a la administración del patrimonio, según ha explicado Miguel Gómez Arce, vicario judicial de la archidiócesis de Burgos.
No obstante, Iceta ha subrayado que todas sus decisiones serán «colegiadas» junto con el resto de miembros de la comisión gestora creada ex profeso para gestionar la crisis. Está compuesta por cinco personas, entre ellas la presidenta y la secretaria federal de las clarisas de España y Portugal, máximas autoridades de la orden, que tiene 30 conventos en el país. Las clarisas ya advirtieron a sus hermanas rebeldes de que su decisión de romper con Roma las dejaba fuera de la orden. Iceta ha abundado en que también conlleva la «expulsión de la vida consagrada», y que podría derivar incluso en la excomunión de todas ellas.
Mandato caducado
Este punto es relevante por las dudas que existen en torno a la titularidad de los inmuebles. La intención por parte de las clarisas rebeldes de vender el convento de Derio para comprar otro en Orduña fue lo que, en última instancia, provocó el cisma. Pues bien, Iceta ha dejado claro que los conventos «son bienes eclesiásticos» y pertenecen a cada comunidad de clarisas «como entidad jurídica» y «no a sus miembros». Por tanto, si las religiosas cismáticas no rectifican y vuelven al redil, perderían todo derecho sobre su compraventa. Los conventos quedarían así «en el ámbito de la federación» de las clarisas.
Por otro lado, este miércoles expiraba el plazo para renovar el cargo de abadesa de la comunidad de las clarisas de Belorado. Sor Isabel de la Trinidad ha cumplido dos mandatos consecutivos, el máximo que permite el derecho canónico. Según el calendario del relevo, estaba previsto que Iceta visitara a las monjas de Belorado el pasado día 27, a las de Orduña el 28 y que este miércoles se hiciese oficial el nombramiento de la nueva abadesa. Como es lógico, nada de eso ha sido posible.
En cualquier caso, Iceta ha vuelto a pedir a las religiosas sedevacantistas que se pronuncien y expresen de manera individual si están de acuerdo con la decisión de romper con el Vaticano y no reconocer a ningún papa posterior a Pío XII. El extenso documento en el que las monjas anunciaron su salida de la iglesia está firmado únicamente por la abadesa. De hecho, una religiosa, sor María Amparo, abandonó el convento para «no pertenecer a una secta». Según se ha explicado este miércoles en la rueda de prensa, se encuentra con sus hermanas de Vitoria «totalmente integrada».
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