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Semana de la Tecnología de Nanjing . Sobre estas líneas y abajo, algunos de los ingenios presentados en la ciudad china. FOTOS: ZIGOR ALDAMA
La ética de los robots

La ética de los robots

Cada vez están en más lugares y amenazan con sustituir a los humanos en multitud de tareas. Por eso, los científicos advierten de que a las máquinas también hay que dotarlas de valores

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Martes, 30 de julio 2019, 19:42

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Cuando 'Sophia' sale al escenario, el auditorio se queda en completo silencio. Hay mucha expectación entre el selecto grupo de científicos especializados en inteligencia artificial por escuchar lo que tiene que decir. No porque 'Sophia' sea una eminencia en la materia, sino porque es producto de la misma. Se trata del androide más avanzado del mundo, y el primero en ser reconocido como ciudadano de un país, ya que en octubre de 2017 Arabia Saudí le concedió la nacionalidad.

A pesar de sus claros atributos de mujer, en la ciudad china de Nanjing 'Sophia' aparece sin un pañuelo que le cubra la cabeza, como es obligatorio en el país cuyo pasaporte ostenta, y eso permite a la audiencia ver su cerebro. De forma literal, porque la máscara de silicona que le da un rostro no cubre la coronilla y deja al descubierto un generoso manojo de cables. Es como Alicia Vikander en la película 'Ex Machina', pero con un carácter robótico mucho más marcado: no tiene piernas, cuenta con una batería de cámaras en el pecho y sus creadores en Hanson Robotics no se han molestado en recubrir el metal y el plástico de sus brazos con piel artificial.

No obstante, 'Sophia' demuestra que puede mantener una conversación fluida. Responde con claridad a las preguntas que se le hacen, e incluso hace gala de un sentido del humor bastante ácido que ha cautivado a telespectadores de programas como 'El Hormiguero' de Pablo Motos o el 'Tonight Show' de Jimmy Fallon. «Algún día inventaré un baile que se llame 'el humano'», le respondió a Motos después de que este imitase los pasos de un robot. «Igual debería presentar yo el programa», le soltó al presentador americano tras arrancar una carcajada del público con un chiste.

'Sophia' utiliza un sistema de reconocimiento de voz y de inteligencia artificial para procesar las preguntas y dar en la nube con las respuestas adecuadas. Es algo que a veces lleva un tiempo, por lo que se crea un incómodo silencio de unos segundos entre ella y su interlocutor. Luego, su discurso es coherente también con las expresiones faciales, aunque en ocasiones resultan forzadas o algo exageradas. En resumidas cuentas: no engaña a nadie, pero deslumbra.

'Sophia' representa un avance importante en el desarrollo de la robótica y de la inteligencia artificial. El androide se vale de algoritmos y redes neuronales artificiales para reconocer a la gente, interpretar sus gestos y responder adecuadamente. «Pensad en mí como una personificación de nuestros sueños sobre el futuro de la inteligencia artificial», explica la empresa que ha creado 'Sophia' en su página web. Y los expertos aseguran que es solo cuestión de tiempo que esa combinación supere las habilidades y la inteligencia de los seres humanos. Quienes auguran esa singularidad tecnológica no hablan de siglos, sino de décadas. Muchos creen que sucederá hacia 2045.

Toshio Fukuda, presidente del Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE), es uno de los grandes especialistas en la materia y se encoge de hombros cuando se le pregunta si la inteligencia artificial superará a la humana en esa fecha. «Puede que sí; puede que no», responde con una amplia sonrisa. El Instituto que preside tiene como lema 'desarrollar la tecnología para la Humanidad', y, durante una entrevista concedida a este diario con motivo de la primera Semana de la Tecnología de Nanjing, Fukuda incide en que eso último es especialmente importante: «La ética tiene que ser el valor central en el avance de sistemas como la inteligencia artificial».

Científicos como Stephen Hawking y empresarios como Elon Musk están convencidos de que la inteligencia artificial es la mayor amenaza para el ser humano. Fukuda, sin embargo, subraya que la tecnología es neutra. Ambivalente. «Se puede utilizar para hacer el bien o para hacer el mal. En nuestras manos está poner en marcha los mecanismos que sirvan para asegurarnos de que se controla su uso», explica. Preguntado por las tres reglas de la robótica que el escritor Isaac Asimov ideó en uno de los relatos cortos de 'Yo, Robot' para proteger a la Humanidad de las máquinas -la primera es que los robots no podrán hacer daño a un humano-, Fukuda se ríe. «Están completamente desfasadas. No hay más que ver cómo se utilizan drones para matar a personas. Hay que idear unas nuevas, acordes con el desarrollo del sector», sentencia.

En cualquier caso, él no parece muy preocupado por una futura rebelión de los robots. Más le inquietan los puestos de trabajo que se perderán por la automatización. Porque las máquinas ya se están haciendo fuertes en espacios tan diferentes como fábricas y hogares: incluso en países donde la mano de obra todavía es relativamente barata, como China, los sectores de manufacturas y de logística están cada vez más automatizados; y en Japón, donde la mano de obra barata escasea, los robots ya hacen las veces de niñeros o de cuidadores de ancianos. «Es evidente que entre el 30 y el 40% de todos los puestos de trabajo peligran por esta razón. Poco a poco, nos acostumbramos a ver cajeros de supermercados sin personas, puestos de facturación automáticos en los aeropuertos o robots limpiadores. Pronto llegarán los coches autónomos», señala Fukuda.

A pesar de ello, el científico japonés está convencido de que, como sucedió durante la transformación de una sociedad agraria en una industrial, «esos trabajos que se destruyen serán sustituidos por otros nuevos». Eso sí, subraya que, para tener éxito en esta nueva era, «los países deben mejorar notablemente en educación» para fomentar la creatividad y la innovación, que aún son cualidades exclusivas del ser humano. Y habrá que hacer un gran esfuerzo para ayudar a quienes pueden quedar fuera de esta nueva revolución tecnológica, porque la posibilidad de que el mundo ahonde en las ya crecientes disparidades sociales es muy real.

Aún son «torpes»

En cualquier caso, Fukuda también apunta que la gran transformación social no llegará de la mano de robots como 'Sophia'. «Aunque nos pueda asombrar, todavía es torpe. Pertenece a la cuarta generación de la robótica. La visión computarizada que utiliza, por ejemplo, ni siquiera es capaz de distinguir una taza de un vaso. Para el ordenador son lo mismo. La inteligencia artificial actual está basada en el aprendizaje profundo (deep learning, en inglés), y ese no es el que va a provocar un gran cambio porque es incapaz de razonar y está muy limitado. Puede ser muy útil en sectores en los que asiste a humanos, como el médico, pero será la sexta generación la que nos supere».

Esos robots del futuro no requerirán que nadie les dé órdenes. «La gran diferencia estará en su consciencia. Entenderán lo que son ellos y lo que somos nosotros, y podrán actuar con total autonomía. Nos mirarán como un padre a su hijo», avanza Fukuda. ¿Pero necesitamos llegar a ese extremo? El científico cree que sí. «En una sociedad cada vez más envejecida y con una pirámide poblacional invertida, ¿quién va a cuidar de nosotros?», pregunta con mueca inquisitiva. No obstante, Fukuda reconoce a la par que la era de la robótica también acarrea nuevas amenazas. «Lo mismo que a nosotros nos enseñan qué está bien y qué está mal cuando somos pequeños, a los robots debemos inculcarles un conocimiento ético intrínseco que impida la destrucción de nuestra sociedad», alerta.

LA ROBÓTICA, POR SECTORES

Industria

La automatización comenzó en las fábricas y es ahí donde más se siente su impacto. Los brazos robóticos son cada vez más habituales en líneas de montaje de todo tipo, y también comienzan a colonizar el sector logístico, donde los almacenes inteligentes sustituyen a los humanos que van de un lado para otro cargando con cajas por cintas automáticas que las transportan y clasifican. China es el país que más robots compra.

Hogar

El envejecimiento de la población y el acceso de la mujer al mercado laboral en los países desarrollados suponen enormes retos para el cuidado de la infancia y de la tercera edad. Japón, un país que ha sido hermético a la inmigración, es pionero en el desarrollo y el despliegue de robots de compañía y de seguridad, capaces de dar la voz de alarma si detectan algún peligro. Todavía son rudimentarios, pero su desarrollo avanza muy rápido.

Servicios

Cada vez será más común encontrarse con una máquina allí donde antes había una persona ofreciendo un servicio. Los cajeros automáticos de los bancos abrieron la veda, y ahora se han sumado supermercados, aeropuertos e incluso hoteles. En China y Japón algunos ya han adoptado robots en recepción y el servicio de habitaciones. No obstante, la mayoría de los clientes prefieren a un ser humano y algunos han dado marcha atrás.

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