«Ésta no es mi cara, es el rostro de la desgracia de nuestra sociedad»
Mírela, mírela bien. ¿Le resulta dura la imagen? Imagínese a ella. Berfin Ozek, de 19 años, fue atacada por su exnovio el pasado 15 de enero, cuando presuntamente le arrojó ácido sulfúrico mientras volvía a su casa tras pasar el día estudiando. «No me merecía esto, ésta no es mi cara. Es el rostro de la desgracia de nuestra sociedad», se duele. El ácido le ha privado de la visión de un ojo y ha provocado que se quede parcialmente ciega del otro. Ozek pasó cuatro meses hospitalizada antes de volver a casa, en un barrio deprimido de Iskenderun. Quiere estudiar psicología, pero ha tenido que abandonar los estudios. Poco después del ataque, la plataforma Mujeres de Iskereun (Turquía) presentó una campaña para ayudar a recaudar fondos y sus acciones han llegado a oídos del Parlamento, donde el Gobierno, en manos del partido islamista AKP, afirmó que cubriría los costes del tratamiento médico, y el ministerio de Sanidad ha ofrecido ayuda en un hospital privado para la cirugía reconstructiva, que durará al menos un año y medio y constará de como poco cinco operaciones. Dado que los ataques con ácido no son comunes en Turquía, este caso ha generado una gran polémica entre la sociedad y se ha interpretado como una escalada de los caso de violencia contra las mujeres.
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