«Algunos jóvenes desarrollan cuadros depresivos por la presión académica»

- Los profesionales de la salud mental constatan un aumento de los problemas emocionales entre los jóvenes.

- Hay chicas y chicos con problemas, sí. Y niños también. No se puede negar. En el periodo pandémico afloraron muchos miedos, inseguridades y ansiedades que, lamentablemente, se han transformado finalmente en patologías severas en algunos de estos casos.

- ¿Qué puede hacer usted por una madre en apuros que no sabe cómo ayudar a su hijo?

- En primer lugar, desdramatizar esos problemas, siempre dependiendo del contexto. Hay veces que esas situaciones entran dentro del 'totum revolutum' que supone una etapa como la de la adolescencia. Muchos han acudido a mí por esos clásicos cambios de humor, la impulsividad, los miedos, etc. Es algo normal en esas edades.

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- Es que se habla mucho de la salud mental de los jóvenes, pero deberíamos hablar también de la de los adultos... De la de todos, en general. Nuestros hijos se fijan mucho en cómo reaccionamos nosotros ante las adversidades y en cómo encaramos las situaciones de estrés, nervios o dificultad. Lo quieran o no, eso lo van a interiorizar.

- Debe ser muy complicado para un padre no contagiar sus miedos e inseguridades a sus hijos.

- Absolutamente, por eso debemos empoderarles para que sepan cómo encarar esas situaciones complicadas que, sí o sí, nos va a plantear la vida. Tenemos que dotarles de recursos para que puedan desarrollar una personalidad fuerte y saludable. Porque ese es otro punto relevante, como padres y madres nuestra responsabilidad es hacerles saber que la vida no es un camino lineal, y que va a haber momentos en los que lo van a pasar mal.

-¿Cuáles son los problemas habituales que presentan los adolescentes vascos?

- En la franja de edad de entre 16 y 18 años, hemos notado que últimamente les genera mucha preocupación y ansiedad el tema académico. Hay algunos chicos que sienten mucha presión por conseguir una nota determinada y eso termina siendo una losa pesada. Es un momento importante, les entran dudas y se sienten estresados. Hemos visto casos de caída de pelo, reacciones dermatológicas, cuadros depresivos...

- ¿Qué puede hacer en ese caso un padre por su hijo?

- Confirmarle algo muy importante, que si no consigue su objetivo la vida sigue. Hay que buscar alternativas y quitar hierro al problema.

- En casa a veces tampoco se sienten seguros.

- No, porque puede haber problemas de convivencia que conviertan el hogar en un entorno hostil. Los problemas financieros y las separaciones o divorcios también son las causas de muchos de los problemas que agobian a los jóvenes.

- Y las dichosas redes sociales, ¿qué?

- Pues que son un arma de doble filo. En algunos casos repercuten para bien en los chavales, pero es que en otros casos pueden ser muy perjudiciales. A ver, siempre ha habido comparaciones y diferentes niveles de autoestima, pero es que hoy en día estás rodeado de millones de ejemplos en Instagram. Esa ansiedad por tener más 'likes' o más seguidores puede llegar a ser muy peligrosa. En este caso los padres deben hablarles de la importancia de la privacidad, que sean conscientes del peligro que supone publicar ciertas imágenes.

- ¿Qué consejos le daría usted a un padre primerizo?

- Que no espere a que su hijo tenga ocho años para hacerle caso, porque hay algunos que piensan que como no se va a acordar de lo de antes va a dar igual lo que haga. Los primeros cinco años de vida son fundamentales para el desarrollo de la personalidad. Lo más importante cuando eres madre es crear un vínculo de amor y confianza con tus hijos, y eso se consigue pasando tiempo con ellos, compartiendo aficiones. Siempre que sea posible, hay que estar con ellos, que sientan que están acompañados.

- ¿Cree que no se escucha suficiente a los jóvenes?

- Puede ser. Hay que ser consciente de lo crucial que es dedicar como mínimo unos minutos al día a sentarnos con nuestros hijos y preguntarles '¿qué tal estás? ¿cómo te ha ido el día? ¿hay algo que te preocupe?'. Me molesta que a veces se tiende a ridiculizar las quejas de los más pequeños, porque no nos damos cuenta de que son cosas que realmente les preocupan. Hay que quitarse las gafas de adulto y hay que hacerles ver que le damos importancia a sus problemas.

- Siga, siga.

- Es que hay muchos niños y niñas que van justos de autoestima, y en esos casos tenemos que reforzarles con buenas palabras y con amor. Y con esto no quiero decir que no haya que marcarles límites o ponerles normas, porque sí hay que hacerlo. Es otro de los deberes morales de los progenitores, guiar a los hijos para que el día de mañana sean capaces de discernir lo que está bien y lo que está mal.

- Hay padres y madres preocupados porque sus hijos pasan de ellos. ¿Qué les puede decir?

- Que si la relación en la infancia ha sido sólida y cercana, cuando pase la etapa de la adolescencia van a volver, porque tienen a donde hacerlo.