
Pedro García Aguado y Nerea López
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Pedro García Aguado y Nerea López
«Debemos querer a los hijos que tenemos, no a los que nos gustaría tener»Los tiempos están cambiando, y por ello, debemos adaptarnos. En todos los sentidos. Y en lo que respecta al ámbito educativo, del hogar, y las relaciones entre padres e hijos, también. «A veces educamos a nuestros hijos para un mundo que no existe», advierten Pedro García Aguado, experto en psicología y en el ámbito educativo además de presentador en el programa televisivo 'Hermano Mayor', y Nerea López, neuropsicóloga. Las dos charlas que ofrecieron hace unos días en el colegio donostiarra Deutsche Schule, 'Un viaje de aprendizaje' y 'El reto de educar hoy', tienen un objetivo muy similar, aunque cada una de ellas va diriga a un público en concreto: la primera, a chavales de secundaria y Bachillerato, mientras que la segunda, a los padres. «Hay que quitar el foco sobre el adolescentes y ponerlo, también, en lo que estamos haciendo como madres y padres en el acompañamiento de nuestros hijos e hijas».
García Aguado comparte sus propias viviencias personales y «las lecciones aprendidas en las distintas etapas de mi vida, como en la deportiva»; conciencia a los jóvenes acerca de los riegos del «uso de sustancias y la dependencia a las drogas» así como trata el problema actual de las tecnologías. A su lado, López aporta «un contrapunto más técnico» adquirido a través de su experiencia en consulta. «Creemos que compartir la historia de Pedro les puede ayudar a conectar con el mensaje que transmitimos», resalta la neuropsicóloga, ya que admiten que no buscamos «decirles qué hacer. Están muy acostumbrados a eso y, si le dices a un adolescente lo que tiene que hacer, hará lo contrario. Queremos que reflexionen».
Pedro García Aguado
Intervencionista familiar
El fracaso y la presión son algunos de los problemas que se empiezan a apoderar de los jóvenes a estas edades. «Los chavales tienen miedo de no estar a la altura de lo que sus padres esperan de ellos», aseguran, pero también hacen hincapié en la importancia de que los padres se adapten al nuevo sistema, pues «hemos aprendido a educar como nos educaron a nosotros, pero ese modelo ya no corresponde a la realidad actual». Con sus ponencias consiguen que tanto chavales como sus padres «lleguen a casa con el mismo mensaje» lo que, quizás, de pie a una importante conversación. Y es que al igual que los adolescentes comienzan a lidiar con nuevos sentimientos e inseguridades, sus padres también están navegando nuevas preocupaciones. '¿Por qué mi hijo no sale de la habitación?', '¿Por qué mi hijo quiere pasar más tiempo en la calle con sus amigos que en casa con su familia?'.
«Hay que entender que comportamientos como estos son normales, también lo es que de vez en cuando te contesten o no quieran contarte sus cosas», advierten García Aguado y López. «A estas edades comienzan a necesitar su intimidad y también socializar mucho». Es por esto por lo que «como padres, no hay que tomarse estas actitudes como un ataque personal y hay que evitar esa idea de que 'mi hijo va en mi contra'». En cambio, es importante fijarse en las reacciones e impulsos de los hijos, bien en «cómo manejan la frustración, cómo reaccionan cuando las cosas no van como quieren, si tienen buen o mal rendimiento escolar o si llegan intoxicados cada vez que salen con amigos».
Pero, ¿dónde esta esa fina línea entre establecer una serie de normas en el hogar y ser demasiado sobreprotector? García Aguado y López sugieren que para obtener esta respuesta es necesario hacerse otra pregunta «más importante. ¿Desde dónde educas? Si educas desde el miedo, pues es probable que tus hijos te vean como un padre autoritario. Desde la culpa, todo lo contrario, vas a ser muy permisivo. Lo ideal sería el término medio. Establecer una serie de normas, límites y consecuencias alineadas a lo que queremos que aprendan».
Nerea López
Neuropsicóloga
Eso sí, si algo destacan es que «es imprescindible que los padres conozcan a sus hijos». Algo que a simple vista parece sencillo, pero que en la práctica, no siempre es fácil. «Entre el trabajo y las prisas de la vida, no nos paramos a mirar quién es nuestro hijo y cómo es». En este sentido, recuerdan que «tenemos que querer al hijo que tenemos y no al que nos gustaría tener». Las comparaciones o las etiquetas tampoco hacen bien a las relaciones paterno-filiales. «Si se le pone la etiqueta de 'malo', el chaval seguirá siendo malo para no defraudar a sus padres», asegura García Aguado.
Y, sin duda alguna, el mayor reto está en «cómo adaptarse al nuevo sistema, a las nuevas tecnologías y cómo entender el cambio socioeducativo que ha habido», señalan. Además, subrayan la importancia del «modelo educativo que utilizan madres y padres» así como «el carácter del niño en sí. A veces asumimos que si hay un mal comportamiento la responsabilidad recae 100% en los padres». López desmiente esto y asegura que «cada niño no deja de ser un ser humano diferente con necesidades diferentes: aunque sean hermanos. Hay que saber cómo dirigirse a cada uno de ellos», advierte. «'Les he educado igual y mira cómo de trasto ha salido este', dicen algunos padres. Igual es que necesitaba otro tipo de acompañamiento, otra forma de educación... Unas herramientas o pautas distintas».
En lo que respecta al uso de las tecnologías, ambos critican el hecho de que los dispositivos se hayan convertido en «el nuevo sonajero del siglo XXI». Y es que los niños tienen un móvil en sus manos desde edades cada vez más tempranas, hasta «cuando van paseando en el carrito de bebé o cuando están en la mesa de un restaurante», comienza García Aguado.
«Es lo más cómodo para los padres, esa idea de 'no me molestes, que quiero estar cinco horas de sobremesa'», pero es importante tener en mente «los efectos negativos que esto tiene en su desarrollo evolutivo» y darles la atención que merecen. En definitiva «estar con ellos», finalizan ambos.
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