Colegios vascos retrasan la evaluación continua de las notas por falta de tiempo para adaptarse

La implantación de la Lomloe en los cursos impares de los ciclos de enseñanza (1º-3º-5º de Primaria, 1º y 3º de Secundaria, y 1º de Bachillerato) lleva consigo un cambio a la hora de poner las notas. Teóricamente se quedan atrás las calificaciones por asignaturas de 0 a 10. En estos cursos se deben evaluar competencias en base a criterios de evaluación. Esto es, en los boletines de notas no aparecerán Matemáticas, Física o Biología por separado y con su número correspondiente según se haya respondido a un examen. Ahora estas materias, por ejemplo, se engloban en la competencia STEM y su calificación quedará reducida a un nivel inicial, medio o alto. Sin cuantificar.

Este cambio de modelo de boletín de notas supone una auténtica revolución para los centros educativos que suman un nuevo reto a los que ya están inmersos, como el plan de digitalización. Por lo que para el primer parte de notas que tiene que estar listo para diciembre algunos colegios ya advierten que se quedarán como están, con las notas por asignaturas de toda la vida. Otros están viendo cómo pueden hacer una primera aproximación al nuevo sistema. Y otros muchos esperan ir adaptándose según vaya avanzando el curso para llegar a junio con los deberes hechos.

Evaluar por competencias no es solo una modificación de nomenclatura del boletín de notas, va más allá. Obliga a que el modelo pedagógico cambie. Eso es lo que busca la Lomloe, pero no está dando tiempo a que los centros se amolden. Hay colegios que iniciaron por decisión propia la transición a este nuevo modelo pero lo han hecho tras periodos de reflexión y análisis que les han llevado varios años. Los centros educativos que tienen que ajustarse a la última reforma educativa se quejan de que se pide un cambio de sistema en tan solo unos meses. Empezaron el curso en septiembre sin los decretos curriculares definitivos, la letra pequeña de en qué consiste cada competencia y qué deben tener en cuenta a la hora de evaluar. En el caso de Euskadi, todavía los esperan porque la demora de la publicación de los decretos del Ministerio de Educación ha retrasado los del Departamento vasco de Educación (responsable del 50% de su contenido). Trabajan sobre un borrador. Es cierto que desde el área que dirige Jokin Bildarratz se ha insistido en que apenas habrá cambios en su texto definitivo, pero los colegios se quejan de que a ellos se les exige unas modificaciones y se les apremia en los tiempos cuando las instituciones se lo están tomando «con calma».

Las competencias que se deben evaluar en todos los ciclos de enseñanza obligatoria (Primaria y Secundaria) así como en Bachillerato son ocho que se calificarán en base al nivel obtenido: inicial, medio y alto. Competencia en comunicación lingüística, STEM (competencia matemática y competencia en ciencia, tecnología e ingeniería), competencia plurilingüe, ciudadana, digital, emprendendora, competencia en conciencia y expresión cultural y la personal, social y de aprender a aprender son los términos que engloban el trabajo que se realiza en clase y que los estudiantes deberán superar.

En cada una de las competencias cada centro deberá ajustar sus criterios de evaluación a los perfiles de salida de final de ciclo establecidos por los decretos curriculares. Aquí está uno de los principales motivos de los retrasos. Cada centro con su propio proyecto educativo debe decidir qué se imparte y cómo. Debe decidir, por ejemplo, si una competencia valorará más el trabajo en equipo, o las destrezas individuales o si suma puntos por las destrezas digitales. Un galimatías de criterios para el que los colegios piden tiempo.

El colegio Manuel de Larramendi de Donostia lleva desde 2018 inmerso en el cambio metodológico para llegar a la evaluación continua por lo que la implantación de la Lomloe solo le ha supuesto «un pequeño ajuste». Su director Jokin Guilisagasti reconoce que por su centro pasan responsables de otros colegios interesados en saber cómo trabajan. «La evaluación continua nos ha aportado muchas ventajas pero ha sido un cambio gradual», explica. En el proceso han tenido que hacer pedagogía también a los padres para que se habitúen a la nueva forma de hacer.