Maquiavelo y la neurobiología
El líder político vive pendiente de la opinión pública
El libro 'El mito del votante racional' de B. Caplan contiene referencias sobre obras clásicas que ayudan a entender la psicología del líder político exitoso, ... aquel que «siente instintivamente lo que sienten los votantes, independientemente de lo que digan los hechos y la lógica. Su principio rector no es la eficiencia ni la equidad, sino lograr salir reelegido, cuestión de la que sabe bastante» (A Blinder). Es decir, la opinión pública importa más que la realidad, aunque los votantes seamos profundamente irracionales y estemos casi siempre equivocados. Esto tiene su lógica porque la opinión pública está moldeada por la política que es quien maneja los hilos para que el sentir de la gente vire en la dirección que ellos desean. El politólogo JP Overton enunció los mecanismos que el poder emplea para lograr este objetivo: campañas de propaganda, activismo social subvencionado, razonamientos cortoplacistas, apelación a las emociones o a los prejuicios del público e información sesgada. Esta triste visión de la política disculpa que no se promuevan acciones socialmente beneficiosas para no perder votantes. Así se desperdician buenos políticos que caen en las garras del populismo. No obstante, un buen político no es el que dice a la ciudadanía lo que quiere oír hoy, sino lo que va a querer escuchar en el futuro próximo.
'El Príncipe', del inefable N Maquiavelo, es un tratado de las cualidades que deben adornar a un líder político. Caplan entresaca cuatro perlas, auténticos arquetipos neurobiológicos.
1.- Maquiavelo infamemente recomienda que rompa sus promesas si ello mejora su carrera política. «El príncipe prudente no debe mantener la fe cuando hacer lo propio va en contra de su propio interés (…). Si todos los hombres fueran buenos, este precepto no sería algo positivo, pero como los hombres son malos y no respetarán su fe en sus tratos contigo, uno no está obligado a mantener la fe en su trato con los demás». Mentir es aceptable a la hora de participar en los juegos de poder, por mucho que sea moralmente objetable. «La mentira siempre un paso por delante de la verdad» (G Orwell en '1984').
2.- Maquiavelo aconseja al príncipe que no dude en hacer el mal si es necesario, pero al mismo tiempo, le pide «cuidarse mucho de no decir nada que no esté lleno de misericordia, fe, integridad, humanidad y religión». Es el doblepensar orwelliano. Un príncipe puede actuar de manera hipócrita con facilidad porque «todo el mundo ve lo que aparentas ser, pocos sienten lo que realmente eres, y esos pocos no se atreverán a oponerse a las masas». Hoy las masas están representadas por los medios afines y las redes sociales que se cargan la reputación de quien ose criticar al líder y lo condenan a su muerte civil.
3.- Maquiavelo insta a aprovechar al máximo el culto al liderazgo. «Es necesario ser un gran fingidor y disimulador. Los seres humanos son tan simples y están tan dispuestos a obedecer cualquier necesidad presente que aquel que engaña siempre encontrará a quienes se dejan engañar». Un político corrupto puede usar el margen de maniobra que le da la confianza de los ciudadanos en su capacidad de liderazgo.
4.- «Los príncipes deberían dejar que la realización de cuestiones impopulares recaiga en otros y, en cambio, llevar las cuestiones favorables ellos mismos». Este consejo se plasma en jerarquías, burocracia y miles de asesores y fontaneros en el complejo sistema político moderno. Y si alguna vez el líder es sorprendido en mentiras o corruptelas, no tiene más que seguir el consejo de Bart Simpson y excusar su mal comportamiento levantando el dedo y exclamando «Yo no he sido». La mayoría de sus votantes irracionales le creeremos. Los tiempos han cambiado desde Maquiavelo y la política actual tiene mucho más de servicio público, pero el perfil neurobiológico de ciertos liderazgos carismáticos (ansia de poder, narcisismo, hipocresía, irresponsabilidad, manipulación polarizadora de emociones) sigue presente como mácula indeleble de una de una naturaleza humana que resiste los embates del tiempo y el progreso.
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