Jueves, 6 de octubre 2022, 13:54
Cualquier amante de los animales ya era consciente de ello pero ahora los científicos concretan cuáles son los beneficios de pasar tiempo junto al más habitual en la vida de los humanos, el perro. Así, un grupo de investigadores de la Universidad de Basilea (Suiza) ha hallado que acariciarlos produce mayor actividad en la corteza prefrontal del cerebro, una zona que regula las interacciones sociales y emocionales.
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Los científicos dirigidos por Rahel Marti establecieron con un experimento que quienes permanecen un rato junto a un perro o lo acaricia tiene esa zona del cerebro más activada. Para obtener los resultados, los participantes también debían acariciar un juguete de peluche y en este caso se comprobó que el cerebro no se activa de la misma forma.
A través de neuroimágenes, el estudio determina que ver, sentir y tocar perros conduce a niveles cada vez más altos de actividad en la corteza prefrontal del cerebro, un efecto que además persiste un tiempo después de que estos animales ya no estén cerca de la persona estudiada. El equipo universitario considera que este hallazgo «tiene implicaciones para la mejora de las terapias clínicas asistidas por animales».
Ya se había determinado que interactuar con animales tiene beneficios en personas con estrés y depresión, pero estos investigadores consideran que ahora se establece una mejor comprensión de la actividad cerebral asociada a estos momentos y consideran que el estudio ayudará a mejorar los programas de terapia con perros y otros animales. Además consideran que su trabajo es la base para que en el futuro se estudie en mayor profundidad cómo los animales pueden ayudar a pacientes «con déficits socioemocionales».
¿Cómo fue el experimento?
La actividad cerebral se midió con tecnología de neuroimagen infrarroja en 19 personas mientras veían un perro, se lo ponían encima de sus piernas y después lo acariciaban. La misma mecánica se repitió con un león de peluche que se llenó con una botella de agua para que coincidiera con la temperatura y el peso de los perros.
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Los resultados mostraron que la actividad cerebral prefrontal era mayor cuando los participantes interactuaban con los perros reales, y que esta diferencia era mayor en las caricias. Otra diferencia clave fue que la actividad cerebral prefrontal aumentaba cada vez que las personas interactuaban con el perro real. Esto no se observó con interacciones sucesivas con el juguete, lo que indica que la respuesta podría estar relacionada con la familiaridad o el vínculo social.
Según los investigadores suizos, el estudio, titulado 'Efectos del contacto con un perro en la actividad cerebral prefrontal: un ensayo controlado', «demuestra que las interacciones con un perro pueden activar más procesos de atención y provocar una excitación emocional más fuerte que los estímulos no vivos comparables».
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