CRISPR, CIENCIA BÁSICA
En 1982 Francisco Martínez Mójica, cuando hacía su tesis doctoral en la Universidad de Murcia, encontró unas secuencias de letras en el genoma de muchas ... bacterias y arqueobacterias que se repetían espaciadamente. Eran secuencias que se leían igual de izquierda a derecha que en sentido contrario; es decir, eran palíndromos (capicúas cuando son números). Posteriormente estas secuencias se llamaron CRISPR (Repeticiones Palindrómicas Cortas y Agrupadas Regularmente Interespaciadas). Era un dato curioso, pero, ¿habría alguien capaz de financiar el estudio de unas secuencias que se repetían en un porcentaje alto de bacterias o arqueas? Por suerte lo hubo. Y se descubrió que las secuencias CRISPR iban asociadas a unos genes a los que se dio el nombre de Cas. En el año 2005, Mójica, en un artículo famoso, lanzaba la hipótesis, hoy demostrada, de que el conjunto CRISPR/Cas era el sistema inmunológico de las bacterias. Es decir, el sistema que tenían las bacterias para suprimir el ataque de sus virus, que se llaman bacteriofagos, o simplemente fagos. El modo de deshacerse de ellos es seccionar su ADN y eso le da al sistema CRISPR/Cas la posibilidad de usarse como tijeras de precisión para cortar los genes donde queramos.
Muchos investigadores y años después llevaron a convertir aquellas tijeras en un sistema completo de edición de ADN; es decir, borrar, añadir o modificar letras o frases enteras en un gen. Un sistema de edición de ADN que promete revolucionar la biología y la medicina. Este sistema tan práctico ha sido posible gracias a la ciencia básica que había detrás de unas secuencias repetidas en unas bacterias. Esa es la importancia de la ciencia básica y de su financiación.
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