Tradicionalmente se ha considerado que en las sociedades de cazadores-recolectores había una división del trabajo según sexo y edad. Los hombres cazaban las grandes piezas y las mujeres y niños recolectaban frutos, raíces y semillas. Sin embargo, un artículo del 4 de noviembre de la revista 'Science Advances', cuyo principal autor es Randall Hass, muestra una imagen muy distinta. En el yacimiento peruano de Wilamaya Patjxa encontraron un enterramiento con todas las herramientas de un cazador de grandes piezas; análisis óseos y de proteínas determinaron que era una mujer. Pero se trataba de un solo caso, y, como bien dice el refrán popular, «una golondrina no hace verano».
Para profundizar más en el tema de mujeres cazadoras, estudiaron 429 individuos de 107 lugares. No todos tenían asociado un sexo. Entre los que sí lo tenían, había 27, de dieciocho lugares, que disponían de herramientas asociadas a la caza mayor. De entre ellos, once individuos, de diez sitios, eran mujeres y dieciséis, de quince sitios, eran hombres. Un análisis estadístico les dice a los autores del trabajo que entre un 30 y un 50% de los individuos que practicaban la caza mayor eran mujeres. Es decir, no era anecdótico.
Si otros trabajos lo confirman, la imagen del papel que tenía la mujer en las sociedades de cazadores-recolectores cambiará drásticamente, lo mismo que la fecha en que se produjo la división sexual del trabajo.