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antton iparraguirre
Martes, 1 de mayo 2018, 13:07
Durante décadas las cabinas de teléfono han formado parte del paisaje urbano, pero los tiempos cambian y con la irrupción de los móviles han ido desapareciendo paulatinamente de las calles. Han sido una pieza fundamental en la vida de millones de personas, tanto para lo bueno como para lo malo según las conversaciones mantenidas en el claustrofóbico habitáculo acristalado. El diseño apenas evolucionó a lo largo de las décadas: cuatro paredes, la mayoría de ellas acristaladas, y una puerta de acceso, que comenzó siendo tradicional y pronto evolucionó a las correderas y abatibles. No sería hasta los 90 cuando se modernizó su aspecto. Las nuevas presentaban unas estructuras más ligeras, más prácticas, más estéticas y más higiénicas. Lo malo es que el aparato telefónico estaba al aire libre, lo que restaba intimidad.
Se les cogió más cariño gracias a la película 'La cabina', que se emitió por primera vez el 13 de diciembre de 1972 en Televisión Española. Dirigida por Antonio Mercero, ha quedado para la memoria de muchos la imagen del protagonista, interpretado por el inolvidable José Luis López Vázquez, presa del pánico al no poder salir del pequeño receptáculo tras quedar la puerta atascada.
Ahora, 46 años después, el Gobierno estudia, a propuesta del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital, el borrador del Real Decreto de modificación del Real Decreto 424/2005, de 15 de abril, en lo relativo a guías telefónicas, al servicio de información sobre números de abonado y los teléfonos públicos de pago, sometido desde este 30 de abril y hasta el 24 de mayo próximo a audiencia pública. A finales de 2016 el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital aprobó una orden que impondrá a Telefónica, principal compañía de telecomunicaciones del país y antiguo monopolio, hacerse cargo de las cabinas tres años más: desde el 1 de enero próximo al 31 de diciembre de 2019.
Las cabinas comenzaron a inundar de forma paultina las calles de ciudades y puelbos a partir de los años 60. La primera en España se instaló en 1928, concretamente en la sala de fiestas Florida Park, en El Retiro madrileño. A las calles de San Sebastián llegaron en el verano de 1965. Se instalaron cinco. Lo malo es que no se podía llamar a donde uno quisiera, por ejemplo, a Madrid, ni a Pamplona, ni siquiera a Tolosa. Había que introducir dos monedas de una peseta. En 2016 en Gipuzkoa sobrevivían a duras penas un total de 320 cabinas, según datos de Telefónica.
El teléfono particular no era habitual en todas las casas. Se fueron introduciendo en los domicilios a cuentagotas primero, y más rápidamente cuando la situación económica fue mejorando para el común de los mortales. Su punto álgido llegó a principios de 1999, con más de 55.000 unidades repartidas por todo el Estado. Además, las llamadas eran carisimas. Los padres siempre estaban vigilando el uso que hacían los hijos. ¡Cuelga ya!, era el grito que se escuchaba a menudo.
Si se quería hablar con tranquilidad con amigos, o con el novio que estaba en la mili, o con la pareja que vivía a varios kilómetros en otra localidad, lo mejor era bajar a la calle y entrar en una cabina. El teléfono iba tragando las monedas de forma inmisericorde, y era la forma de que fuéramos consicentes del tiempo transcurrido. Además, no era raro tampoco que alguien estuviera fuera esperando a que termináramos la conversación. Su rostro delataba si tenía paciencia o estaba ya harto de esperar.
Volviendo al presente. El futuro de las cabinas estaba en entredicho después de que ningún operador se presentase al último concurso convocado para prestar el servicio de cabinas y elaborar y entregar las guías telefónicas y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) haya cuestionado en varias ocasiones su mantenimiento dentro del servicio universal de telecomunicaciones.
De las 18.000 cabinas que aún quedan en España, 12.000 ya no son rentables, según fuentes del sector. Un estudio de la CNMC revelaba que el 88 % de los españoles jamás ha utilizado una cabina y, según datos de Telefónica, alrededor de la mitad de las cabinas no cursan ni una sola llamada. Pese a estar cada vez más en desuso, el coste de las cabinas del servicio universal no ha parado de incrementarse en los últimos 4 años, hasta situarse en 2,07 millones en 2015, según datos de la CNMC.
El servicio universal, recogido en la Ley General de Telecomunicaciones, garantiza que todos los ciudadanos tengan acceso a servicios de telecomunicaciones «con independencia de su localización geográfica, con una calidad determinada y a un precio asequible».
Esto ha implicado hasta ahora llevar la red de telecomunicaciones a cualquier punto del país, incluidas las zonas no rentables, pero también garantizar una oferta suficiente de teléfonos públicos de pago.
En el reglamento del servicio universal se establece que todo municipio con más de 1.000 habitantes deberá tener al menos una cabina instalada, y además se tendrá que instalar una cabina adicional por cada 3.000 habitantes. Esta ley también señala que aquellos municipios con menos de 1.000 habitantes en los que esté justificado también deberá existir una cabina telefónica.
El borrador del Real Decreto de modificación del Real Decreto 424/2005 que estudia ahora el Gobierno destaca que la situación actual del sector de las telecomunicaciones permite constatar que algunas de las prestaciones incluidas en el servicio universal «van cayendo en un progresivo desuso» y cita en concreto dos: la existencia y puesta a disposición de las guías telefónicas y la existencia de una oferta suficiente de teléfonos públicos de pago. «La generalización de la cobertura y uso de los servicios de telefonía y datos móviles han hecho que la utilización de las 'cabinas telefónicas' haya disminuido sensiblemente respecto a años anteriores», añade el borrador, como presagio del negro futuro que les espera.
Pero no solo las cabinas están en riesgo de desaparecer de nuestras vidas. También las guías telefónicas. El Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital también se refiere en su borrador al servicio de consulta telefónica sobre números de abonados, y recuerda que en los últimos años no se ha venido designando operador encargado de su prestación al haberse constatado que se trata de un servicio cuya demanda está suficientemente garantizada por el mercado.
Por tanto, habrá que ir pensando en el adiós definitivo a aquellos pesados tomos de páginas amarillas y blancas que eran esperadas en muchas casas para consultarlas con avidez -lo malo era su diminuta tipofrafía-, colocadas estratégicamente junto al teléfono y la agenda con los números más utilizados o urgentes.. Si no estabas en ellas parecía que no existías.
Las páginas blancas contienen las listas residenciales. Las personas aparecen en orden alfabético. También ofrecen las direcciones y códigos postales.
Las páginas amarillas son para negocios y organizaciones. Las listas están agrupadas por categorías. En las categorías más amplias, existen subgrupos. En algunos casos, los negocios y organizaciones son agrupados por localidad. Sonutilizadas para publicitar y muchos negocios incluyen fotografías y un poco de información sobre el negocio.
También están las listas de negocios. Se trata de un subgrupo de las páginas blancas. Son los mismos negocios que están en las páginas amarillas, pero mencionados en orden alfabético y solo se incluye el nombre del negocio, dirección y número de teléfono. Se incluyen, además, los negocios que optaron no aparecer en las publicidades de las páginas amarillas.
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