Los nombres proscritos
El Registro Civil no deja poner aquellos que sean denigrantes o induzcan a error sobre el sexo
Ion Fernández
Jueves, 4 de agosto 2016, 07:10
A la hora de elegir el nombre de su hijo no todo vale. En la intimidad le podrá llamar como quiera, con algún apodo o diminutivo; pero en el momento de acudir al Registro Civil se va a encontrar con límites. Así, no le podrá inscribir como Aker (cabrón en castellano), Ordots (cerdo), Ozpin (vinagre) o Zakar (basura). A su vez, evite llamar Lur, Izar o Sua a un niño y Hodei, Iraitz o Amets a una niña. Asimismo, deberá escribir Bizente y no Bixente, o Jon en lugar de Ion o Yon.
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Entonces, ¿hasta qué punto unos padres son libres para ponerle el nombre a su hijo? Se trata de un debate abierto en España a raíz de la decisión reciente del Registro Civil de Fuenlabrada, en Madrid, de no permitir a una pareja llamar Lobo a su bebé. Y es que el Ministerio de Justicia tiene mucho que decir en este campo. De hecho, la Administración dispone de 'derecho a veto' en esta materia e incluso puede acabar convirtiéndose en el encargado de ponerle un nombre al niño o la niña, aunque su decisión no sea del agrado de los progenitores.
La Dirección General de los Registros y del Notariado estatal establece dos requisitos básicos a la hora de aceptar los nombres: no pueden ser denigrantes y no deben inducir a confusión entre si la persona es un hombre o una mujer. Además, habría que respetar las grafías propias de cada idioma. Para determinar estas condiciones, en el caso de los nombres castellanos se sigue los parámetros de la Real Academia Española (RAE), mientras que en los vascos ocurre lo mismo con la Euskaltzaindia.
Así lo señalan desde los registros de San Sebastián e Irun. Desde ambas oficinas confirman que «sí tenemos casos en los que les decimos a los padres que no pueden poner a sus hijos el nombre que nos dicen, pero no se trata de una práctica muy habitual». En estas situaciones, según concretan desde la capital guipuzcoana, «a veces, tenemos nuestros más y nuestro menos con ellos para hacerles entender por qué no admitimos ese nombre».
Desde la delegación de San Sebastián destacan que «poner el nombre a un hijo es algo subjetivo y cada uno tiene su punto de vista, pero la gente a veces busca algunos de lo más extraños». Para resolver si éstos resultan válidos, en el Registro Civil «tratamos de comprobar si se ajustan a la Ley». En el caso de los nombres vascos la tarea se presenta sencilla, dado que «Euskaltzaindia sí tiene una lista -se puede consultar en la web euskaltzaindia.eus- y si no aparece aquí nos ponemos directamente en contacto con ellos para que nos lo aclaren». Por otro lado, «si nos presentan un nombre que no conocemos, porque sea raro o extranjero, solemos recurrir a Google», una herramienta que les permite «verificar si ya existe con anterioridad y está permitido».
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Una donostiarra se llama Alien
Todo este trámite, sin embargo, «depende en primera instancia del funcionario que atiende a los padres en el Registro Civil y de su percepción», argumentan en la oficina de San Sebastián. Así, puede producirse que algunos nombres curiosos pasen el filtro. Uno de estos casos ocurrió hace años en la capital guipuzcoana, donde unos padres quisieron llamar Satán a su hija, pero no se lo permitieron, aunque luego no encontraron impedimento para llamarle Alien.
Los padres disponen de ocho días desde el nacimiento de su hijo para acudir al Registro Civil e inscribir su nombre. No obstante, este periodo se puede incrementar de manera excepcional -se debe justificar- por cuestiones médicas o porque los padres no están casados y tienen que hacer otros trámites, entre otros motivos. Una vez en el registro en el caso de que no se les permita poner el nombre que desean cuentan con tres días para cambiarlo y que se ajuste a la Ley. En caso contrario será el juez encargado de la oficina quien lo determine, aunque en San Sebastián «todavía no ha ocurrido».
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«La insistencia en cuanto a que su hijo se llame de una manera a veces es férrea». Por ello, padres que han tenido que escoger otro nombre en vez del que ellos querían retoman la lucha después de un tiempo y vuelven a acudir al registro para intentar cambiarlo al que desean.
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