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El mago Pop utiliza unas 20 o 30 barajas por espectáculo. «Unas 500 al mes, no gano para cartas», bromea.
El pequeño mago que asombra al mundo

El pequeño mago que asombra al mundo

Hasta Stephen Hawking habla del Mago Pop, el alter ego de Antonio Díaz. «No entiendo cómo puede hacer lo que hace»

nuria rozas

Martes, 19 de abril 2016, 18:00

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Cuando sus amigos le dicen que se ha convertido en una celebrity, Antonio Díaz (Badia del Vallès, Barcelona 1986) se pone colorado. A diferencia de El Mago Pop, su alter ego, capaz de impresionar a Antonio Banderas y Stephen Hawking, el joven que hay detrás es «extremadamente tímido». «Es difícil llegarle porque no sabes si te habla la persona o el personaje. Lo utiliza como un parapeto y una manera de protegerse. De pequeño era un niño muy gracioso, sociable y muy artista: tocaba la guitarra y el piano... Siempre nos animaba las navidades con sus juegos de magia y sus monedas», recuerda Eva Menor, amiga de la familia y alcaldesa de Badia del Vallès, donde se crió el ilusionista del que todo el mundo habla.

En un barrio «humilde y trabajador» integrado en su mayoría por emigrantes del sur de España, Antonio dio sus primeros pasos y correteó por sus calles con los chavales del pueblo. Luego, en casa, se guardaba su pequeño secreto: «Soñaba con convertirme en mago», asegura. Lo decidió a los cuatro años, cuando un amigo de su padre le sacó un duro de la oreja. Después, se pasó una semana pensando cómo habría hecho aquello y aprendió a leer solo para averiguarlo. Muy pronto empezó a practicar los trucos de los manuales de magia. El primer libro, veinticinco años después, aún lo conserva como un tesoro. Por aquel entonces, su público se reducía a cuatro personas: su madre, una mujer preocupada por la familia; su padre, trabajador de una fábrica textil, y sus dos hermanos mayores. «Son muy normales y muy inteligentes, igual que él. Tiene un hermano oftalmólogo, que tiene mucho prestigio y una hermana fisioterapeuta, que también», cuenta la alcaldesa.

Ahora llena teatros y se ha convertido en una de las estrellas del canal Discovery Max. Sus padres siempre le apoyaron en aquel sueño. «Yo no tuve ese momento como Concha Velasco de decir: Mamá, quiero ser artista (risas). Ellos siempre tuvieron claro que me quería dedicar a esto», asegura el mago, que ahora ha cambiado el salón de su casa que le servía de escenario por el gran teatro Calderón, en Madrid, donde, desde enero, arrasa con su espectáculo La gran Ilusión, llenando sus mil butacas. Entre los espectadores se pueden ver andaluces, valencianos, cántabros... Gente llegada de todos los rincones de España que cuando sale de este show de música, humor, magia y viajes en el tiempo se pregunta «¿Pero cómo lo ha hecho?».

Para su compañero de profesión, el Magomigue, campeón del mundo de ilusionismo, Antonio (que es también premio nacional de Magia) tiene algo especial. «La primera vez que lo vi en persona me pareció un tipo muy bajito y pequeñito, pero en el escenario nadie lo diría. ¡Da sensación der ser un tío grande! (Risas) La vida siempre es distinta a la ficción. ¡Ese es otro de sus trucos de magia!». ¿Por qué tiene tanto éxito? «Domina muy bien el mundo del teatro (estudió arte dramático) y ha construido un personaje moderno y cañero. Cuando lo conocí, hará unos diez años, flipé porque en sus espectáculos no utilizaba las típicas canciones de Harry Potter sino Los Beatles, que le dan una frescura inusual. Me llamó mucho la atención. Y él me soltó que el buen gusto no está reñido con la juventud. Ya apuntaba maneras».

Antes de subirse al escenario, Antonio Díaz, que admira a Juan Tamariz y David Copperfield, se frota las manos, las pone a punto y pega tres saltitos. «Lo hago siempre». Y sale ante el público con un único amuleto: el gorro que le regaló el guitarrista de Love of Lesbian. Después sorprende con sus trucos, algunos increíbles, que le ayuda a preparar su equipo de 17 personas. Al acabar ha gastado más de 30 barajas «unas 500 al mes». Se nota que los juegos de manos son su pasión, se diría que hasta su obsesión porque derrocha una habilidad que no se aprende en dos días... Ni en dos meses.

Lo que no ha cambiado con los años son sus pequeñas pifias, que desvela la alcaldesa Eva Menor: «Hice alguna obra de teatro con él cuando teníamos trece o catorce años ¡y me enfadaba mucho porque no se aprendía el libreto! Y le decíamos todos: Antonio, ¡no te sabes el guion!. Pero luego se subía a las tablas y era espectacular. Tenía un talento especial».

¿Ya se ha corregido? ¿Ahora es más profesional?

Ja, ja, ja. ¡Soy un desastre! Me gusta vivir al límite. Nunca me aprendo bien los guiones porque me encanta la improvisación. Utilizo cuatro puntos y luego meto muchas morcillas. ¡Hay más morcillas que guion en mis espectáculos!

Sin embargo, la mecánica de los trucos se la sabe al dedillo. Y esa maña le ha valido para salir airoso de más de un apuro. «Sí, en algún examen para copiar. ¡Y no! ¡No me han pillado!, ja, ja, ja».

Alguna vez también ha recurrido a sus poderes en el amor. Ya se sabe que la magia seduce y hacerle un truco a alguien te puede volver más interesante...

¿Se ha aprovechado de esa erótica?

(Carcajadas) A mí siempre me ligan porque soy muy tímido... Ahora tengo pareja, así que no me hace falta. Sí que usé algún truquillo en mi adolescencia cuando tenía 15 o 16 años para sorprender. Y así, tener algo que no tenían otros.

Uno de sus mayores logros e haberse convertido en Ilustre de su pueblo. «Me emocioné mucho cuando me lo dijeron porque hasta el momento a Badia solo se la conocía por Sergio Busquets», el futbolista del Barça y la Selección. La alcaldesa está muy orgullosa «porque por una vez no salimos en los medios por cosas malas sino por el triunfo de una persona».

El Mago Pop ha conocido a su «tocayo más famoso», Antonio Banderas, y a Stephen Hawking, una de las mentes más privilegiadas del mundo.

¿Es tan divertido Hawking como dicen?

¡Es un cachondo! Es divertidísimo. Conocerlo ha sido de lo mejor que me ha pasado en la vida.

El físico que ha descubierto las leyes más indescifrables del planeta cuando vio su espectáculo solo acertó a decir: «¡No entiendo cómo puede hacer lo que hace!». Mejor. El secreto es lo que hace que la magia exista.

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