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A. H.
Martes, 16 de septiembre 2014, 07:17
«La realidad es que el cannabis es una sustancia ilegal y su consumo está prohibido». El fiscal jefe del País Vasco, Juan Calparsoro, asume que con los clubes de cannabis se produce un «problema de legalidad» e «interpretaciones dispares», aunque la ley es la misma para todos. Mientras que la Fiscalía considera esta actividad como tráfico de drogas y por tanto delito, los jueces están absolviendo en la mayoría de los casos al «aplicar sus jurisprudencias propias». El ministerio público recurrirá ante el Tribunal Supremo la reciente sentencia de la Sección Sexta de la Audiencia vizcaína que absolvía a tres dirigentes y dos socios del club Ebers de los delitos de tráfico de drogas y organización criminal al entender que no existía «ánimo de lucro». Calparsoro advierte de que «salvo que se cambien las leyes, nosotros tenemos que acusar» y espera que «el Supremo entre en el fondo del asunto y siente un criterio».
La Fiscalía Antidroga emitió una directriz después de analizar estos casos en varias reuniones, una de ellas celebrada en Bilbao, en las que acordaron una «doctrina oficial»: considerar que «estos clubes no cumplen con los criterios que establece la sentencia del Tribunal Supremo sobre consumo compartido». En esta resolución, el máximo órgano judicial apuntaba que se consideraría como tal cuando el consumo se produjera «en un sitio cerrado, por un número reducido de personas, que fueran previamente consumidoras y que aportaran un fondo común». De hecho, las asociaciones «han adoptado estos requisitos como normas propias», recuerda Aitor Brión, asesor legal de Eusfac, la federación que las agrupa.
El cascabel al gato
La Fiscalía entiende que «el riesgo de transmisión a terceros» no se elimina en estos clubes e intenta demostrar en cada caso que se produce un delito de tráfico de drogas. El fiscal jefe reconoce que «la mayoría están siendo absueltos», algunos incluso sobreseídos en fase de instrucción, aunque otros llegan a juicio porque «existían indicios de delito». Recuerda que en Cataluña han llegado a registrarse grupos con miles de socios e incluso «con penetración de las mafias de la droga».
Calparsoro fue uno de los ponentes en las sesiones del Parlamento vasco sobre los clubes de cannabis y reconoce que el fenómeno genera «inquietud» porque «nadie quiere poner el cascabel al gato». De momento, no prevé «una solución fácil y rápida».
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