El uno por uno del Eibar y Real Sociedad

Motivada. La ilusión por medirse al equipo en el que militó en una década no bastó para frenar a sus excompañeras.

Castigada. De no poner las manos que fueron sancionadas con el penalti que rompió la igualdad, la de Burkina Faso habría terminado con su rostro reventado.

Protectora. Tirando de su serenidad habitual, achicó el peligro hasta que el equipo se derrumbó.

Atareada. Se desvivió por cortar todos los avances visitantes que caían por su flanco.

Frenada. La madrileña no encontró ningún hueco por el que colarse.

Dinámica. Pudo cambiar el sino del partido con una ocasión que Moraza le sacó bajo palos al inicio de la segunda parte.

Entregada. No se le puede pedir más esfuerzo a la capitana.

Indecisa. La joven canterana pone empeño sin lograr ningún premio.

Encimada. Solo aportó un disparo.

Intrascendente. No le llego ningún balón que rematar con su habitual determinación.

Improductiva. Para cuando salió ya estaba todo decidido y no logró generar ningún avance destacable.

Escueta. Poco pudo hacer la canterana.

Resignada. Prácticamente no pudo entrar en juego en los pocos minutos que dispuso en la recya final del partido.