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Como diría Sherlock Holmes, el Eibar nunca pierde la oportunidad de desperdiciar una oportunidad. Como ya es costumbre en los últimos años, el conjunto armero volvió a fallar en el momento más determinante del curso y, si conserva un hilillo de vida al que aferrarse para lograr el ascenso directo en la última jornada, es porque el empate que el Leganés cedió en el tiempo de prolongación en Ferrol (2-2) le concede una última aunque remota opción.
Con el Valladolid ya festejando su retorno a Primera en una cita llena de altibajos ante el colista Villarreal B, la única posibilidad que les queda a los azulgranas tras inmolarse en Gijón es ganar el domingo (18.30 h.) en el último choque liguero en Ipurua a un Oviedo al que le puede hacer falta más que un empate para certificar su billete para el playoff, y esperar a que los pepineros pierdan en Butarque ante quién y ante el Elche, que difícilmente se prestará a hacer un favor al equipo que le arrebató su plaza cuando fue descendido administrativamente en el 2015.
Una nueva decepción igual o más difícil de digerir si cabe que las sufridas en las dos campañas anteriores, porque pese a la ilusión que había generado el ciclón ofensivo en el que Joseba Etxeberria ha convertido al Eibar, el equipo azulgrana se ha marchitado precisamente cuando más falta le hacía su frescura.
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Y lo peor es que la escuadra armera se encamina a disputar el playoff con la mayoría de los jugadores que le quedan al elgoibarrés cogidos con pinzas y con un declive moral difícil de levantar, porque la escuadra eibarresa tuvo al Sporting agarrado por el cuello durante gran parte del choque, sin ser capaz de clavarle la puntilla que los gijoneses sí lograron asestar en la recta final para reverdecer sus posibilidades de seguir optando al ascenso.
La derrota comenzó a mascarse incluso antes de emprender el que podía ser su último viaje de la temporada. Y es que mientras el Eibar anunciaba en sus redes sociales que salía con todo en El Molinón, la realidad indicaba que el entrenador azulgrana tenía con lo puesto para encarar el que había calificado como el partido con mayúsculas, puesto que a las bajas ya conocidas de Bautista, Tejero y el sancionado Simic, se le sumaron también las de Konrad y Qasmi.
Una precaria situación que el elgoibarrés intentó solventar brindando a Rober Correa la primera titularidad liguera en la presente campaña para proteger el lateral, en tanto que Nolaskoain volvió al once para acompañar a Matheus en la medular, situando a por Corpas de inicio en el extremo izquierdo, en la plaza habitualmente ocupada por Stoichkov. Y es que aún sin poder contar con tres de los cuatro delanteros específicos del plantel, el técnico azulgrana depositó en el gaditano la responsabilidad de ejercer de máximo referente ofensivo.
Y algo de fundamento tendrían los rumores sobre una posible fisura sufrida por Luca Zidane en una de sus manos, toda vez que entre los cinco integrantes del filial que se llevó también figuraba el portero Ispizua.
Mermados debido a la ausencia de dos de sus titulares más relevantes y obligados a ganar en un estadio mítico prácticamente lleno hasta la bandera para poder reducir su desventaja respecto a alguno de los dos primeros clasificados, lo tenían todo en contra.
Y aún así, pareció que el poso que debían haber adquirido tras los dramáticos desenlaces de los últimos años iba a aparecer en el momento más oportuno, porque el Eibar se manejaba con tranquilidad ante un Sporting al que cada vez le temblaban más las piernas.
Entre el empuje de los visitantes y la pesadumbre que se instaló entre la 'Mareona' ante un triunfo del Oviedo que les dejaba prácticamente fuera de la ecuación, el equipo de Miguel Ángel Ramírez fue cediendo un terreno que, sin embargo, ningún armero fue capaz de aprovechar, aunque Stoichkov y Arbilla estuvieron muy cerca de conseguirlo en la primera mitad.
Pero el Eibar no atendió a los avisos que le lanzó su rival, y el disparo que Gaspar Campos estrelló en el larguero al filo del descanso y la estirada con la que Luca Zidane repelió la semichilena del recién salido Djuka avanzado ya el segundo período no fueron más que la antesala del desastre que estaba por venir.
Sin fondo de armario con el que competir ante la entrada de los fuertes revulsivos que el Sporting tenía en su banquillo, el colapso que el equipo sufrió en la recta final resultó inevitable por lo mismo de siempre, la fragilidad defensiva que le ha cortado el vuelo desde el mismo momento en el que arrancó la competición.
Y la acción del gol que le condenó en Gijón es el perfecto botón de muestra del desbarajuste que ha imperado a lo largo del curso en el área eibarresa. En esta ocasión fue Campuzano, que había entrado en el campo solo dos minutos antes, el que aprovechó el despiste de Berrocal para rematar a place un centro de Otero.
Por primera vez en la historia de esta competición, se había llegado a la penúltima jornada sin ningún equipo ascendido ni descendido, pero tras una tarde repleta de emociones en prácticamente todos los campos, el Valladolid consumó su ascenso a Primera a costa de condenar al Villarreal B, al que terminó ganando después de darle la vuelta a un marcador que tuvo en contra durante varios minutos en Pucela (2-3). Junto a los castellonenses también pierden la categoría el Andorra y el Alcorcón, mientras que queda un pulso final en Lezama entre el Amorebieta y el Mirandés, en el que el empate salvaría a los rojillos. Además de la segunda plaza, también falta por certificar las dos últimas plazas de playoff.
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