Volúmenes y curvas: la modernidad
La Equitativa. Construido a comienzos de los años 30 del pasado siglo, supone la constatación a nivel local de un vibrante momento de transformación en la manera de entender
mario domínguez
Domingo, 27 de diciembre 2020, 07:58
La aparición en 1930 del proyecto de oficinas y viviendas de Fernando Arzadun para la firma La Equitativa supone la constatación a nivel local de ... un vibrante momento de transformación en la manera de entender la arquitectura. En el medio urbano donostiarra y a finales de la década de 1920, una transición no lineal pero sí inexorable partirá de los estilos historicistas hacia los lenguajes nacidos de las vanguardias europeas, desembocando en obras con aires definitivamente modernos que emparentarán algunos edificios de San Sebastián con las corrientes arquitectónicas más características del siglo XX.
El ejemplo de la manzana de Gros donde se construirá La Equitativa y de la plaza de Vasconia -hoy de Euskadi-, frente a la que se coloca, será una visible señal para este cambio de tendencia. Dicha manzana se construye desde 1920 mediante lenguajes de raíz clasicista o ecléctica, iniciándose su lado norte -calle Aguirre Miramón- y el primer tramo de las fachadas tanto hacia el paseo de Colón como Ramón María Lilí, quedando sin edificar los solares más cercanos a Santa Catalina. Por ese frente del puente y hacia 1926, la plaza de Vasconia se está configurando mediante edificios que aún siguen una clara cadencia historicista, cuando no retórica: es el caso de la manzana del paseo de Colón con Miracruz, ejemplo de ejercicio ecléctico con énfasis en la coronación de las fachadas y fuerte ímpetu decorativista en sus formas, usadas conscientemente como telón de fondo para la nueva plaza.
Es en ese mismo escenario tan marcado donde Arzadun introduce un juego formal definitivamente moderno; ni radical ni desnudo, pero sí muy diferente al preexistente en ese entorno: La Equitativa se insertará como una pieza distinta y en una posición clave en la trama urbana de la ciudad, demostrando las posibilidades de una poética compositiva que hasta entonces no había sido ensayada con tal ambición en las tipologías de manzana de ensanche, ni lo volverá a ser.
En La Equitativa brilla una arquitectura en la que tienen importancia los volúmenes construidos tanto o más que las fachadas, que usa materiales de raíz industrial y en la que las alusiones nada veladas a las máquinas producidas por el tótem de la técnica (el barco en particular, la curva como expresión de la fuerza motriz) son un nuevo modelo formal. En cuanto a su emplazamiento, el edificio al borde del agua con los frentes despejados por la plaza y el corredor del río, proyectará su imagen tanto a escala de paisaje urbano -desde la última curva del Urumea-, como a escala de calle, resolviendo el final del paseo de Colón con una solución de miradores convexos y terraza central que nos recuerda, allí donde es pertinente, que seguimos en Gros.
Simbiosis entre lugar y estilo
Es capital en La Equitativa entender la feliz simbiosis entre ubicación y estilo, puesto que esa situación de sobreexposición visual sienta francamente bien a las arquitecturas art dèco: volúmenes de formas geométricas esenciales (cilindros, cuerpos de revolución, prismas estilizados, espirales), sobredimensionadas, de líneas rotundas y contornos fáciles de entender, que favorecen la percepción del edificio como objeto y permiten establecer una relación muy clara entre observador y lugar, casi de tú a tú.
Consciente de ese poder, los rasgos estilísticos con los que trabaja Arzadun además están de plena actualidad en los años 30: esquinas en curva que sugieren la velocidad, el movimiento, también el tamiz del dèco por el expresionismo alemán; al igual que su volumen, que crece escalonadamente en la esquina al río, dando lugar a una pequeña torre curva que en el proyecto coronará dos plantas por encima del ático, en una reinterpretación del remate del frontispicio clásico como luego hará el edificio Capitol de Madrid.
En sus fachadas, nada está quieto pero todo está en equilibrio: terrazas curvas y alféizares como aletas o quillas sugieren un desplazamiento de la masa blanca en horizontal, que se compensa sabiamente con una tendencia a la vertical. Esbeltas antas o mástiles colocados simétricamente en la esquina al río, remitiendo a una idea de ascensión, de máquina perfecta, de monumentalidad (a veces bordeando la hipérbole), a la que el Movimiento Moderno nunca fue ajeno, y menos el alma hedonista y un poco impúdica del dèco.
Los datos
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Proyecto: edificio de viviendas y oficinas La Equitativa. Plaza de Euskadi, 1.
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Autor: Fernando Arzadun (Bermeo, 1893-Madrid, 1951), responsable entre otras obras de la Casa Kikunbera (Bermeo, 1930).
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Estilo: Supone la afirmación de un nuevo lenguaje en la ciudad, que puede englobarse bajo la etiqueta de Movimiento Moderno, en la variante de la poética art dèco.
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Levante: el edificio experimentó hace pocos años un levante en la última planta que no estaba en el proyecto original.
Detalles como la gran marquesina a nivel de calle, las barandillas tubulares, el juego de vaciado del volumen y sombras en terrazas, junto con la sencillez aerodinámica de las molduras lisas, conectan definitivamente el hito de La Equitativa con una filiación estilística que en Donostia alinea entre otros a Miraconcha 28 (Gutiérrez Soto, 1929), Real Club Náutico (Aizpurúa, 1929) o Easo 41-45 (J. R. Alday, 1931), en una sensibilidad moderna hacia la que la ciudad sin duda debe prestar un merecido interés.
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