Tirando del refranero

Las noticias llegaron anteayer a la noche; en la plaza de Dax, Ginés Marín había indultado a un toro de Santiago Domecq. Y en el cartel de ayer en illunbe, volvían a coincidir matador y ganadería. En los corrillos mañaneros del apartado ese era el tema de conversación: el buen momento del joven torero, las hechuras de los toros....

¿Y a partir de las seis de la tarde, que espectáculo vieron las más de cuatro mil personas que ocupaban los tendidos? Casi se hizo cierto eso de 'tardes de mucho, vísperas de nada', tan habitual en el mundo del toro. Pero igualmente se dice: 'no hay quinto malo' y en este caso quinto y sexto, incluso mejor este último. Fueron los dos toros más aprovechables del encierro.

Antonio Ferrera se llevó el peor lote. Muy blandito el primero y un manso de libro el cuarto. Lleva el torero pacense intentando buscarse un sitio en los carteles como torero experimentado, serio, buen lidiador que haga olvidar a aquel torero bullidor de antaño. Ayer en Illunbe pasó de puntillas, sin emplearse en uno e imposible el otro.

Sebastián Castella pidió paciencia al público cuando intentaba torear al segundo de la tarde. Fue en vano. En el quinto estuvo todo lo profesional que pueda estarlo un matador con sus años de alternativa. Con su toreo entre estático y mandón combinó distancia y tiempos en una faena muy medida casi exclusivamente por el pitón derecho. Oreja.

Ginés Marín parece haber superado definitivamente el bache del año anterior y ha recuperado el pellizco que tuvo de cuando era novillero. Al tercero lo toreó fundamentalmente al natural pero falló a espadas. Bullidora la faena del sexto, basada en series por ambos pitones. Excelentes dos naturales sueltos, medidos y profundos. Bernardinas para levantar al público, estocada y oreja.