La espuma de mar del sobresaliente, la seda del de Chiva
Jerémy Banti, uno de los veedores de Castella, reforzó el sobrevenido mano a mano entre Ponce y Roca; espléndido el capote de Algaba
El capote de paseo de Enrique Ponce era de una belleza tan espectacular como sutil, de una seda que de tan suave se hubiese dicho transparente. Colocado en el palco de los Borbones, el rey emérito lo fotografiaba con su teléfono inteligente en los primeros compases de la corrida de la Víspera . Esa a la que Cayetano Rivera Ordoñez decidió no acudir a eso de las 15 horas de la tarde. Cuando su cuadrilla ya había visto en la mañana los toros que le correspondían, su buen banderillero Iván García había prometido a la afición un buen par de palos en el cuarto de la tarde (promesa cumplida con 'Soleares'), su picador Leiro había asegurado que el golpetazo del domingo en Pontevedra no era nada para un Ordóñez y su apoderado Curro Vázquez, tan amado por los siglos de los siglos en Pamplona, no dejaba ninguna sombra de duda sobre la presencia de su torero en Illunbe.
120 minutos después, el diestro de tan fortísima genealogía taurina, escribía en su twitter una dolorida nota en la que lamentaba no poder acudir a sus citas de Donostia y Gijón (hoy) y añadía el parte médico de urgencias que, aparte de certificar su intolerancia a la metoclopramida y la morfina, aseguraba 'dolor costal a la movilización del tronco, al pasar de cúbito a la sedestación y en la palpación'. En la plaza hubo quien preguntó en alto si no sería también alérgico a toros casi quinqueños como ese 'Cantaor' de 595 kilos que le hubiese correspondido lidiar de haber venido. Hubo también quien se sintió feliz al no verle. Nada más sugerente que un mano a mano entre el Ponce, que en sus primeros diez años de alternativa toreó 2.400 toros, y ese peruano regio que en los quites a 'Descreído' se lució tantísimo bajando muchísimo las manos por chicuelinas.
Olvidado Cayetano y sus fracturas costales, la gente recordó que el sobresaliente que acompañaría en el paseillo al limeño y al valenciano había sido novillero en Donostia y se había presentado con camisa negra, algo nunca visto hasta entonces por este albero. Jerémy Banti es arlesiano, recibió la alternativa de Antonio Ferrera y en febrero fue elegido por Castella para ser su veedor de toros en el norte de España y el sur de Francia. Escogió para su debut en Illunbe un vestido de torear muy delicado: espuma de mar y oro. Y tuvo que desplegar el capote ya en el primero de la tarde cuando 'Descreído', bien picado por Palomares y 'Destinado', bien cortada su trayectoria por el veteranísimo Mariano de la Viña, buscó las tablas.
Buena cuadrilla lleva el aspirante al trono eterno de Ponce. Cuando 'Amante', largo y escurrido, bravo y de lista mirada, se rompió la pata en el encuentro con los poderosos Quinta y 'Ulysse' y se vació el albero a la espera de los cabestros que lo sacarían del ruedo, fue Paquito Algaba, de caña y azabache, quien desde el callejón, a pocos, con su capote llevó con delicadeza al toro herido hacia la oscuridad de su destino.
Olvidado Cayetano, el nuevo emperador viste de delicado lila y oro.