Álvaro Soler hace mover las caderas a una abarrotada explananda de Sagüés
El catalán Álvaro Soler ofreció un concierto con aires latinos ante un joven público
La todavía breve carrera de Álvaro Soler es tan curiosa que parece procedente malgastar unas líneas en esbozar su biografía. De padre español y madre alemana, nació en Barcelona hace 27 años y vivió una década en Tokio debido al trabajo de su progenitor. Poco antes de cumplir la mayoría de edad regresó a casa para estudiar ingeniería industrial y en 2015 se mudó a Berlín para grabar su primer single en solitario, 'El mismo sol'. Para su sorpresa, reventó las listas alemanas y fue número 1 en Polonia, Suiza e Italia, donde es toda una celebridad tras haber sido juez en el talent show 'X Factor'. Con un solo disco en el mercado, 'Eterno agosto' (2016), España es uno de los últimos países europeos donde Álvaro Soler ha conocido el éxito.
Tarde pero seguro. Bastó con ver el aspecto que el miércoles presentaba Sagüés -no cabía un alfiler hasta la zona de las txosnas-, para percatarse de cuán dulce es el momento que vive el artista. Si Jarabe de Palo no lo remedia el sábado, el de Álvaro Soler habrá sido el más multitudinario de los conciertos de esta Aste Nagusia. Miles de personas, principalmente chicas adolescentes y un sinfín de niñas acompañadas de sus familiares, abarrotaron la explanada en una función que transcurrió a golpe de cadera y de teléfono inteligente.
Y es que los smarphones fueron los protagonistas de la noche junto a los gritos de histeria y los piropos subidos de tono. Desde la tanda inicial con 'Volar', 'Animal' y 'Veneno' se advirtió cuál sería el 'modus operandi' de la entregada parroquia: grabar o fotografiar durante un tema y compartir las imágenes durante el siguiente. Muchas ni siquiera advirtieron que Álvaro Soler interrumpió momentáneamente 'Qué pasa' por un ataque de risa sufrido al leer en una pancarta «Quiero ocho hijos tuyos».
Tiene el cancionero de Soler un indubitado tono confesional que él acentuó en las presentaciones al sincerarse con el público y recordar con humor que 'Agosto' nació en un mes que se le hizo eterno cundo una antigua novia le abandonó por un argentino. Alabó reiteradamente la energía que transmitía el público y admitió que su conocimiento del euskera se limita a 'Gabon' y 'Eskerrik asko' para proseguir con 'La vida segura' y 'Tuyo', la versión del tema escrito por Rodrigo Amarante para los créditos de la serie 'Narcos'.
El polivalente sexteto hispano-germano-latino que le escoltaba le dejó solo ante el peligro para interpretar con la guitarra eléctrica una desnuda versión de 'El mismo sol' en la que el público llevó la voz cantante. Tras 'Si no te tengo a ti' llegó otro de los momentos de la función con 'Sofía': sin dejar de bailar, ninguna fan olvidó levantar su smartphone y la única diferencia fue que unas encuadraban en vertical y otras, en horizontal. En 'Libre' se marcó un dueto con su teclista, joven alemana que no sabe español pero cantó con gran solvencia, mientras que 'Esperándote' y 'Esta noche' propiciaron el clásico momento de brazos a un lado y a otro con las linternas de los móviles encendidas.
No cabe duda de que Álvaro Soler es carne de radiofórmula. Sus melodías repetitivas y sus letras de (des)amor son tan simples como el mecanismo de un chupete, pero no es menos cierto que su pop de digestión fácil y aires latinos no ofende a la inteligencia como el de otros colegas de igual o mayor éxito. Además, el muchacho es simpático y sabe autoparodiarse como en 'La cintura', ese hit reciente en el que se ríe de sus nulas dotes de bailarín y que pareció poner fin al concierto junto a la participativa 'Yo contigo, tú conmigo (The Gong Gong Song)', escrita a pachas con Morat.
Ignorante del ritual de los bises, parte del bisoño público abandonaba Sagüés cuando Álvaro Soler regresó para cantar 'El camino' sentado al borde del escenario, solo junto al trompetista, y dedicar 'Cuándo volverás' a su familia. Antes de acometer 'Tengo un sentimiento' dio las gracias a Donostia para despedirse con 'El mismo sol', esta vez interpretada con la banda al completo y rubricada por una sensacional batucada. En septiembre, cuando publique su segundo álbum, se comprobará si el catalán es flor de un día o, por el contrario, resiste erguido los embates del proceloso mar del 'mainstream'.