Borrar
Las 10 noticias clave de la jornada
Desembocadura del Urumea. El puente María Cristina mantiene su imagen como el más parisino de la ciudad, con un evidente aire al puente Alejandro III de la capital francesa. Lobo
El puente de las estaciones cumple 120 años
Patrimonio

El puente de las estaciones cumple 120 años

El puente María Cristina se inauguró el 20 de enero de 1905 con el objetivo de acercar la estación de tren a una ciudad que se expandía urbanísticamente gracias al Ensanche Cortázar

Aingeru Munguía

San Sebastián

Domingo, 19 de enero 2025, 01:00

Iba a llamarse puente de los Fueros, también se barajó darle el nombre de Gipuzkoa, se le puso finalmente el de la reina María Cristina, pero en realidad siempre ha sido el 'puente de la estación', hoy de las estaciones. El puente María Cristina nació con vocación de unir a la ciudad con el tren, hoy además sirve de acceso a la estación de autobuses y en el futuro hará lo propio con la estación del TAV. El 20 de enero de 1905 se inauguró oficialmente, con lo que el puente más parisino de la ciudad cumple mañana 120 años.

El tren había llegado a San Sebastián en 1864, un año después de iniciado el derribo de las murallas que encerraban la ciudad a lo que hoy cocemos como Parte Vieja. La expansión urbanística iniciada a raíz de este hito y plasmada en el Ensanche Cortázar pedía a gritos construir un puente que enlazase la estación de tren con la nueva ciudad que se alumbraba. En 1890 se aprobó construir esta infraestructura, pero la falta de dinero y la necesidad de rematar antes el encauzamiento del río postergó este objetivo. Desde 1893 existía una pasarela provisional de madera que permitía el acceso directo a la Estación del Norte, pero el nuevo San Sebastián necesitaba un puente que estuviera a la altura del desarrollo urbano que se barruntaba.

A comienzos del siglo XX se habían edificado ya la iglesia del Buen Pastor y varias de las casas de la calle Prim, el número de personas que llegaba por ferrocarril a la capital guipuzcoana era creciente y se hacía necesario ese segundo puente sobre el Urumea (solo existía el de Santa Catalina ya que el de Zurriola no se materializó hasta 1921).

En octubre de 1903 el Ayuntamiento convocó un concurso público para que elegir en dos meses un proyecto. Se presentaron catorce propuestas y el jurado dio como ganador al realizado por el ingeniero José Eugenio Ribera y el arquitecto Julio Zapata.

Una plataforma de madera fue el primer acceso a la estación. Fondo kmk
Actividad juntp a la estación hacia 1908. Fototeka kutxa
El puente Maria Cristina abierto con el río por encauzar. Fototeka kutxa
Vista frontal del puente de madera previo al actual. Fondo Brunet del M.R.D.

1 /

En enero de 1904 el Ayuntamiento adjudicó las obras a la Sociedad de Construcciones Hidráulicas y Civiles que dirigía el propio Ribera con la obligación de introducir algunas reformas en el proyecto, en marzo se aprobó el proyecto reformado y comenzaron las obras. Diez meses después, bajo la dirección de Marcelo Sarasola y José de Goicoa, ingeniero y arquitecto municipal respectivamente, se inauguró el puente, en unos plazos inauditos para lo que hoy son las obras públicas.

El puente, construido en hormigón armado, tiene tres arcos rebajados de 24 metros de luz, apoyados en dos pilares centrales de tres metros de ancho. Su anchura total es de 20 metros.

A ambos lados se colocaron cuatro obeliscos terminados con otras tantas figuras alegóricas, obra del escultor Angel García Díez, representando la Paz y el Progreso. La barandilla es una artística balaustrada de piedra artificial con adornos de fundición. La iluminación se resolvió mediante cuatro grandes candelabros de tres faroles, cuya parte escultórica se debe al famoso artista Mariano Benlliure, y doce farolas menores.

El parisino Alejandro III

Los pilares del puente fueron enriquecidos con unas proas y sus correspondientes mascarones y los arcos con mayólicas ejecutadas por el reputado ceramista Daniel Zuloaga. En los arranques se colocaron animales fantásticos y en las claves, los escudos de San Sebastián, Gipuzkoa y España. Estos escudos, así como los faroles y las proas se repiten en los cuatro obeliscos. Todo ello hizo que el puente de María Cristina fuera comparado con el de Alejandro III que, con motivo de la Gran Exposición Universal de París de 1900, se levantó sobre el Sena. En aquella época fue «el más rico en elementos decorativos de los que hasta ahora se han construido en España», según afirmaba una revista especializada.

El día del santo patrono donostiarra de 1905, miles de personas asistieron a la inauguración, a la que no pudo asistir la reina consorte. El alcalde José Elósegui fue el encargado de cortar la cinta. La Banda Municipal, el Orfeón Donostiarra y un coro de niños interpretaron un himno compuesto expresamente para la ocasión por el maestro Santesteban.

Tras la inauguración oficial hubo música y la fiesta invadió las inmediaciones del puente. A las seis y media de la tarde se quemó una colección de fuegos artificiales y, frente a la fonda de la estación, se encendió la mecha de un zezensusko. Un grupo de chavales intentó arrojar el toro al agua, lo que derivó en una pelea con los municipales que concluyó con un sereno herido de una pedrada.

Reformas y retoques

La fisonomía del puente María Cristina se ha mantenido durante los 120 años aunque ha sido objeto de numerosas obras. Hubo fuertes temporales en 1924, 1931, 1965 y 1967 que obligaron a reponer barandados rotos. En 1931, durante la II República, se eliminaron las coronas reales de los obeliscos, que se repusieron con diferente tamaño en 1965. En 1974 se sustituyeron las luminarias ovoides originales por otras de estilo fernandino que son las que han llegado a la actualidad. El puente fue sometido a una completa reconstrucción estructural en 1984, con un proyecto de Arenas y Asociados, una obra dirigida por el ingeniero municipal Javier Mainar. En los trabajos se sustituyeron las bóvedas del puente por quince arcos-tímpano prefabricados de hormigón armado, y se incorporaron las formas que ofrecía el viejo puente rehaciendo los elementos ornamentales mediante moldes sacados de los originales. Terminadas las obras el nuevo puente era prácticamente idéntico al primitivo, aunque con mayor capacidad portante.

La construcción de la estación de autobuses en 2016 y unos trabajos de consolidación de la estructura del puente realizados ese mismo año llevaron al Ayuntamiento a considerar la conveniencia de llevar a cabo una restauración ornamental que sacara el brillo perdido por el paso del tiempo y por las obras en el entorno. El proyecto básico se encargó al especialista José Luis Larrañaga, la obra se encargó en 2019 a la empresa Artyco y los trabajos estuvieron supervisados por técnicos del Museo San Telmo. Las actuaciones principales llevadas a cabo consistieron en la limpieza de sales, polvo y suciedad; la eliminación de la colonización vegetal existente en numerosos puntos; y la reparación de los daños provocados por el agua. También se acometió el saneado de fisuras y grietas y se repintaron las superficies. Los ocho meses de obra requirieron una inversión de 605.962 euros. Su construcción un siglo antes había costado 700.000 pesetas, un dinero que prestó sin interés la Caja de Ahorros Municipal, con un plazo de amortización de 90 años.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco El puente de las estaciones cumple 120 años