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«La playa de vías puede ser una buena oportunidad para 'coser' la ciudad»Su tesis doctoral de 2012 estudió 'Las iglesias con galerías de madera en Euskal-Herria. El tipo labortano y sus recintos sagrados' y encontró en ellas el poso de las guerras de religión, y del protestantismo. Iglesias hechas por el pueblo, equipamientos asamblearios. En las primeras bienales de arquitectura analizó y compartió la impronta de la 'Arquitectura vasca en el exilio'. Director de la Escuela de Arquitectura del 2013 al 22, hoy ha vuelto a las trincheras, es profesor de Historia y Proyectos. Da clases también en las Aulas de la experiencia. Tuvo banda de rock y considera la Arquitectura una carrera absoutamente vocacional. Lo que no le impide reconocer que él, como les sucede a muchos alumnos ,pasó algún curso en un despiste monumental.
– Perdón, ¿'vindicar' o 'reivindicar'?
– 'Vindicar' porque es lo primero que hay que hacer para luego poder 'reivindicar'. 'Defender', primero. Alabar después. Defender la casa blanca de Ramón María Lili, obra de Pablo Zabala. La que está frente al Ondarra, de Azpiazu. La arquitectura racionalista de esta ciudad. Entreguerras.
– ¿Cuál fue nuestro periodo de entreguerras?
– Entre la I Mundial y la Guerra Civil española puesto que no vivimos la Segunda. Creo que estamos en deuda con arquitectos, como Gutiérrez Soto, autor de Miraconcha 28 y también del bar Chicote de Madrid. Muchos, al ser su arte pura vanguardia fue considerado 'degenerado' y marcharon al exilio. Algunos volvieron cuando el ambiente se hizo menos terrible. Hubo quienes realizaron aquí, en los tiempos del desarrollismo, proyectos que hasta hace poco nadie ni tomaba en consideración ni vindicaba ni reivindicaba. Barrios enteros que los que no van de bares ,no van en moto o no salen del ensanche de Cortázar ni siquiera conocen.
– ¿Por ejemplo?
– Todo San Roque, por ejemplo. Toda la zona de Rio Deba y Ametzagaña. San Francisco Javier. Hoy lo que antes fue menospreciado se ha convertido en viviendas de lujo. Yo te diría que ya todo está construido. Se construyó en los 50, los 60, los 70. Los 80. Soy fan total de Bidebieta I, esa isleta entre Herrera y la bajada a Trintxerpe. Fan de los Gaiztarro, arquitectos, promotores, constructores. Se arruinaron en Bidebieta 2 pero tenían un proyecto bien interesante en la zona de Gudamendi, algo de estilo y aires mediterráneos. Hubo momentos en que los criterios arquitectónicos fueron realmente increíbles.
– ¿Estamos pensando en el edificio Urumea?
– Por ejemplo. 1974. Obra de Marquet, Unzurrunzaga y Zulaica que invitaron a Moneo a participar en el proyecto. Una idea perfecta para convertir un lugar emblemático, aquel frontón Urumea, en un edificio residencial que por su calidad está considerado de los mejores de España.
– Y si todo está ya construido, ¿qué hacemos ahora?
– Antes de contestar déjame decirte que, cierto, también fueron años en que se destrozaron muchas ciudades. Pero igualmente se levantó buena obra. Como varias casas que juegan con el metal, la cerámica y el cristal en la Avenida. Es el momento de mirar bien el edificio que hace esquina con la calle Fuenterrabia, frente al Guipuzcoano. En cuanto a la pregunta de qué hacemos ahora...
– ¿Sí?
– Con la llegada de la democracia se hicieron los deberes y hubo mucha obra pública: polideportivos, ikastolas, casas de cultura... Ahora hay que rehabilitar. Y no me refiero solo a rehabiltación energética sino también a la urbanística, a la social. Se habla mucho de que Donostia es el 'petit Paris'. Falso. No lo somos. Porque no mantenemos con nuestro río la relación que tiene la capital de Francia con el Sena. No aprovechamos sus riberas. Y cuando digo 'aprovechar' pienso en algo más que en trazar un paseo. Se ha hecho algo mejor en Txomin pero en Riberas de Loiola se plantó una auténtica frontera. El barrio separado del río por un puñado de carriles para el tráfico.
– Acaso no nos equivocaremos cuando llegue el momento de crear la playa de vías en la zona que es hoy la estación del Topo y Euskotren en Amara.
– Ojalá. Gran ocasión para 'coser', 'suturar' esa ruptura, esa frontera que hay entre el ensanche de Cortázar y Amara, fractura que no es únicamente psicológica sino real, efectiva. No estaría mal soterrar el tráfico desde Sancho el Sabio, jugar bien las cartas que ofrece el parque de Araba, acercarse, repito, al río y, por supuesto, crear vivienda. Hay que construir casas en esa playa.
– Algún vecino de la zona no estará de acuerdo con esto último.
– Ya. Pero esta ciudad necesita habitantes jóvenes. Yo no quiero expulsar a los mayores pero sí creo que Donostia tiene que rejuvenecer. La juventud ha sido expulsada. Y debe volver al centro.
– Por cierto, ¿dónde está hoy la arquitectura vanguardista?
– En la periferia. Construcciones aisladas. Villas sorprendentes. Viviendas en bloque pero que se habitan como casas individuales...
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