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La profesora Soledad Arce, tercera por la izquierda, con sus alumnas, ante el antiguo mercado, sede del taller de costura. JUANTXO LUSA

El placer de la costura en el Antiguo

El taller impulsado por el Hogar del Jubilado y Donostia Kultura cumple 20 años y acoge a 28 alumnas

Cristina Turrau

SAN SEBASTIÁN.

Viernes, 8 de junio 2018, 06:49

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Fue monitora de costura en Nazaret, y en los hogares del jubilado de Amara, de la calle Idiakez y en Errenteria. Llegó a impartir hasta 8 horas diarias de clases. Hablamos de Soledad Arce, profesora del taller de costura que se imparte desde hace 20 años en el Antiguo, impulsado por el Hogar del Jubilado del Antiguo y Donostia Kultura, que cede los locales.

Un total de 28 mujeres se reúnen dos días por semana en el edificio del antiguo mercado de la plaza de Alfonso XIII. Los miércoles, las clases son de 10 a 12:30 y los jueves, de 16 a 19 horas.

En las clases se respira un ambiente inmejorable. Tanto es así que organizan excursiones -alquilan un microbús-, comidas de fin de curso y por Santa Lucía y muchos almuerzos de menú del día entre semana, a los que llegan a sumarse más de 20 asistentes.

Amigas nuevas y coser

Lilí Neira lleva 8 años acudiendo al taller de costura. «Me gusta coser», explica. «Me aporta mucho, por ejemplo, a mis años, tener amigas nuevas y ello, en una actividad que disfruto, como es el coser. Y tenemos muchas suerte con nuestra profesora Soledad porque es un encanto».

El gusto por la costura lo respiró esta antiguotarra en su propia familia. «Mi padre era sastre y yo aprendí a coser siendo niña, pero he sido manicura y no me había puesto a ello hasta que he venido a estas clases, hace 8 años. El curso me ha aportado el aprender a desenvolverme en una actividad que me relaja. Toda la vida me ha gustado coser».

En su casa se cosía. «Ocurre además que como mi madre nos hacía la ropa, no me gustan las prendas compradas. A veces llevo alguna, quién no, pero hay una gran diferencia y ahora que coso me gusta llevar las prendas que yo misma he confeccionado».

Julita Pastor acude al curso desde que se inició, hace 20 años. «Aparte de toda la ropa que nos hacemos aquí o, en mi caso, la que hago para mi nieta, vienes a gusto a este taller. Las compañeras de clase son estupendas y pasas un rato muy agradable».

Disfruta relatando que se van de comida. Celebran, por ejemplo, el día de Santa Lucía. Ahorran durante todo el año y con el dinero que reúnen se van a comer a la carta a un buen restaurante. «Tenemos a Malús, que pone la caja en medio de la mesa y así sabemos que ha llegado el momento de pagar. Ponemos 12 euros al mes. Empezamos poniendo 5 euros y hemos ido subiendo la cuota».

El ambiente es inmejorable. «Estamos muy a gusto y el rato se nos pasa rápido», dice Julia Pastor. «La profesora se llama Soledad y de verdad es un sol».

Mila Pérez también está muy contenta con las clases. Ha confeccionado mucha ropa y se siente satisfecha. «He trabajado como profesora con niños y tenía muchas ganas de hacer cosas diferentes. Cuando me jubilé llegó el momento de dedicarme a ellas. Me gusta el trabajo de coser. He hecho mucha ropa para mí y para mi nieta. Coser me relaja mucho. He aprendido aquí a hacer ciertos trabajos de costura y luego voy a casa y practico».

Para Elena Laka es su primer año en el taller de costura. «Me animó Sole y empecé», relata. «Me gusta coser y estoy muy contenta con las clases. Tenemos un ambiente buenísimo. Para mí es mi hobby del que disfruto. Durante este curso he hecho un abrigo, una cazadora bomber, una sudadera y ahora me estoy haciendo un vestido».

¿Su satisfacción? «No ves prendas iguales a las tuyas», dice. Trabaja como esteticienne. Antes de apuntarse al taller de costura, realizó un curso para aprender a coser a máquina. «Me apasiona», afirma.

La profesora también está encantada con las clases. «Es muy buena gente», dice. «No hay problemas. Siempre encontramos un rato para tomar un café. Y hay muchas satisfacciones. Basta con ver la ropa que hacen. Es preciosa».

Modista entes que profesora

Soledad Arce fue modista antes que profesora. Tuvo un taller en casa. Tenía sus clientas pero empezaron a llamarle de muchos centros para enseñar costura. «Descubrí una cosa que no sabía, que era capaz de enseñar y me gustó», dice.

De las 8 horas diarias de clase que llegó a tener en su día ha pasado a seis horas a la semana. «Esto de ahora es descansadísimo», afirma. «Además es agradable porque tenemos muy buen rollo entre nosotras. El ambiente es buenísimo. No me puedo quejar». Hay sitio para nuevas incorporaciones en las clases, que empiezan en octubre y acaban la primera semana de junio.

Algunas de las prendas que han elaborado en los últimos meses pudieron verse en la exposición que se ofreció hace dos sábados en el antiguo mercado de la plaza de Alfonso XIII. Se mostraron abrigos, trajes y otras prendas realizadas. Fue en el 'Día del Mercado', en el que también se exhibieron cuadros realizados en las clases del Hogar del Jubilado del Antiguo. También hubo una exhibición de gimnasia y tai chi, entre otras especialidades.

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