El 'Portaviones' se reinauguró hace tres años tras una reforma integral para adecuarlo a los nuevos usos. Vaumm
San Sebastián

Patrimonio moderno y arquitectura contemporánea

Portaviones ·

Vaumm ha recuperado la construcción original de Luis Tolosa de 1943, después de que la última reforma la hiciera desaparecer de la vista durante treinta años

Ana Azpiri Albistegui

Domingo, 30 de enero 2022, 08:53

Recientemente, el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro y el Docomomo Ibérico, organización dedicada a la preservación de la arquitectura del movimiento moderno, han distinguido ... con una placa conmemorativa el edificio original del 'Portaviones', proyectado en 1943 por Luis Tolosa en el Muelle donostiarra. Esta construcción, una estructura de hormigón armado formada por una gran plataforma sobre pilares, esbelta, abierta y transparente, había desaparecido en 1988, al quedar completamente invadida por una reforma que necesitaba acomodar una considerable cantidad de pequeños almacenes y una nueva lonja.

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Paradójicamente, la reforma que desvirtuó la pieza inicial de 1943, se fue integrando en la memoria colectiva, de tal manera que hizo olvidar completamente a su antecesora. En 2018, ante la necesidad de una adecuación de los espacios para albergar nuevos usos, el proyecto del estudio Vaumm planteó, como base de su propuesta de reforma, la recuperación de la pieza original. Tanto es así, que el nuevo volumen construido se diseñó como un sencillo contenedor insertado debajo de la estructura original y cuidadosamente separado de ella. Gracias a esto, hoy podemos ver la antigua y la nueva construcción conviviendo y estableciendo un diálogo fluido entre el primer movimiento moderno y la arquitectura contemporánea.

El 'Portaviones' original fue diseñado por Luis Tolosa Amilibia, arquitecto autodidacta con plaza de delineante del Puerto de Pasajes. Fue el autor de todos los edificios que estaban bajo la responsabilidad del Puerto entre 1927 y 1956. Además, proyectó fábricas como la Nueva Cerámica de Orio, todo el complejo de Laborde Hermanos en Andoain o Ramón Vizcaíno en Altza. De hecho, su arquitectura es una de las más destacadas de nuestro patrimonio industrial entre 1928 y 1950.

El edificio, antes de la última intervención Sara Santos

Maestro en proporcionar de manera armónica y bella hasta la pieza más humilde de arquitectura, consiguió una forma porticada de pilares esbeltos con una losa de cubierta que formaba grandes voladizos y que parecía tener muy poco grosor. De esta imagen de plano volado deriva la similitud con la cubierta de un portaviones.

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Con esta estructura se creaba un espacio cubierto junto al Muelle y se usaba tanto la parte porticada como la superficie superior. La zona cubierta era empleada por los barcos de pesca para descargar sus capturas al abrigo de los elementos o almacenar allí las cajas de madera vacías, una vez vendido el pescado. La parte superior era utilizada como un secadero de redes.

Los datos

  • Proyecto original : Luis Tolosa Amilibia (1943), autor de los edificios del puerto de Pasaia construidos entre 1927 y 1956.

  • Reforma de 1988: Julián Segués Echezarreta.

  • Reforma de 2018: El estudio donostiarra Vaumm recupera la pieza original y dispone su edificio sin alterarla, al colocarlo como si fuera una caja debajo de la cubierta.

Aunque sufrió un incendio en 1979, permaneció sin alteraciones hasta 1988. Ese año se proyectó una reforma radical de la idea de partida. Había que incorporar una nueva lonja dotada de los medios técnicos necesarios, así como unos espacios de almacenaje mejor compartimentados para los arrantzales. Esto supuso la aparición de cerramientos y tabiques en una construcción que no tenía ninguno. La pieza de Luis Tolosa desapareció y en su lugar quedó una nueva presencia con una piel que recuperaba ciertos guiños al racionalismo naval a la manera del Náutico de Aizpurua, con ventanas redondas, barandillas de tubo pintadas de blanco, etc. De alguna forma, esto legitimaba su presencia. Y esta es la imagen que ha perdurado los últimos treinta años.

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En el año 2018, la necesidad de adecuar el edificio a los nuevos requerimientos de la actividad del Muelle, llevó a plantearse la pertinencia de un proyecto de reforma. El estudio Vaumm asumió la tarea, consciente de que se iba a alterar completamente la imagen del edificio y que tendría que encontrar los mecanismos expresivos que permitieran su encaje en el contexto urbano y en la memoria colectiva. En esa búsqueda, tomaron la decisión de recuperar la estructura original proyectada por Luis Tolosa, devolviéndole el protagonismo y enfatizando su condición de cobijo de la nueva actividad.

Su propuesta entiende el patrimonio como una «memoria colectiva construida», de tal forma que, además del valor estético e histórico de un edificio, se entienda su cualidad de referente para la memoria del lugar. Cuando se actúa para poner en valor esa memoria, se actualiza y se llena de contenido, y el espacio construido se carga de significado. Según este planteamiento, para que el patrimonio se mantenga vivo, es necesario dotarlo de uso, un uso que necesariamente tendrá que adaptarse a las demandas concretas de cada momento.

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Piel de cerámica blanca

En cuanto a la materialización de su propuesta, optaron por un lenguaje contemporáneo sin concesiones. La piel de la nueva pieza, que ocupa el vacío interior del tinglado original, es de cerámica. No fue una elección aleatoria. Con ella querían enlazar, por un lado, con la tradición constructiva popular de las viviendas del Muelle que usa los revestimientos cerámicos en sus fachadas. Por otro lado, al elegir los tonos blancos, querían conectar con la imagen más académica asociada al blanco como el color más emblemático del movimiento moderno.

Desde una perspectiva urbana, el edificio busca una mayor permeabilidad entre el frente del Muelle y la plaza interior. Esto se manifiesta en el tramo central, donde se abre una transparencia que permite que la vista lo atraviese, tal y como solía ocurrir con la construcción original cuando estaba vacía de cajas.

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Finalmente, gracias al proyecto de Vaumm, hoy podemos ver la pieza original albergando en su interior a su homóloga futura. La radical funcionalidad del primer racionalismo y la caja que resuelve con aparente sencillez la difícil ecuación que planteaba el lugar. Un diálogo entre dos obras que, aunque separadas por más de setenta años, hablan el mismo idioma.

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