Una obra que dibuja el paisaje
Plaza del Peine del Viento. El proyecto de Luis Peña Ganchegui es un ejemplo de diseño urbano que facilita el diálogo entre el arte y la naturaleza
mario sangalli
Domingo, 27 de septiembre 2020, 08:06
La irrupción del Land Art en la escena del arte contemporáneo, a finales de los años sesenta, introdujo un nuevo modo de entender la creación artística. Basado en la utilización del contexto natural como material y soporte del trabajo del artista, este cambio resultó fundamental en el devenir de la Arquitectura del Paisaje, la disciplina que se ocupa del diseño de los espacios a cielo abierto. Calibrada simbiosis entre arquitectura, escultura y naturaleza, la Plaza del Peine del Viento es una obra maestra a medio camino entre la Arquitectura del Paisaje y el Land Art.
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En 1974, el Ayuntamiento de San Sebastián encargó a Luis Peña Ganchegui que adecentara el final del paseo del Tenis, como intervención previa a la instalación de una escultura de Chillida. Nadie podía sospechar entonces que aquella actuación daría lugar a uno de los ejemplos más aplaudidos de integración entre naturaleza y artificio. Y, sin embargo, la ocasión reunía todas las características para serlo.
Era idóneo su emplazamiento: un sitio apartado en un extremo de la bahía, cuyo potencial esplendor esperaba que alguien lo señalara como lugar y nos enseñara a verlo. Se prestaba también el cometido del encargo: la adecuación de ese sitio para la instalación de la escultura, posibilitando un diálogo entre el trabajo del escultor y el del arquitecto. Ayudaba igualmente el carácter del programa de necesidades, meramente contemplativo, al servicio de una instalación artística. Pero lo más determinante fue, sin duda, la elección del arquitecto, que en ese momento de su trayectoria había demostrado ya ser un maestro del 'lugar', con espacios públicos como la Plaza de la Trinidad, casas articuladas con el paisaje como la Casa Imanolena o conjuntos residenciales integrados en contextos históricos como el que mereció el Premio Aizpurua en 1965.
Los datos
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Arquitecto. Luis Peña Ganchegui.
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Proyecto. 1975
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Obra. 1976
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Descripción. 3.214 m2 de granito Rosa Porriño sin labrar construyen una gran plataforma escalonada, que se presenta como basamento del monte Igeldo. Concebida como antesala del conjunto escultórico Peine del Viento XV, de Eduardo Chillida, la plaza ofrece un espacio de transición que articula la ciudad con la naturaleza.
En efecto, Peña Ganchegui había acreditado ya una especial sensibilidad hacia el entorno, identificando el Genius Loci, ese espíritu que permite a cada 'sitio' convertirse en 'lugar'. El arquitecto guipuzcoano estaba preparado como pocos para incorporar la enseñanza del Land Art en el diseño arquitectónico, singularmente en el continente europeo, en un momento en que aún se estaba definiendo la disciplina al otro lado del Atlántico. De forma contemporánea a los arquitectos paisajistas estadounidenses que reformularon el oficio a mediados del siglo XX, Peña Ganchegui combina en sus obras el entorno urbano y el natural en un mismo paisaje, con la incorporación de sus topografías artificiales.
Patrimonio de la Humanidad
El principal valor de la Plaza del Peine del Viento radica en su singular condición de espacio intermedio: entre el monte y el mar, entre la ciudad y la naturaleza, entre el espectador y las esculturas. Un papel de espacio mediador que se apoya en el carácter primario y unitario del granito que construye la plaza, en su abstracta fisonomía, vacía de mobiliario, y en la secuencia de espacios que van desde la plazuela inicial hasta el reducido ámbito final, a escala de las esculturas. Son esos mecanismos los que facilitan la feliz relación entre arquitectura y escultura, que extiende su conexión al entorno natural. Empleando una visión cercana a la de los poetas y artistas románticos, Peña Ganchegui se enfrenta al misterio y grandeza de una naturaleza capaz de alcanzar la categoría de lo sublime, contemplándola como algo que debe ser comprendido e interpretado en lugar de meramente explotado.
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Casi medio siglo después de que Peña Ganchegui la concibiera, la Plaza del Tenis -hoy Plaza del Peine del Viento- ha recibido la máxima protección por parte del Gobierno Vasco, como parte del Conjunto Monumental que forma con las esculturas de Eduardo Chillida. Su declaración como Bien de Interés Cultural nos permite soñar con un futuro reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Pero el tiempo no pasa sin dejar huella, y menos en un emplazamiento expuesto como el suyo. Por eso se hace necesario -urgente diría- que se acometan los trabajos previstos para revertir los daños experimentados por la plaza y veamos recuperada su vocación de espacio mediador y su capacidad para reconciliar, a través de los sentidos, lo material con lo espiritual.
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