Manos Unidas busca gente solidaria
Con una muestra en el Buen Pastor y la visita de una monja ruandesa dicen que «la ayuda llega» | En San Sebastián hay documentos de esta ONG de la Iglesia católica desde 1962 y en España cumple ahora 60 años de andadura
Mukamana Gaudence, religiosa ruandesa de la compañía Misioneras de Jesús María y José ha llegado esta semana a San Sebastián. Lleva unos años viviendo ... en Madrid, en el barrio de Aravaca, donde cuida a religiosas dependientes de su compañía y ayuda en la parroquia y en la catequesis. Llegó a España en 2015 pero echa en falta su país. «Allí hay problemas, pero somos más alegres; aquí la gente vive agobiada, siempre está con prisa», afirma riéndose. Mukamana Gaudence ha llegado San Sebastián, al amparo de Manos Unidas Gipuzkoa, para dar testimonio de que «la ayuda llega». «Yo lo he visto con mis propios ojos en mi país, donde hemos podido realizar proyectos que de otra forma eran impensables», dice.
La religiosa ruandesa ha llevado su testimonio estos días a la residencia Zorroaga, a Tecnun y a los colegios Ama Guadalupekoa de Hondarribia y Erain, de Irun. Su visita se suma a la exposición que Manos Unidas ofrece estos días en la catedral del Buen Pastor, con paneles de la campaña 'Plántale cara al hambre'. «Es un escándalo que todavía haya hambre y malnutrición en el mundo», explican desde Manos Unidas. «Esto nunca puede ser considerado un hecho normal al que hay que acostumbrarse, como si formara parte del sistema. Y es lo que se explica en los paneles que hemos colocado en el Buen Pastor. No nos acostumbramos a este dato vergonzante».
Además, Manos Unidas Gipuzkoa acoge la campaña para el nuevo trienio 2019-2021, una campaña de apoyo a la mujer. «Defendemos los Derechos Humanos como instrumento y estrategia de trabajo en el apoyo a las personas más desfavorecidas del planeta», dicen desde la entidad. «Y nos centramos en una pobreza muy concreta, la de la mujer. Porque en ella se dan negaciones provocadoras: ni independiente, ni segura, ni con voz. Esta idea nos invita a reflexionar sobre si existe una igualdad real de oportunidades entre hombres y mujeres en todos los lugares del mundo».
Manos Unidas Gipuzkoa cuenta con 1.200 socios y un número en crecimiento de legados por vía de herencias, que van desde los 3.000 euros, a la donación de un piso. «Registramos entre 8 y 10 legados al año», explica María José Usandizaga, presidenta de la asociación.
Mukamana Gaudence, enfermera de 48 años de edad, ha viajado a San Sebastián a para contar a los guipuzcoanos que colaboran con Manos Unidas que la ayuda llega. «Conozco los proyectos que han salido adelante en Ruanda. He visto hacer la escuela primaria de Zaza, en la provincia de Ngoma. También, una escuela secundaria y un colegio en un sitio muy, muy perdido, en el que los niños ya estudian bien, aunque aún les falta el laboratorio. A nosotras, como misioneras, Manos Unidas, nos ha ayudado a sacar adelante una guardería en Kayenzi. Anteriormente se puso en marcha una escuela técnica de la diócesis. Son proyectos palpables que yo he visto con mis ojos».
Manos Unidas Gipuzkoa cuenta con 1.200 socios y de 8 a 10 legados al año por herencias
«La educación es la llave del desarrollo», dice la ruandesa Mukamana Gaudence
En Ruanda, como enfermera, Gaudence trabajó en vacunación y en un centro de salud. «Allí veía a unos niños que no crecían ni ganaban peso. Me puse a investigar. Y vi que tenían una discapacidad. Logramos abrir un centro de rehabilitación para niños con discapacidad en la comunidad. Acudían los niños con su mamá y además yo hacía visitas familiares. Me encontré sordomudos que crecían dedicándose solo a cuidar a los animales. Empecé a visitarles y a enseñarles y al final conseguimos ayudas para que estudiaran en un centro para sordomudos que llevan en Ruanda los hermanos de la orden de San Gabriel. Potenciamos una educación inclusiva. Uno de estos chicos está hoy en la Universidad cursando la carrera de Educación, algo que no se da mucho en mi país. Para mí es un orgullo».
Mukamana Gaudence tiene mucha experiencia en cooperación. Con Medicus Mundi Gipuzkoa desarrolló en su país un proyecto de alimentación, mejora de la agricultura y creación de cooperativas de madres de niños malnutridos y en el centro nutricional. También trabajó con la Organización Mundial de Alimentación en un programa de alimentación.
«He estado muy contenta, trabaje muy duro. A veces, cuando se me iba acabar la ayuda, Dios estaba presente para darme sorpresas. Nunca me faltó la ayuda y he estado muy feliz», explica. Motivo de alegría para ella es que «todos los proyectos han salido adelante con buenos resultados, aunque los problemas nunca me han faltado y eso es lo que nos hace ser más fuertes».
Una cosa tiene clara esta misionera. «La educación es la llave del desarrollo, dice. «Educar es abrir una puerta para desarrollar no solo las facultades intelectuales, sino también las morales y afectivas de una persona».
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